Mario José no estaba en la habitación del hotel, ha salido a hacer unas compras que necesita con urgencia. Bueno, más que nada es su computadora portátil que se le dañó y anda en busca de una nueva para reemplazarla y poder seguir minuto a minuto el progreso de sus negocios. Es un hombre demasiado desconfiado y aunque ya ha comprobado que la mayoría de sus empleados están dispuestos a dar la vida en su empresa, aun así no se confía.Su celular lo dejó olvidado en la cama donde durmió, no fue hasta que ya estaba lejos de su hotel cuando se dio cuenta de que no lo traía con él. Le pidió al hombre del taxi que lo trajera de nuevo a donde lo recogió, él no puede andar sin su aparato celular, para él es como si anduviera sin unos de sus brazos.En el hospital…Ángela está sentada en el pasillo sobre un viejo sillón casi inservible que allí se encuentra, se nota que es un hospital en donde solo asisten las personas con recursos económicos bajos, de esos que no se pueden dar el lujo de irse a
En el hospital…Ángela regresó con el escaso medicamento que le dieron de a gratis en la farmacia, los demás tendrá que comprarlos por su cuenta porque no hay por el momento. Owen, siempre está sentado en el mismo lugar que quedó cuando ella se fue.La muchacha no tiene más remedio que entrar a la habitación donde su hijo está, tendrá que hacerlo frente al tío de su hijo y por lo que parece, él no se va a quedar de brazos cruzados hasta hacerla confesar.— ¿Quién es Alex y por qué tú eres la responsable de cuidar de él? —Le interrogó sin rodeos el profesor.— Vete Owen, en la oficina sí me puedes interrogar sobre nuestro trabajo, pero a lo que mi vida personal se refiere, eso es algo que a ti no te concierne y te pido que no te metas.— Tranquila pelirroja, no es para que te pongas tan agresiva, ni que me estuvieras ocultando algo muy importante para mi familia.— En primer lugar, no me llames pelirroja como lo hace el imbécil de tu hermano, en segundo lugar, tú no eres nadie para pedi
Mario José llegó a la ciudad en horas de la noche, por su parte desde ese momento se hubiese ido a buscar a su pelirroja para que le enseñe a sus hijos quién es su papá. Le preocupa la salud del niño que se supone está en el hospital.Le pidió a su hermano que le llame a Ángela, pues, él no le puede llamar porque es obvio que lo va a rechazar, a pesar de haber pasado juntos la noche anterior y de haberse entregado por segunda vez a él, por voluntad propia, sin obligarla a hacerlo y sin rogarla tampoco. Todo sucedió por gusto propio, quizá porque ella también lo deseaba y estaba esperando ese momento de volver a recordar lo que es estar con un hombre.Sí, Ángela, desde que sostuvo su primer encuentro sexual con Mario José, jamás volvió a estar con otro hombre, ella se dedicó a estudiar mientras su tía o sus padres le cuidaban a sus hijos. Ya cuando se fue al extranjero a trabajar, se los llevó con ella a la edad de cuatro años, por fortuna, ella siempre ha contado con el apoyo de su ami
Con el permiso de su suegro, la joven Amanda, ingresó al interior de la vivienda y fue a tocar la puerta de la habitación de su prometido, pero Mario José, no le abrió la puerta. Ella siguió insistiendo, pidiéndole que si no le permitía quedarse con él, que tan siquiera la llevara a su apartamento, pues, no había traído su auto porque su suegro la había encontrado en una tienda de ropa y ella le pidió que la trajera aquí a dormir a su habitación como lo hace en ocasiones que ellos duermen juntos como comprometidos que están.— Mira Amanda, no te iré a dejar a tu apartamento porque no quiero salir de la casa, necesito descansar y también privacidad. Yo me iré a la habitación de mi hermano y tú te quedarás aquí, si tanto es lo que quieres pasar la noche conmigo, pues no hay problema que la pases en mi cama, pero sin mi presencia. ¿Estamos de acuerdo?— No estoy de acuerdo, yo quiero estar aquí contigo mi amor, quiero dormir abrazada a ti y que me hagas el amor hasta el cansancio.— Yo nu
— ¡No puede ser!, ¡no es cierto lo que he escuchado! —Dijo la chica cerrando sus ojos con fuerza y hablándose a sí misma en su mente. — Mamita, ¿qué haces aquí?. —Preguntó Alex, al acercarse hasta la mesa donde están sus padres. — ¡Hijo!… que… ¿Qué haces aquí?, ¿y tu hermanito? —Peguntó ella muy preocupada. — Está aquí también, pero por ahora ha ido al baño con el tío, Owen. — ¡Qué! ¿El tío, Owen? —Preguntó ella nerviosa, al mismo tiempo que siente que sus fuerzas le fallan. — Sí, mamá, perdón, porque no te lo dije ayer. En la escuela hay un nuevo profesor y él me dijo que le podemos decir tío, ya lo vas a conocer, él es muy amable y muy guapo, mamita. Sería bonito si él viviera con nosotros, es decir, que se case contigo. — ¡Hola jovencito!. —Saludó Mario José, interrumpiendo la amena plática que el niño se tiene con su madre y que prácticamente le está insinuando que el tío es muy guapo para ella. — Hola señor, yo me llamo Alex. —Saludó extendiendo su manito, tal y como su mad
Mario José está muy molesto, le ordenó a la chica que mejor se fueran de inmediato para la empresa. Cuando salieron del restaurante, ella le dijo que tomaría un taxi, ahora ella le tiene temor porque se nota que a él le ha afectado esa noticia. Pero no, Mario José, no la dejó que se fuera en otro auto, sino en el suyo. ¿Acaso va a perder la oportunidad de hablar frente a frente con ella, acerca de los hijos que tienen en común? — ¿Por qué Ángela? ¿Por qué no me buscaste para decirme que estabas embarazada? —le reclama, dando golpes en el volante. — ¿Y para qué lo iba a hacer?, para que te siguieras burlando de mí e incluso me despreciaras a los niños, aduciendo de que no eran tuyos. Preferí callar mejor, gracias a Dios, que siempre he contado con el apoyo de mi familia y de mi amigo Ariel. — Por Dios, Ángela, que no te das cuenta de que yo jamás hubiese juzgado o despreciado a ellos. Tu deber era decírmelo sin ponerte a pensar en que si yo los aceptaría o no. — ¡Basta, Mario José!,
Cuando los niños llegaron al auto, saludaron a su madre muy efusivamente y le contaron como fue su día de escuela. Mario José tenía temor de que ellos le dijeran que las clases no habían terminado aún, pero por fortuna no sucedió y todo su cuerpo se relajó cuando ellos por fin tocaron otro tema.— Mamá, ¿iremos a comer de nuevo con tu jefe?— No mi amor, después de volver de este lugar nos iremos directo a nuestra casa.— Si ustedes quieren, yo con mucho gusto los llevo de nuevo a comer lo que a ustedes se les antoje.— No jefe, no se preocupe. En casa les prepararé lo que ellos quieran.— ¡Pero mamá, yo quiero hamburguesas de las que salen en la televisión! Porque cada vez que te pedimos que nos hagas, tú nos dices que el dinero no nos alcanza, y si nos compras es una para los dos.— Hijos, por favor, guarden silencio. —Ella se siente con pena porque sus hijos le están sacando en cara todos sus defectos, delante de la persona menos indicada para conocer sus carencias.— Haremos rápido
Ángela le pidió a su hombre que les llevara de regreso a su casa, ella no quiere seguir escuchando las mentiras que él le está diciendo, ella no le cree, ya le tiene desconfianza y le tomará mucho tiempo volver a confiar en él como lo hiso en el pasado, que por ser una chiquilla inocente y enamorada, le creyó todo y fue presa fácil de su juego malévolo.— Mamá ¿por qué nos vamos a separar del tío Mario?, él se ha portado muy bien con nosotros. —Por favor, danos permiso para ir a comer unas hamburguesas con él.La chica se quedó en silencio, no les pudo dar una respuesta porque se siente entre la espada y la pared, ella por su parte no hubiese permitido jamás que Mario se acercara a sus hijos, pero ahora ahí están ellos que se derriten de amor y agradecimiento por él, solo porque se hiso pasar como su padre en la escuela, ellos están tan agradecidos aun sin sospechar de que él de verdad es su padre.— Hazlo por ellos, ven con nosotros y así yo aprovecho a pasar tiempo con ellos, quiero