Capítulo 316
¿A dónde la llevaban? Claramente los secuestradores no tenían la menor intención de cumplir su palabra.

Sintió un nudo en la garganta y soltó unas lágrimas de puro miedo.

De repente, el hombre robusto abrió la puerta lateral.

—¿La tiramos?

—Sí —replicó el otro.

—¡Allá voy!

El grandote tomó la cuerda con la que tenían a Mónica atada. Ella se quedó petrificada de terror. A esa velocidad, si la lanzaban desde el auto, quedaría malherida o, peor aún, podría morir atropellada.

—¡Lárgate!

—¡Mmgh…!

Sin miramientos, la arrojaron a la carretera como si fuera un trapo inútil. Rodó varias veces, y el vehículo continuó alejándose a toda prisa.

Dentro de la camioneta, el robusto comentó con una risotada:

—¿Quién lo diría? Alejandro, con lo listo que es, fue engañado por esta mujer.

—Por muy listo que seas, sigues siendo humano —sentenció el flaco—. Y todo ser humano tiene sus puntos débiles.

***

Al caer al pavimento, Mónica solo pudo sentir un dolor punzante.

El roce de la piel contra el suelo le a
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