Capítulo 267
Alejandro se repetía a sí mismo que debía mantener la calma.

Ignorando el hecho de haber estrellado el celular contra la pared, estaba logrando mantenerse frío.

Tomó su propio teléfono y llamó a Sergio.

—Soy yo —dijo con tono seco—. Investiga en la oficina de migración y averigua a dónde quiere ir Luciana.

—Entendido.

Colgó, sintiéndose más sereno.

Llamó a una enfermera y le pidió que recogiera los restos del teléfono destrozado.

—Sobre lo del celular —añadió—, no debes decirle nada a nadie.

Para reforzar su orden, añadió con indiferencia:

—Luego pediré que te transfieran algo de dinero.

La enfermera, encantada, sonrió ampliamente.

—No se preocupe, señor Guzmán, no diré ni una palabra.

-

Después de un rato, Luciana volvió, empujando la silla de ruedas de Miguel.

Al ver a su nieto, el rostro del anciano perdió toda expresión alegre.

El abuelo seguía molesto, claramente culpándolo por haber dejado escapar a una nuera tan buena como Luciana.

Luciana, consciente de la tensión, decidió no e
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