Amores Prohibidos en la Oficina

Esa noche, mientras la lluvia tamborileaba contra las ventanas, Saori repasó su plan una y otra vez. Había decidido que, ¿si los cuatrillizos querían jugar con su mente y su corazón? Ella les demostraría que no era una simple espectadora en este juego. Sabía que cada uno de ellos tenía su propia personalidad, sus propios secretos. Ahora su misión era descubrirlos.

Al día siguiente, Saori llegó a la oficina con la determinación de encontrarse con el CEO Ethan para tomar un café. Apenas llegó, notó que algo estaba diferente en su actitud. Más serio, más analítico. Se trataba de Nathan, estaba segura. Decidió probar su teoría lanzando preguntas sutiles. —Ethan, ¿recuerdas cuando hablamos de tus planes de abrir una galería de arte? —preguntó con una sonrisa inocente, pero estudiando cada detalle de su reacción.

Nathan parpadeó, incómodo, antes de responder con evasivas. No era el soñador apasionado que Ethan siempre mostraba ser.  Antes de dar una respuesta, Nathan sonrió con sarcasmo. —¡Claro! Lo había olvidado por completo. ¿Tienes tiempo esta tarde?

Saori con incertidumbre no dejó de sentirse preocupada por la pregunta de Nathan, a lo que ella guardando su distancia y desconfianza mencionó. —Cuento con una reservación para el cine con Rubí y Jane. Pero podría ser por la noche. ¿Qué te parece? —sonrió Saori, sabiendo que era imposible para Nathan tomarse la noche.

Nathan molesto por la situación, claramente dejó entre ver. —¡No puedo Saori y lo sabes! Entonces almuerza conmigo, hay temas importantes que debo tratar contigo y no pueden esperar. ¡No puedo esperar más tiempo!

Saori intrigada por la situación, asintió con interés. —¡Por supuesto! Aun seria mi horario de trabajo, pero entre nosotros hay confianza. ¿Qué sucede amor?

Nathaniel sintió celos al momento de escuchar a Saori. Sabiendo que ella se refería con esa tierna palabra hacia su hermano Ethan, lo que lo molestaba con extremo llevar la fachada del nombre de su hermano mayor y no expresarse como deseaba con Saori.

Saori se acercó peligrosamente a Nathan, sus manos recorrieron el pecho de Nathan. Susurrándole. —Estoy ansiosa porque llegue el almuerzo, no me lo has propuesto como tal y conozco tus razones, pero me encantaría que me tomaras como mujer.

Nathan se sonrojó y evitó continuar con la situación entre ellos, dejando un beso en la mejilla de Saori. —¡Pronto! Pronto podremos disfrutar de nuestra relación, mientras tanto debo enviar estos archivos a la oficina del ministro de relaciones exteriores de Hungría. ¿Puedes ayudarme con ello?

Saori sonrió tibiamente, sabiendo que había provocado lo que llevaba en mente. ¡Sin más! Recibió los archivos y su trabajo ese día continuo con normalidad.

Al día siguiente era el turno de Lucas en aparecer en la oficina del CEO. Apareció con la misma fachada de Ethan. Este CEO Ethan era encantador, lleno de energía, y hablaba con fluidez sobre deportes y aventuras que nunca había escuchado de Ethan antes. Saori jugó su papel, sonriendo y asintiendo, mientras anotaba mentalmente cada diferencia. 

Saori llevando el control de los cambios y rasgos físicos de cada uno de ellos, anotaba cada detalle. ¡Por muy mínimo que este fuere! Mencionando de manera repentina. —No te sentía tan emocionado por el deporte desde la última vez que reservaste el VIP de los juegos de invierno.

Lucas se sintió sorprendido por la repentina mención de Saori, preguntándose antes de dar una respuesta. —¿Por qué Ethan nunca lo mencionó?

Su rostro lo decía todo y Saori sabía que en ese momento Lucas se encontraba vacilando en responder. Que, de manera espontánea, Lucas asintió con incomodidad. —Tienes razón, fue hace mucho que no lo recordaba. Espero que se pueda repetir una ocasión así.

Saori esa misma tarde antes que se marchara, susurró. —Lucas seguramente fue el CEO de turno, ahora no queda duda que Alejandro es el que queda por enfrentar.

Saori estaba por completar su rompecabezas y Alejandro era la pieza final para hacer caer a los cuatrillizos. Aunque aún no descubría la razón por la cual era un secreto la existencia de los hermanos Clark

Alejandro el ambicioso y enigmático de los cuatro. Su voz era más profunda, sus respuestas más cortas, y sus ojos parecían observar cada movimiento de Saori como si intentara descifrarla.

En ese momento Saori tuvo una revelación. —Alejandro es el más ambicioso del grupo, el más desconfiado, pero también el más peligroso si se trata de mantener el secreto. 

Notó el interés de Jane hacia quien aparentaba ser el CEO Ethan, no mostrando celo alguno al momento que Alejandro ingresó a la oficina en compañía de Jane.

Rubí desconcertada se acercó y susurró al oído de Saori. —¡Es una descarada! No puede ocultar la mirada lujuriosa que tiene hacia el CEO. Deberíamos tener cuidado con ella.

Saori sonriendo y sin importarle, le respondió sin interés alguno. —No debería causarte molestia, seguramente el CEO le ha dado lugar para que ella se ilusione de esa manera. Además. ¿No te gustaría estar en su lugar?

Rubí asintió de inmediato con sorpresa. —¿Gustar? ¡Me encantaría estar entre sus brazos así fuera una sola vez! ¿Quién podría resistirse a ese hombre? —dijo Rubí con la mirada perdida. —¿Acaso no lo deseas tu también? He visto que sales de esa oficina con la sonrisa de oreja a oreja. —añadió Rubí increpante.

La oficina del CEO estaba silenciosa, iluminada por la luz tenue que entraba a través de las persianas. Jane estaba de pie junto al escritorio de Ethan o al menos eso creía ella, arreglando los documentos que había dejado antes. Su cabello castaño caía en suaves ondas sobre sus hombros mientras sus ojos, llenos de una mezcla de nerviosismo y expectación, se posaban en Alejandro, quien había asumido el rol de su hermano mayor con una facilidad inquietante.

Alejandro, sentado en la silla de cuero del CEO, la observaba con una mirada que oscilaba entre la intensidad y la ternura. Sabía que el riesgo de ser descubierto era alto, pero en ese momento todo lo demás parecía desvanecerse. Se levantó de la silla y dio unos pasos hacia Jane, acortando la distancia entre ellos.

—Jane… —murmuró Alejandro con una voz suave pero cargada de emoción, tomando su mano con delicadeza. Sus dedos se entrelazaron instintivamente, como si ese contacto hubiera sido una promesa largamente esperada.

Jane levantó la mirada, sus ojos brillando con algo más que admiración profesional. —Ethan… —susurró, creyendo que estaba frente al hombre al que siempre había servido con devoción, sin saber que en realidad era Alejandro quien estaba frente a ella. —Esto es… una locura. Pero no puedo seguir fingiendo que no siento esto. 

Alejandro se inclinó, dejando que su frente rozara la de ella, susurrando con una voz ronca. —Ni yo. Estar cerca de ti, tener que ocultar lo que siento… es más difícil de lo que imaginaba. 

El tiempo pareció detenerse mientras sus labios se encontraban en un beso lento y profundo, un momento que parecía desbordarse de todo lo que habían reprimido. Alejandro la rodeó con sus brazos, atrayéndola más cerca, mientras Jane se abandonaba a ese instante con un suspiro tembloroso.

Lo que ninguno de los dos sabía era que, en ese mismo momento, Saori estaba en el pasillo, observando a través de la rendija de la puerta ligeramente entreabierta. Su corazón latía con fuerza mientras trataba de procesar lo que estaba viendo. 

—Así que esto es lo que escondes, Alejandro… —murmuró Saori para sí misma, una mezcla de sorpresa y una chispa de celos encendiéndose en su pecho. 

Sin embargo, no podía permitirse perder el control. Esto era una pieza más del rompecabezas, una clave para diferenciar a los hermanos y entender sus verdaderas motivaciones. Se alejó en silencio, con una mezcla de curiosidad y determinación en su mirada. Lo que había presenciado no solo le daba ventaja, sino también una perspectiva distinta sobre la compleja red de secretos que rodeaba a los cuatrillizos. 

Mientras tanto, en la oficina, Alejandro y Jane seguían perdidos en su efímera burbuja de intimidad, ignorantes de las sombras que comenzaban a formarse a su alrededor.

Esa noche, mientras Saori volvía a su apartamento, su corazón estaba en conflicto. Podía distinguirlos ahora, podía ver a través de sus máscaras, pero, ¿cuánto más los conocía? Más difícil era ignorar que había momentos en los que cada uno mostraba una humanidad real, incluso una vulnerabilidad que la hacía cuestionarse todo. 

Finalmente, en su próximo encuentro con Ethan, Saori decidió cambiar de estrategia. Quería saber si su conexión con él era auténtica o solo parte del juego. Cuando él llegó, ella lo recibió con un abrazo más largo de lo habitual, dejando que el calor de sus emociones fluyera entre ellos. 

—Ethan, quiero que seas honesto conmigo. Solo una vez. Dime algo que nadie más sabe de ti. Algo que sea solo tuyo. —Saori sostuvo su mirada, buscando una verdad que desnudara su alma. 

Ethan pareció dudar, pero finalmente tomó su mano y, con una voz cargada de emoción, le susurró. —Saori, lo único que sé con certeza es que te amo. Y, aunque todo esto se caiga a pedazos, mi amor por ti nunca ha sido parte del juego. 

El corazón de Saori se tambaleó. ¿Era posible que Ethan realmente fuera diferente de sus hermanos? ¿O simplemente era el mejor jugador de todos?

Mientras las piezas de este complejo rompecabezas comenzaban a caer en su lugar, Saori supo que el camino hacia la verdad sería tan doloroso como necesario. Pero si algo estaba claro, era que Ethan, Nathan, Lucas y Alejandro no volverían a subestimarla jamás.

—¿Parte del juego? —preguntó Saori, mientras se abrazaba fuertemente a la cintura del CEO Ethan. Del que en verdad estaba enamorada.

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