Capítulo 301
Miguel sonrió y miró a Felipe:

—Vaya, sigues siendo tan rudo como siempre, pese a los años.

Felipe no fingió humildad:

—Hace mucho que no hacía esto, créame que ya he suavizado mi técnica.

—Felipe, ya los trajeron.

Los encapuchados colocaron a los tres frente a Miguel.

Felipe levantó la mano:

—Quiten las vendas.

—Sí.

Los hombres de negro se adelantaron y retiraron las vendas de los ojos de los Herrera.

La familia estaba cenando tranquilamente en casa cuando, de pronto, irrumpe un grupo de desconocidos, los inmoviliza y se los lleva sin decir una palabra.

Al ver la luz, sus piernas flojearon y se dejaron caer de rodillas al unísono.

—Vaya, vaya. —Felipe, con la mirada baja, sonrió—. Señor, esta familia es muy “cortés”.

—Ja. —Miguel dejó escapar una risa fría—. Una familia de parásitos que se ha aprovechado tanto de la familia Guzmán. Este gesto de arrodillarse es bien merecido.

—Desde luego.

Aquel diálogo entre el amo y su servidor parecía una charla trivial, en voz baja, tranquila.

Los
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