Todo parecía indicar que Nathan había logrado su objetivo con Saori esa mañana en la que salieron de la empresa y Ethan estallaba en rabia tras haber recibido las muestras de burla de parte de su hermano Nathan.
El día transcurrió y Ethan no encontraba sosiego, hasta que la noche lo arropó en su habitación y el sentimiento de traición y decepción fue su peor acompañante durante la noche, sabiendo que al día siguiente debería enfrentar a Saori. Sin saber realmente lo sucedido con Nathan.
A la mañana siguiente Ethan encontró a Saori en la sala de reuniones vacía, revisando algunos documentos. Había algo diferente en ella, una serenidad calculada que él no terminaba de entender. Con el corazón aún pesado por la furia del día anterior, decidió enfrentarla con la verdad que tanto lo atormentaba. —Saori. —dijo con firmeza, cerrando la puerta detrás de él. —Necesito hablar contigo. Es importante.
Saori levantó la vista, su rostro sereno, aunque sus ojos brillaban con una intensidad que delataba que sabía más de lo que aparentaba. —Claro, Ethan. Estoy aquí para escuchar.
Ethan respiró profundamente, intentando organizar sus pensamientos. —Sobre lo que ocurrió ayer… estaba pensando…
Saori lo interrumpió con una leve sonrisa, que desarmó por completo su discurso. —¿Entre nosotros? ¿Qué crees que ocurrió exactamente, Ethan?
Ethan vaciló. La pregunta de Saori lo desarmó aún más y se sintió confundido de pronto. Así que mencionó con un susurró inaudible. —No sé si… fue de tu agrado.
Saori inclinó la cabeza, evaluándolo. Había algo en su tono, una mezcla de tristeza y desafío, que lo hizo dudar aún más. —Me encantó la sorpresa, aunque me encantaría que te atrevieras a más. ¡Como ayer en la oficina!
Ethan sintió un alivio inmediato, aunque las palabras de Saori no disiparon por completo su preocupación. —¿Entonces? ¿Deseas que demos ese paso?
Ella se levantó, acercándose a él con pasos seguros. —Ethan, ¿por qué no me dices la verdad primero? Siempre dices que me amas, que soy especial para ti, pero no puedo evitar sentir que hay algo más. Algo que estás ocultando.
Ethan retrocedió, su mirada cargada de culpa. No estaba listo para confesarlo todo, no todavía. —Es complicado, Saori. Hay cosas que… no puedo explicar ahora mismo.
Saori sonrió ligeramente, pero esta vez había algo gélido en su expresión. —Lo entiendo. Yo también tengo secretos. Seguramente esos secretos suelen pesar mucho más que la verdad y no es fácil soltarlos, pero estamos juntos y desearía que confiaras en mi por completo.
Antes de que Ethan pudiera responder, Saori deslizó un sobre sobre la mesa frente a él. Dentro estaban las copias de las actas de nacimiento de los cuatrillizos Clark. Ethan palideció al ver los documentos, su mente girando frenéticamente. —¿Dónde conseguiste esto? —preguntó con un tono bajo y amenazante.
Saori se cruzó de brazos, desafiante. —No es tan difícil juntar piezas cuando tienes acceso a los archivos de la empresa. Y cuando alguien comienza a notar patrones, como que Ethan Clark parece estar en demasiados lugares al mismo tiempo. Sin embargo, no me sorprende porque eres un CEO que no descansa en lo más mínimo.
Ethan trató de calmarse, pero sabía que el juego había cambiado. Saori estaba más cerca de la verdad de lo que él había imaginado. Saori se refería a los documentos de la nueva empresa que se desarrollaría fuera del país, ocultando realmente lo que minutos antes había descubierto.
Ethan se apresuró y levantó los documentos, mezclándolos con las acciones. —¿Por qué se encuentran aquí los documentos? Esto deberías hacerlo en mi despacho.
Ella lo miró directamente a los ojos. —¡Ese despacho sin ti, no es nada! Me sentía desorientada y esta sala me hace sentir que hay mucho por saber de Ethan Clark.
Mientras tanto, en las oficinas privadas de la empresa, Lucas y Alejandro revisaban los números financieros. Habían estado desviando fondos de manera silenciosa durante semanas, utilizando complejas maniobras financieras para cubrir sus huellas.
—¿Si seguimos a este ritmo? En un mes tendremos el control total de las cuentas en el extranjero. —dijo Alejandro, su tono lleno de satisfacción.
Lucas asintió, pero su sonrisa se desvaneció cuando vio a Nathan entrar sin anunciarse.
—¿Qué demonios están haciendo? —exigió Nathan, cerrando la puerta con un portazo.
Alejandro levantó una ceja. —¿Qué parece que estamos haciendo? Salvando lo que queda de esta empresa.
Nathan se acercó, su mirada peligrosa. —Lo que están haciendo es destruirlo todo. Pero no es mi problema, ¿verdad? Al final, yo no necesito esta empresa para conseguir lo que quiero.
Lucas se burló. —¿Y qué es lo que quieres, Nathan? ¿El amor de Saori? Porque parece que ni siquiera puedes lograr eso.
Nathan avanzó hacia Lucas, sus puños apretados. —Al menos yo no necesito robar para sentirme importante.
Antes de que la situación escalara más, Alejandro intervino. —¡Basta! Lo que importa ahora es que todos tenemos algo que perder. Y, ¿si no trabajamos juntos? Esa mujer y Ethan nos destruirán.
Nathan enfurecido por el comentario de Alejandro, insinuó. —Saori debería ser el menor de los problemas. Ethan es el que en verdad preocupa con su empedernido deseo por contar la verdad a esa mujer.
—¡Eso no lo podemos permitir! —exclamó Lucas con furor.
Alejandro observó a Lucas guiñando y diciendo. —¿Qué te parece Nathan, si trabajas a nuestro lado y nos deshacemos de Ethan?
La pregunta de Alejandro era confusa, aunque Nathan sospechaba que sus hermanos estaban desfalcando las arcas de la empresa. Aun así, preguntó. —¿Trabajar? ¿A qué te refieres con eso?
Lucas lo tomó por el hombro y susurró. —¿Desearías quedarte con la empresa? Sabemos que el legado de nuestro padre es tu mayor ambición. Pero para ello necesitamos que nos dones la parte de las acciones que te corresponden, dejaremos que Ethan cuente la verdad, pero a cambio tendrá que abandonar la empresa juntamente con Saori. Con Alejandro te dejaríamos el control absoluto de la empresa. ¿Qué te parece?
Más tarde, Nathan encontró a Ethan en la sala de reuniones, aun sosteniendo las actas de nacimiento. —¿Así que Saori ya sabe algo? —dijo Nathan, su tono casual pero cargado de veneno.
Ethan lo miró con desprecio. —No es asunto tuyo.
Nathan sonrió lentamente. —Tal vez lo sea. ¡Debería serlo! Porque, después de todo, yo fui quien inició todo este caos. Tu mente se imaginó muchos escenarios ayer, ¿Verdad? No te puedes imaginar lo bien que puede moverse esa mujer en la cama. Pero, eso no te lo mencionó.
Ethan quedó inmóvil, su mente tratando de procesar lo que acababa de escuchar. —¿Qué estás diciendo? —preguntó con la voz rota.
Nathan se acercó, sus palabras como dagas. —Me lo imaginé, ella me aseguró que no mencionaría nada al respecto y que ese primer encuentro lo guardaría en su corazón como un sueño húmedo y satisfactorio. ¡Lamento haberme adelantado a tus intenciones!
Ethan con rabia alzó los puños y con una mirada amenazante exclamó. —¡Eres un mentiroso y manipulador! Eso no sucedió entre ustedes. Saori no sería capaz de mentir, es momento de acabar con todo esto Nathan. ¡Le contaré la verdad!
Nathan sonrió a carcajadas, diciendo. —Tienes razón. Saori no aprovechó la oportunidad que le ofrecí y ella insistió en regresar cuanto antes a la empresa. Parece ser que ella cuenta con mayor afinidad a ser empedernida con el trabajo como tú.
Ethan entonces abrió la puerta prohibida en ese instante. —Eres un monstruo —dijo, avanzando hacia Nathan con los puños cerrados.
—¿A qué te refieres con eso? —preguntó Nathan mientras observaba a su hermano avanzando hacia el con furia.
—Ellos nunca iban a elegirte como el líder. ¡Nathan! ¿Por qué asesinaste a nuestros padres? Ellos no merecían ese final. —mencionó Ethan antes de acertar un puñetazo en el rostro de Nathan.
La confesión dejó a Nathan devastado, pero también lo llenó de una furia que nunca había sentido antes. —¡Tal vez! Pero al menos no soy un hipócrita. Mencionas que te importa más la familia que una mujer, cuando en verdad no es así y continúas insistiendo en revelar la verdad a Saori. ¿Todo por qué? ¡Por no lastimarla! Eso es una vil mentira de tu parte. Sabes que ella me importa y por eso la deseas solo para ti, así como también deseas esta empresa solo para ti. Si no, ¿Por qué debimos adoptar tu nombre y no el mío para la representación de la empresa?
En la penumbra de su apartamento, Saori extendió sobre la mesa las actas de nacimiento que había encontrado. Las observó en silencio, los nombres de Ethan, Nathan, Lucas y Alejandro brillando con una claridad cruel bajo la luz tenue de la lámpara. Sus dedos trazaron lentamente las líneas del papel, mientras en su pecho se debatían el dolor y la determinación.
—Ethan… —susurró, su voz quebrándose. —¿Por qué tuviste que ser parte de esto?
Tomó una de las actas, la de Ethan, y la sostuvo frente a sus ojos como si pudiera leer en ella algo más que palabras. —Siempre me miraste como si yo fuera todo lo que importaba, como si fueras capaz de dejarlo todo por mí… Pero, ¿cómo puedo confiar en ti ahora, sabiendo que compartiste este juego cruel con ellos?
Dejó caer el papel sobre la mesa, juntando las actas en un solo montón con un movimiento decidido. —No importa cuánto pueda llegar a doler, no puedo dejar esto así. Me hicieron creer en algo que no era real. Jugaron conmigo, con mi corazón, como si fuera una pieza en su tablero. Pero ahora… ahora soy yo quien moverá las fichas.
Se levantó, rodeando la mesa con pasos lentos, su mirada fija en los documentos. Su voz, aunque suave, estaba cargada de determinación. —Nathan, Lucas, Alejandro… cada uno de ustedes va a pagar por esto. Me aseguré de conocerlos, de comprender sus debilidades, sus ambiciones. Y voy a usarlas en su contra.
De pronto, su tono se suavizó, y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras pensaba en Ethan. —Pero tú… tú eras diferente, ¿verdad? Me abrazabas como si realmente me necesitaras, como si me amaras de verdad. ¿O eso también era parte del juego?
Se llevó las manos al rostro, luchando por contener el llanto que amenazaba con desbordarse. —Te amo, Ethan… pero nunca voy a permitir que me lastimes otra vez.
Con un último suspiro, Saori se irguió, recogiendo las actas y guardándolas en una carpeta que cerró con llave. —Ahora les toca sufrir, uno por uno. Y, ¿cuándo todo termine? ¿Cuándo ninguno de ustedes tenga el control? Tal vez Ethan… tal vez entonces pueda perdonarte.
Los herederos de la empresa de tecnología fundada por su padre Alejandro Clark, se encuentran reunidos en la sala privada de la mansión. Los cuatro hermanos se encuentran reunidos. Ethan, el primero en nacer. Con una expresión seria y con un sentimiento encontrado en su pecho.Nathan el segundo en nacer se encuentra al lado de Alejandro y Lucas los últimos en nacer del parto de cuatrillizos. Los tres últimos se encuentras conversando acaloradamente sin prestar atención a Ethan, que se siente desesperado por la manera en la que sus hermanos intentan tomar la decisión sobre la secretaria Saori.Ethan, con un tono serio y fuerte. —¡Esto se nos está saliendo de control! Saori es muy inteligente, demasiado lista. ¿Si continuamos improvisando? Va a descubrir nuestras identidades más pronto de lo que creemos.Nathan, mostrando irrespeto y su verdadera intención, no dejo de mencionar con una sonrisa cruzada de malicia en su rostro. —¿Y cuál es el problema? Talvez sería mejor decirle la verdad
Saori permaneció en el estacionamiento, su corazón palpitando con una mezcla de emoción y adrenalina. El beso con Ethan había sido un punto de no retorno. Pero lo que realmente alimentaba su determinación era esa certeza, esa pequeña chispa que le decía que estaba desenmascarando algo mucho más grande que un simple secreto de un hombre que parecía ser único y solitario.Mientras tanto, en el despacho. Nathan emergió de las sombras con el rostro endurecido. Su mirada chocó con la de Ethan, que se giró al escuchar sus pasos y lo que pronunciaba al momento que se dirigía hacia él. —¿Qué crees que estás haciendo, Ethan? —Nathan escupió con desprecio, sus ojos brillando con ira contenida. —¿Cómo te atreves a romper el acuerdo que hicimos? ¿Ella significa tanto para ti como para arriesgar todo? Ethan se levantó de su asiento, firme, pero con un reflejo de culpa en sus ojos. —No tienes idea de lo que significa para mí, Nathan. Y no es solo un capricho. Es real. Algo que ninguno de nosotro