Capítulo 264
No estaba equivocada. En ese momento, la expresión de Alejandro no era mucho mejor que la de un espectro.

Los ojos oscuros y ardientes de Alejandro parecían querer atravesarla.

—Luciana, ¿de verdad tienes que seguir enredándote con un hombre casado?

Luciana lo miró, con su rostro tan cerca que casi podía sentir su respiración. Su labio tembló apenas, pero no dijo nada.

¡Esa actitud! Alejandro estaba cada vez más furioso.

—¿No me escuchaste? —dijo, inclinándose aún más cerca, encerrándola en un espacio diminuto. Su aliento cálido rozaba su oído mientras hablaba.

—¿Qué te dio él? Lo que sea, yo te lo doy el doble… no, ¡el cien o el mil por ciento más! Solo tienes que dejarlo. Prométeme que nunca volverás a verlo. Luciana, te lo suplico.

Su tono era una mezcla de enojo y algo casi desesperado.

Pero Luciana no estaba dispuesta a ceder. Sus ojos almendrados lo miraron con una frialdad hiriente.

—A quién veo o no veo, es mi decisión. ¿Por qué debería aceptar una exigencia tan absurda? —dijo
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