Capítulo 254
Con el rostro helado y la piel blanca resplandeciendo bajo la luz, Luciana pasó de largo sin mirar atrás.

—¡Luciana!

Incapaz de detenerla, Alejandro presionó sus dedos contra sus sienes y, frustrado, la siguió rápidamente.

***

De regreso al comedor, todo estaba perfectamente dispuesto.

Ricardo, siempre atento, se apresuró a tomar asiento junto a Luciana, apartándole la silla con un gesto cortés.

—Adelante, Luciana. Siéntate aquí.

—Gracias. —Luciana tomó asiento, como si todo estuviera en perfecta armonía.

Frente a ella, dos ojos oscuros ardían con una intensidad palpable.

Por supuesto, Alejandro había elegido el asiento directamente enfrente. Con el rostro serio y una mirada penetrante, la observaba sin apartar la vista.

Luciana, fingiendo no notar nada, bajó la cabeza para tomar un sorbo de agua.

El mesero se acercó con una bandeja, dejando sobre la mesa pequeñas toallas calientes para las manos.

—Luciana. —Ricardo tomó una de las toallas, extendiéndola cuidadosamente hacia ella—. Ten
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