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Entre Caricias y Secretos: La Intimidad del Silencio

Ethan sostuvo la mirada de Saori, sus ojos cargados de emociones que parecían demasiado intensas para ser falsas. —No eres parte de ningún juego, Saori. Nunca lo has sido. —Su voz era baja, casi un susurro, pero cada palabra parecía resonar en el alma de Saori. 

Ella lo miró, buscando desesperadamente una grieta en su fachada, algo que revelara si sus palabras eran sinceras o una nueva jugada en el tablero que los hermanos habían diseñado tan meticulosamente. Pero lo que encontró fue algo que no esperaba. ¡Vulnerabilidad! Miedo y temor a ser descubierto. 

—Ethan… —comenzó a decir, pero él la interrumpió, llevando una mano a su mejilla y acariciándola con ternura. 

—Déjame demostrarte que mis sentimientos por ti son reales. —Ethan la sostuvo entre sus brazos, inclinándose para rozar su frente con la de ella. —No importa lo que pienses de mí ahora. Te demostraré que soy más que un hombre atrapado en una mentira.  —añadió con franqueza en su voz.

Saori cerró los ojos, dejándose llevar por el calor de ese momento, pero su mente seguía dividida. ¿Era esto amor verdadero, o simplemente otro movimiento calculado? 

Mientras tanto, en la mansión de los hermanos Clark, Nathan, Lucas y Alejandro estaban reunidos, discutiendo lo que Saori podría haber descubierto y cómo manejar la situación. 

—¿Si Saori ya sabe que somos cuatrillizos? Entonces está a un paso de descubrirlo todo. —dijo Lucas con el ceño fruncido, tamborileando los dedos sobre la mesa. 

Nathan asintió, cruzando los brazos. —Tenemos que ser más cuidadosos. Cualquier error ahora podría costarnos más de lo que estamos dispuestos a pagar. Ella es una mujer astuta, pero no tanto como para haber descubierto lo nuestro.

Alejandro, todavía recordando su fugaz encuentro con Jane, apenas prestaba atención. Pero la voz de Nathan lo devolvió a la realidad. —¿Qué hay de ti, Alejandro? Has estado más ausente de lo normal últimamente. 

Alejandro se enderezó en su asiento, sus ojos verdes y calculadores. —No te preocupes por mí. Tengo mis propios métodos para mantenerla distraída. 

Nathan lo observó con una mezcla de sospecha y desaprobación. —Eso es justo lo que no necesitamos. Saori no es una mujer fácil de manipular. ¿Si algo sale mal? Podría volverse en nuestra contra. 

Mientras los hermanos continuaban su discusión, Saori tomaba una decisión crucial. Con cada pieza que caía en su lugar, estaba más determinada a desentrañar la verdad, no solo sobre los hermanos, sino sobre el hombre que había llegado a amar. 

Cuando Ethan la miró nuevamente, sus ojos parecían suplicar algo más allá de las palabras. —Confía en mí, Saori. Por favor.

Ella respiró hondo, su corazón latiendo con fuerza. —Si quieres que confíe en ti, Ethan, vas a tener que hacer algo más que decirlo. Vas a tener que demostrarlo. 

Ethan asintió, como si entendiera la magnitud de lo que ella pedía. —Haré lo que sea necesario. 

La guerra entre el amor y la desconfianza había comenzado, y para Saori, cada paso la acercaba más a la verdad… y al peligro que esa verdad podría traer. —¡Deseo dormir contigo esta noche!

El impacto de las palabras de Saori dejó a Ethan en silencio, sus ojos oscureciéndose por una mezcla de sorpresa y emoción. No esperaba que ella fuera tan directa, tan vulnerable, pero también tan poderosa en su determinación. 

—¿Estás segura de esto, Saori? —preguntó con voz suave, tratando de captar cada detalle en su expresión. 

Ella asintió lentamente, manteniendo su mirada fija en él. —Si dices que me amas, entonces demuéstramelo. Déjame ver quién eres realmente. Deseo conocer al CEO Ethan Clark desde lo más profundo de su ser y descubrir su piel. 

Ethan respiró hondo, sintiendo la tensión en el aire entre ellos. —De acuerdo. Esta noche será solo nuestra. 

Mientras tanto, en la mansión de los hermanos Clark, la discusión entre Nathan, Lucas y Alejandro se intensificaba. 

—¿Si Ethan está tan cerca de ella? Es cuestión de tiempo antes de que algo se le escape. —dijo Lucas con frialdad, levantándose de su asiento y comenzando a caminar de un lado a otro. —¡Deberíamos intervenir antes de que cometa un error! 

—¿Y qué sugieres? ¿Separarlos? —replicó Alejandro con una sonrisa cínica. —Eso solo haría que ella se obsesionara más con él. 

Nathan, habló con voz firme. Sabiendo que se encontraba en desventaja por el amor de Saori. —No podemos permitirnos distracciones. Saori no es nuestro único problema. ¿Si Ethan no puede mantenerla bajo control? Lo haremos nosotros. 

Alejandro arqueó una ceja, inclinándose hacia la mesa. —¿Y qué vas a hacer, Nathan? ¿Seducirla? Eso estaba prohibido, podrías meterte en serios problemas con Ethan.

Nathan lo miró con un destello de irritación. —No subestimes mi capacidad para manejar a alguien como Saori. Pero, por ahora, Ethan tiene la ventaja. Veamos cuánto tiempo puede mantenerla en su lugar. 

El día transcurrió y Ethan se encontraba nervioso por el encuentro con Saori, así como lo que podrían hacer sus hermanos al enterarse que pasaría la noche con Saori, sabiendo que era prohibido.

Acercándose la salida del CEO, Saori ingresó a la oficina con archivos en sus manos para no llamar la atención de sus compañeras de trabajo. Tras ingresar y acercarse, se inclinó hacia Ethan, acortando la distancia entre ellos con un movimiento calculado pero cargado de intención.

Sus ojos lo atravesaban, buscando algo más allá de las palabras, una verdad que pudiera sostenerse sin desmoronarse en las grietas de sus secretos. Con voz baja, casi susurrante, pero firme, lo acorraló emocionalmente mientras acariciaba con delicadeza la tela de su camisa, provocando un leve estremecimiento en él. 

—Ethan, quiero que esta noche sea nuestra —mezclando un tono vulnerable y desafiante. —No solo porque lo deseo, sino porque necesito saber que lo que sientes por mí es real. Quiero que me lo demuestres sin reprimir un solo sentimiento.

Ethan tragó saliva, sus ojos clavados en los de Saori como si estuviera enfrentando el juicio más decisivo de su vida. Había algo en su presencia que lo hacía sentir atrapado, pero también irresistiblemente atraído, incapaz de resistirse a su intensidad. 

—Haré lo que me pidas, Saori —respondió finalmente, con voz profunda y cargada de emoción. —Pero, por favor, dame una oportunidad para demostrarte que todo lo que siento es auténtico. 

Saori abandonó en primera instancia el edificio, esperando a Ethan en la puerta de su automóvil para evitar ser vistos saliendo juntos de la empresa.

—¿A dónde quieres que te lleve? —preguntó Ethan tras encontrarse en el parqueo. —Me encantaría que hubiese pasado la noche en mi habitación, pero sabes que eso es imposible por el momento. —añadió Ethan sin desviar su mirada de Saori.

Saori beso tiernamente los labios de Ethan, dejándolo al borde de la locura. —Lo sé, esta noche es especial y no hay mejor lugar que mi apartamento.

Ethan encendió el auto y se dirigió hacia el apartamento de Saori, ella no desvió la mirada del CEO hasta llegar a la puerta de su apartamento. Con un ligero tirón de su mano, Saori lo guio hacia la puerta de su habitación, su corazón latiendo con fuerza mientras se preparaba para un encuentro que sabía que marcaría un antes y un después en su relación con él y sus hermanos.

en el apartamento de Saori, Ethan llegó con una mezcla de expectativa y cautela. La noche era su oportunidad de demostrarle que lo que sentía era real, pero sabía que cada movimiento sería observado y juzgado por ella. 

Saori lo recibió con una copa de vino en la mano, su sonrisa serena, pero sus ojos cargados de una intensidad que le robó el aliento. —Espero que no te arrepientas de aceptar mi invitación —dijo ella, ofreciéndole la copa. 

Ethan aceptó, sosteniendo su mirada. —Nunca podría arrepentirme de estar contigo, Saori. Haces que esta noche se convierta en una realidad la fantasía que rondaba mi cabeza cada día.

La velada transcurrió en una mezcla de tensión y complicidad, cada palabra y gesto cargados de significado. Cuando la noche avanzó, Saori finalmente rompió el silencio que se había formado entre ellos. —Ethan, quiero que seas completamente sincero conmigo. Esta es tu oportunidad de mostrarme quién eres. Sin máscaras, sin juegos. 

Ethan dejó la copa sobre la mesa y se acercó a ella, tomando su mano con suavidad. —Saori, te prometo que esta noche te daré toda la verdad que pueda. Pero, por favor, confía en mí. Lo que siento por ti no tiene nada que ver con los secretos que crees haber descubierto. 

Esa noche, mientras las luces de la ciudad parpadeaban en el horizonte, Saori y Ethan compartían algo más que palabras. Fue un encuentro cargado de emociones, una conexión que desafiaba las mentiras y secretos que los rodeaban. 

Sin embargo, en algún lugar de la mansión Clark, Nathan sonrió para sí mismo. Sabía que la verdad estaba cada vez más cerca de salir a la luz, y cuando lo hiciera, nadie, ni siquiera Ethan, estaría preparado para enfrentar las consecuencias.

En la habitación de Saori el ambiente comenzó a sentirse ardiente, el corazón de Saori se aceleró cuando las fuertes manos de Ethan agarraron su cintura, acercándola. Sus labios se estrellaron en un apasionado frenesí, las lenguas bailando mientras se saboreaban el sabor del otro.

Los dedos de Ethan siguieron la espalda de Saori, enviando escalofríos a través de su cuerpo. Ella gimió suavemente en la boca de Ethan, su cuerpo buscaba más sensaciones estremecedoras.

Ethan rompió el beso, sus ojos verdes, llenos de deseo mientras miraba a Saori. —Te quiero tanto. —gruñó, su voz ronca con necesidad. El aliento de Saori se enganchó cuando sintió la dureza de su virilidad presionando contra su muslo.

Ella pasó sus manos por su pecho cincelado, sus uñas raspaban ligeramente su piel. —Luego, tómame. —susurró Saori, su voz goteaba de lujuria.

Las manos de Ethan deambularon el cuerpo de Saori con hambre, apretando su trasero mientras la presionaba contra la pared. —Eres políticamente sexy, has encendido fuego en mi interior. —gruñó Ethan, su aliento caliente en su cuello.

Saori gimió, sus dedos se enredaban en su cabello mientras colocaba sus caderas contra su polla palpitante. —Quiero saborear cada centímetro de ti. —ronroneó Saori, su voz goteaba de deseo.

Ella siguió su lengua a lo largo de su mandíbula, mordisqueando su lóbulo. Ethan gimió, sus manos se deslizaban para acariciar su piel desnuda. —Dime lo que quieres, bebé. —exigió Ethan, su voz ronca con necesidad de sumergirse en el cuerpo de Saori.

Los ojos de Saori parpadearon con lujuria mientras se encontraba con su mirada. —Quiero que me folles sin sentido, sin culpa y remordimientos. —susurró, sus labios cepillándose contra los suyos. —Hazme gritar tu nombre, el único que debería existir. —añadió Saori con perspicacia.

El control de Ethan se rompió en pedazos y la habitación estaba siendo testigo del deseo desbordante entre Ethan Clark y su secretaria Saori.

Tras su primer encuentro de la noche, Ethan se arrodilló frente a Saori, su mirada reflejaba una mezcla de determinación y vulnerabilidad que le aceleraba el corazón. 

—¿Qué estás haciendo? No, por favor, levántate, Ethan. —Saori apenas podía hablar, sus ojos se llenaban de lágrimas y sus mejillas ardían de rubor. Sus piernas aun temblaban y su corazón acelerado.

—Saori, ¿te casarías conmigo? —dijo Ethan con una voz profunda y sincera, su tono temblando con emoción. —Quiero que compartas este sueño a mi lado, que tu corazón nunca más pertenezca al resto del mundo, sino solo a mí. 

Saori llevó una mano a su pecho, tratando de calmar el torbellino de emociones que la invadía. —Pero, Ethan. ¡Mi corazón ya es tuyo! No existe nadie más en mi vida que tú. 

Un destello de alivio iluminó los ojos de Ethan, pero su expresión cambió rápidamente a una seriedad grave. —Entonces es momento de que sepas la verdad, Saori. 

—¿Qué verdad, Ethan? —preguntó ella, su voz apenas un susurro, mientras sus pensamientos le hacían saber que era el momento de escuchar el secreto de los labios del CEO. 

Ethan tomó aire, dispuesto a revelar el secreto de los cuatrillizos, un peso que había cargado demasiado tiempo. Pero justo cuando iba a hablar, su teléfono vibró, rompiendo la tensión del momento. Miró la pantalla y vio que era Alejandro. Con frustración contenida, atendió la llamada. 

—¿Por qué me llamas ahora? Estoy en medio de algo importante —dijo, alejándose unos pasos de Saori para contestar. 

—Ethan, no cuelgues. ¿Dónde te encuentras? —preguntó Alejandro con intriga y escuchando el fondo.

Mientras Ethan escuchaba las palabras de Alejandro, su expresión se ensombreció. Se apartó aún más, dejando a Saori sola en la habitación. Ella suspiró, tratando de asimilar lo que acababa de suceder, cuando su propio teléfono comenzó a sonar. Extrañada, miró la pantalla y vio que la llamada provenía de la línea de la mansión de los Clark. 

Al atender, una voz familiar llenó el silencio. —¿Cómo has estado, Saori? —dijo la voz al otro lado, suave pero segura. —Quiero invitarte a cenar esta noche. ¿Quieres que pase por ti a tu apartamento? 

Saori se quedó helada, el teléfono temblando en su mano. —¿Ethan? —preguntó, su voz teñida de sorpresa. —¿Cómo era posible que Ethan estuviera hablando con ella al mismo tiempo que se encontraba en su apartamento y tras haber compartido el momento más íntimo posible?

Saori conocía la razón y el secreto a voces que esta vez se fisuró por los celos de uno de los cuatrillizos. —¡Si, por supuesto! ¿Paso por ti?

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