El sonido de sus labios, que se movían a la par, se unió a las respiraciones aceleradas, los suspiros débiles y los latidos frenéticos que les aumentaba el pulso.La lengua de Edward se tornó juguetona dentro de la cavidad bucal de su novia, quien no pudo seguir unida a él debido a la falta de oxígeno.Gina miró lo rojo que se habían tornado los labios del apuesto hombre, cómo el pecho ancho le subía y le bajaba, sus ojos azules estaban dilatados y la manera salvaje en la que su cabellera rubia se había desordenado.Se veía sensual y fiero, tan distinto al Edward caballeroso, reservado y respetuoso que solía ser.—Creo que debo irme ahora… —susurró él, todavía exaltado.Un punzón de decepción le hirió el pecho a su novia, mas ella trató de disimular su disgusto con un asentimiento de cabeza.—Sí, creo que es momento de irnos. —Ella jugueteó con las manos, evidenciando su nerviosismo.—¿Qué has decidido? —preguntó él de la nada, como manera de escapar de la tensión del momento—. ¿Te mu
Llegó el gran día en el que Gina se dirigió hacia la empresa para ser entrevistada. Ella fue recibida por Edward, quien la estaba esperando para ultimar los detalles de su contratación.—Edward, estoy muy nerviosa… Nunca pensé que volvería a transitar las instalaciones de este lugar. Mucho menos que sería para ser entrevistada para un cargo como el que me están ofreciendo. Temo hacerlo mal y arruinarlo todo…—Tranquila, Gina, ya verás que tu entrevista saldrá bien y que podremos trabajar juntos. Confío en ti y estoy seguro de que lo harás genial. Tú eres maravillosa —halagó con una sonrisa de enamorado.Gina se dirigió a recursos humanos, donde se llevó a cabo una larga entrevista. Allí conversaron sobre lo sucedido y lograron resolver cualquier diferencia, que pudiera ser obstáculo para la convivencia laboral y el buen desempeño en el cargo al que ella estaba postulando. Después de que los encargados de reclutamiento la evaluaron y concluyeron el proceso, ella fue recontratada para l
El auto negro se parqueó frente al restaurante, de este salió un hombre vestido de traje fino y elegante, quien llevaba una rosa roja en su mano derecha.El caballero de apariencia lustre, pecho erguido y altura envidiable, se dirigió hacia donde lo esperaba su novia; una vez frente a ella, se arrodilló y le extendió la hermosa flor.Sin embargo, el semblante de ella, una chica hermosa y de familia adinerada, mostraba decepción; al mismo tiempo en que observaba el detalle con disgusto, que aún se encontraba en la mano de su chico, ya que ella estaba esperando un regalo más costoso.—Hola, amor, estás muy hermosa hoy. ¿Puedes creer que vi esta rosa y me acorde de ti al instante? ¿Te gusta? —preguntó él con expresión entusiasta.—Gracias. Esperaba algo más grandioso, puesto que es mi cumpleaños; pero nada, en otra ocasión te agradecería que me dieras un regalo más costoso y a mi altura, por favor —respondió ella con una mueca despectiva.—No entiendo por qué siempre me hablas de objetos
Ellos se quedaron en silencio por unos segundos que se sintieron eternos y un poco incómodos, pero Gina, al percatarse que lo estaba mirando de manera inadecuada y que su mutismo ya era extraño, decidió romper el hielo:—Bien, señor, como ya sabe, mi nombre es Gina y voy ayudarlo en lo que sea que necesite. Aunque, puesto que es un hombre, lo que más le tocará hacer son los trabajos que requieran mucha fuerza, así como, cargar agua en tanques para la limpieza, los productos que vamos a utilizar, entre otras cosas.—Gracias, Gina —le respondió con cortesía—. Usted solo dígame lo que tengo que hacer y obedeceré.—Ja, ja, ja, ja… —Ella estalló en una sonora carcajada—. Tranquilo. Yo solo soy una empleada con el mismo puesto que usted. Lo estoy orientando porque me pidieron recibirlo para ayudarlo con su trabajo, pero usted y yo tenemos el mismo cargo aquí y ganamos lo mismo, por lo tanto, deje de hablarme como si yo fuera su jefa, que nada que ver.—Aun así, usted tiene más tiempo que yo
El tiempo transcurrió rápido. Debido a la convivencia y la buena química, Gina y Edward se hicieron grandes amigos. En cuanto al trabajo, ya Edward estaba adaptado a sus labores. En esas tres semanas, él había tenido un buen desenvolvimiento en la empresa, asimismo, su nueva vida como empleado transcurría con normalidad.Aquel día, Edward y Gina salieron a almorzar. Mientras iban saliendo de la empresa, de un vehículo lujoso salió uno de los ejecutivos cercanos a Edward, quien por motivos de vacaciones no se había enterado de su extraño plan ni de toda la estrategia que se armó para que este fuera conserje allí sin que nadie sospechara.—Pero, señor Edward, ¿Qué hace usted vestido así? —lo abordó con desconcierto en su expresión—. No lo entiendo. ¿Qué le sucedió? Aparte de que tampoco ha estado presente en las juntas.Edward se quedó petrificado mientras lo miraba con marcado nerviosismo. Estaba tan asustado que su corazón empezó a palpitar muy rápido. Deseaba escapar pronto de allí a
Anonadada por lo que acababa de escuchar, Gina se tapó la boca con las manos. No podía negar que Edward era un hombre apuesto, parecido a los galanes de televisión y a los modelos de revistas; asimismo, que era un chico interesante, caballeroso y muy inteligente, razón por la que se sintió halagada de que un hombre como él estuviera interesado en ella.Y esa era la razón para tratarlo como a un amigo y ni siquiera pensar en tener una relación con él fuera de la amistad, ya que este era demasiado bueno para ser real y los chicos como Edward tenían las expectativas muy altas. Así que ella no se esperaba aquella confesión de parte de él.—Guau, Edward, de verdad me toma por sorpresa todo lo que me dices, puesto que ni siquiera me pasaba por la cabeza nada de eso. Me siento fatal por haberte contado lo que me sucede con otro chico.—Espera, tampoco quiero que te incomodes por mi causa. Solo te digo lo que siento para que no creas que no me interesa escucharte o darte un consejo. Esta es m
Un mes después… Aquel día Gina llegó llorando a la empresa, lo que captó la atención de Edward.—Gina, ¿qué te sucede? ¿Por qué estas llorando? —indagó él con preocupación.—No pasa nada, Edward, tranquilo. —Restó importancia.—No me digas que no pasa nada cuando es claro que sí. Te ves muy mal, Gina. Puedes confiar en mí, para eso somos los amigos. Habla conmigo, aunque sea para que te desahogues. Es más, ¿por qué no vamos a almorzar hoy y así conversamos? Yo te invito.—Está bien, iré a almorzar contigo para que hablemos. —Ella suspiró más calmada y le sonrió—. Gracias, eres una persona tan especial en mi vida que te has convertido en mi mejor amigo —añadió conmovida.En ese momento, Gina recibió una llamada de parte de su jefe, quien le pidió que pasara por su oficina antes de empezar sus labores. Ella obedeció a su mandato y, antes de traspasar la puerta, se limpió las lágrimas y suspiró profundo para recuperar la compostura.—Buen día, jefe, ¿me mandó a llamar? —inquirió con tim
Edward llegó a uno de los bares que pertenecían a su familia y pidió un trago bien cargado. Se sentía impotente ante su irónica situación.—Esto debe ser una broma del destino. Aquí estoy yo, todo pendejo. ¿Cómo es que te aconsejo y te escucho cuando yo me muero por ti? ¿Cómo fue que caí en la zona de amigo? —dijo sarcástico.Arrugó el rostro cuando el alcohol le inundó el paladar, pero aquella sensación de quemazón le pareció excitante.En ese momento, su celular timbró.—¿Sí? —contestó con cansancio.—Si yo no te llamo nunca hablamos —respondió la voz gruesa desde la otra línea.—Papá, sabes lo ocupado que he estado con la expansión de la empresa —se excusó con voz quejumbrosa.—Yo estoy más ocupado que tú y aun así saco tiempo para saber cómo está mi hijo. Querer es poder, Edward —le reclamó.—Lo siento, papá… —Resopló—. Me han pasado muchos eventos incómodos y eso me ha distraído; pero tienes razón. Te prometo que te llamaré más seguido.—Eso espero. Ahora dime, ¿cómo va todo con