Capítulo 269
Aunque no podía verlo, Luciana sintió que él inclinaba la cabeza hacia el hueco de su cuello. Su respiración era pesada, lo suficiente como para despertar sus sospechas profesionales.

—Alejandro, ¿te golpeaste? —preguntó, preocupada. El tono de su voz y su respiración contenida indicaban que estaba aguantando algo… probablemente dolor.

—Sí… —murmuró él con la voz ronca.

¡Era verdad!

—¿Dónde te lastimaste? —Luciana se alarmó de inmediato y trató de bajar de sus brazos—. Déjame verte…

Si era una lesión seria, necesitaban atenderla de inmediato.

—Luciana.

Sin embargo, Alejandro la sostuvo con fuerza, impidiéndole moverse. Con voz baja, susurró cerca de su oído:

—Quiero besarte. ¿Puedo?

La última vez que la besó sin su permiso, Luciana se enojó tanto que incluso lloró. No quería repetir ese error, pero esta vez su petición la dejó completamente atónita.

¿Sabía siquiera lo que estaba diciendo?

—¿Puedo? ¿Hmm? —insistió él, con un tono suave que sonaba tanto a ruego como a seducción.

Luciana
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