Capítulo24
Incluso la mujer que quería golpear a Lucía solo pudo cubrirse la cara, reprimiendo su pesar.

Mateo las miró fríamente:

—¿No han entendido la situación? ¡Deberían disculparse con ella!

Ellas entendieron de inmediato y se apresuraron ante Lucía, diciendo con voz sumisa:

—Lo sentimos, Lucía, no deberíamos haber especulado. Sabemos que cometimos un error y esto no volverá a suceder.

Conocían el poder de Mateo; en esa empresa, por muy capaces que fueran, nadie se atrevía a oponerse al Grupo Rodríguez. Si lo ofendían, después no podrían mantener sus trabajos cómodamente. Tenían familias, hijos, padres, y no se atrevían a arriesgarse.

Lucía, por supuesto, no les guardaría rencor, pero aun así miró aturdida a Mateo y le preguntó:

—¿Qué es lo que haces aquí?

Mateo la miró intensamente, con profundo descontento.

Tomó su brazo, aún enojado, y dijo fríamente:

—¡Vámonos a casa!

Lucía se soltó de su agarre:

—¿Por qué debería irme contigo a casa? Entre usted y yo no hay ninguna relación.

Su con
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