Capítulo 325
El chorro frío hizo que Alejandro abriera los ojos de inmediato. Con la mano abierta, se talló la cara y, al enfocar la mirada, lo primero que vio fue el rostro de Luciana, ese rostro de rasgos latinos tan bien definidos.

—¿Ya despertaste?

Luciana lo miró con sus párpados casi cerrados, manteniendo una expresión inalterable.

Alejandro, con un fuerte dolor de cabeza, parecía un poco desorientado. Asintió con cierta torpeza, luciendo casi inocente.

—No te muevas —advirtió Luciana—. Si te mueves de más, ¡te vuelvo a echar agua!

Como niño asustado, él obedeció al instante y se quedó sentado, sin atreverse a un solo gesto innecesario. Luciana, entonces, le quitó el saco y comenzó a desabotonarle la camisa, dándose cuenta de que también estaba húmeda por el vómito y el agua.

—Espera aquí —le ordenó.

Fue al baño y regresó con una toalla húmeda, dándole una limpieza rápida para que al menos estuviera un poco más cómodo.

—Por ahora, así está bien. Luego, en casa, te darás un buen baño —dijo, mi
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