Capítulo 278
Luciana lo miró incrédula, con los ojos muy abiertos.

¿Con qué descaro decía esas cosas?

—Tú sabes que me gustas. ¿De verdad puedes ser tan cruel como para dejar a alguien que te quiere preocupado y angustiado?

¿Qué clase de lógica era esa? Luciana soltó un bufido, ni siquiera dignándose a mirarlo, y siguió caminando.

—¿Luciana? ¡Luciana!

Sin obtener respuesta, Alejandro encendió el coche y comenzó a seguirla lentamente, avanzando junto a ella.

Luciana ya había investigado la ruta. Sabía que desde el hotel había una parada de autobús cercana que la llevaba al Instituto, con un transbordo en el camino.

Alejandro entendió lo que planeaba hacer y soltó una risa seca, algo frustrado.

¿De verdad era tan complicado aceptar su ayuda?

Entonces, Luciana llegó a la parada, y el autobús se detuvo frente a ella. Con los auriculares puestos, subió al vehículo sin mirar atrás.

—¡Luciana! —gritó Alejandro, tan fuerte como pudo.

Pero ella ni siquiera volteó.

Sin opciones, sacó su teléfono y la llamó.

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