Capítulo 323
Luciana durmió profundamente hasta las dos de la tarde. Lo primero que sintió al despertar fue un hambre voraz, casi dolorosa.

Amy ya tenía preparada la comida, consciente de que Luciana había estado con náuseas: optó por una gran variedad de platillos, esperando que probara al menos un poco de cada.

Al contrario de lo que se temía, Luciana se sentía recuperada y con un apetito tremendo. Todo le sabía delicioso.

—Vaya, qué hambre traías —celebró Amy, aunque con cierto recelo—. Come despacio, no te vayas a atragantar. Y que no sea demasiado de golpe, no sea que termines vomitando otra vez.

—Tranquila, me siento muchísimo mejor —sonrió Luciana, con las mejillas llenas de comida.

Tal cual presentía, no tuvo náuseas. Amy se alegró enormemente.

—Entonces ahora sí, a comer bien y descansar, que pronto tendrás la pancita más grande que un globo. ¡Me encanta ver que ya no te sientas mal!

Mientras estaban en ello, sonó el timbre de la puerta. Amy fue a abrir y volvió con una cajita en la mano.

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