— ¡No puede ser!, ¡no es cierto lo que he escuchado! —Dijo la chica cerrando sus ojos con fuerza y hablándose a sí misma en su mente. — Mamita, ¿qué haces aquí?. —Preguntó Alex, al acercarse hasta la mesa donde están sus padres. — ¡Hijo!… que… ¿Qué haces aquí?, ¿y tu hermanito? —Peguntó ella muy preocupada. — Está aquí también, pero por ahora ha ido al baño con el tío, Owen. — ¡Qué! ¿El tío, Owen? —Preguntó ella nerviosa, al mismo tiempo que siente que sus fuerzas le fallan. — Sí, mamá, perdón, porque no te lo dije ayer. En la escuela hay un nuevo profesor y él me dijo que le podemos decir tío, ya lo vas a conocer, él es muy amable y muy guapo, mamita. Sería bonito si él viviera con nosotros, es decir, que se case contigo. — ¡Hola jovencito!. —Saludó Mario José, interrumpiendo la amena plática que el niño se tiene con su madre y que prácticamente le está insinuando que el tío es muy guapo para ella. — Hola señor, yo me llamo Alex. —Saludó extendiendo su manito, tal y como su mad
Mario José está muy molesto, le ordenó a la chica que mejor se fueran de inmediato para la empresa. Cuando salieron del restaurante, ella le dijo que tomaría un taxi, ahora ella le tiene temor porque se nota que a él le ha afectado esa noticia. Pero no, Mario José, no la dejó que se fuera en otro auto, sino en el suyo. ¿Acaso va a perder la oportunidad de hablar frente a frente con ella, acerca de los hijos que tienen en común? — ¿Por qué Ángela? ¿Por qué no me buscaste para decirme que estabas embarazada? —le reclama, dando golpes en el volante. — ¿Y para qué lo iba a hacer?, para que te siguieras burlando de mí e incluso me despreciaras a los niños, aduciendo de que no eran tuyos. Preferí callar mejor, gracias a Dios, que siempre he contado con el apoyo de mi familia y de mi amigo Ariel. — Por Dios, Ángela, que no te das cuenta de que yo jamás hubiese juzgado o despreciado a ellos. Tu deber era decírmelo sin ponerte a pensar en que si yo los aceptaría o no. — ¡Basta, Mario José!,
Cuando los niños llegaron al auto, saludaron a su madre muy efusivamente y le contaron como fue su día de escuela. Mario José tenía temor de que ellos le dijeran que las clases no habían terminado aún, pero por fortuna no sucedió y todo su cuerpo se relajó cuando ellos por fin tocaron otro tema.— Mamá, ¿iremos a comer de nuevo con tu jefe?— No mi amor, después de volver de este lugar nos iremos directo a nuestra casa.— Si ustedes quieren, yo con mucho gusto los llevo de nuevo a comer lo que a ustedes se les antoje.— No jefe, no se preocupe. En casa les prepararé lo que ellos quieran.— ¡Pero mamá, yo quiero hamburguesas de las que salen en la televisión! Porque cada vez que te pedimos que nos hagas, tú nos dices que el dinero no nos alcanza, y si nos compras es una para los dos.— Hijos, por favor, guarden silencio. —Ella se siente con pena porque sus hijos le están sacando en cara todos sus defectos, delante de la persona menos indicada para conocer sus carencias.— Haremos rápido
Ángela le pidió a su hombre que les llevara de regreso a su casa, ella no quiere seguir escuchando las mentiras que él le está diciendo, ella no le cree, ya le tiene desconfianza y le tomará mucho tiempo volver a confiar en él como lo hiso en el pasado, que por ser una chiquilla inocente y enamorada, le creyó todo y fue presa fácil de su juego malévolo.— Mamá ¿por qué nos vamos a separar del tío Mario?, él se ha portado muy bien con nosotros. —Por favor, danos permiso para ir a comer unas hamburguesas con él.La chica se quedó en silencio, no les pudo dar una respuesta porque se siente entre la espada y la pared, ella por su parte no hubiese permitido jamás que Mario se acercara a sus hijos, pero ahora ahí están ellos que se derriten de amor y agradecimiento por él, solo porque se hiso pasar como su padre en la escuela, ellos están tan agradecidos aun sin sospechar de que él de verdad es su padre.— Hazlo por ellos, ven con nosotros y así yo aprovecho a pasar tiempo con ellos, quiero
Con sus nervios a flor de piel, Ángela, pregunta y pregunta que quién es él, y que ha hecho con Mario José. El hombre cambiando su voz le respondió que si no cerraba la boca le daría un golpe para mandarla a dormir como lo están haciendo sus hijos. Pronto ingresaron a una residencial, ella se pregunta en su mente que por qué la están trayendo al mismo sitio donde Mario José, vino a escoger su casa y precisamente allí, frente a la elegida, el hombre estacionó el auto. — Ten las llaves de la casa, ve entrando. Yo llevaré a mis sobrinos. —¡Owen! —exclamó la chica cuando vio que el chofer se quitó el pasamontañas y se trata del tío de sus hijos, ella siente un gran alivio, pero a la vez está molesta. — Así es cuñada, no hubo otra manera más bonita que traerte de esta forma. — Me has dado un susto de muerte, idiota. Ahora dime que hacemos aquí. — Esta es tu casa, aquí vivirás. — Y dale con ese cue
Ese día, como no había trabajo en la empresa, Mario invitó a cenar en su nueva casa a su madre y a su hermano juntos, ella no sabe que conocerá a sus nietos, así como Ángela, no sabe que conocerá a su futura suegra. — ¿Vamos a salir de nuevo tío Mario? —Ellos preguntan eso porque hace poco acaban de regresar a la casa porque fueron a almorzar en un fino restaurante y ahora les ha pedido que se cambien de ropa y se pongan aún más guapos, ya que les tiene una sorpresa. — No, esta vez no habrá necesidad de salir, yo les prepararé una cena especial para que la comamos aquí en casa junto a su mamá. — Tío, ¿tú sabes por qué ella no nos quiso acompañar hoy? — Ella les dijo que quería descansar, por eso ahora yo cocinaré para que ella descanse. — Tú tratas muy bien a mi mamá. Si vas a vivir aquí con nosotros, ¿podemos decirte papá, como si de verdad lo fueras? — Claro que sí pueden hacerlo, y en la escuela también. Ahora pueden gritar a los cuatro vientos, que tienen a su lado a su papá,
Ángela se separó de los brazos de Mario José, y se acomodó el vestido, al mismo tiempo que se maldice a sí misma por ser tan floja y dejarse caer fácilmente en las tentaciones de ese hombre. Pero es que ese maldito derrite a cualquiera, con esa mirada seductora y esos labios tan apetecibles de estar todo el día y la noche prendidos de ellos.La señora Estrella, regresó a la mesa donde se encuentra su hijo y sus nietos a la espera de que les sirvan la comida. Ella va con una sonrisa que se le figura en su rostro y a leguas se le nota su gran felicidad.—¿Qué pasa, mamá? ¿Qué ha pasado por allí para que tú vengas tan sonriente? —su hijo menor acaba de colgar una llamada y la observa con confusión y quizá hasta con cierta diversión.—¡Ay hijo, no te imaginas la pena que acabo de pasar!, me he encontrado a un par de ratones en una batalla campal por probar la saliva del otro.—¡Que! —Exclamó el chico sin entender lo que su madre ha dicho.—¿Ratones en nuestra casa? —Vamos a sacarlos con la
A la mañana siguiente, ambos muchachos estaban abrazados y con sus piernas entrelazadas, cada uno, según ellos, era a su hijo a quien estaban abrazando. La chica, al sentir el rostro del otro tan cerca, le dio un beso de buenos días, como solía dárselo a sus dos hijos cuando los tres dormían en la misma cama desde su nacimiento. — Mmm, así si es rico que lo despierten a uno, con deliciosos besos matutinos. — ¿Qué haces aquí todavía y… y dónde está mi hijo? — Pues no lo sé, yo hasta que la princesa le dio el beso al príncipe durmiente fue que me desperté. — No te creo nada de lo que dices, seguramente tú lo mandaste para su habitación para quedarte conmigo a solas. — Ya te dije que no es así. —¿Sabes? Me encanta, verte enojada, mi bella pelirroja. —Te ves tan hermosa, así despeinada, que hasta dan ganas de follarte hasta el cansancio mientras te tomo de los cabellos rojizos. — ¡Fuera de mi vista, pervertido! —No sé en qué momento de mi adolescencia me fijé en ti. —Maldigo el día q