Capítulo 34 —El AbrazoNarrador:Nadia permaneció inmóvil en los brazos de Massimo, sintiendo su calor envolverla, su aroma masculino llenándole los sentidos. No supo cuánto tiempo estuvieron así, pero su corazón latía demasiado rápido, demasiado fuerte. No era el abrazo de un hombre reclamando a una mujer, no era posesivo ni provocador. Era… otra cosa.Y eso la aterraba más.Se obligó a reaccionar y separarse. Lo hizo con torpeza, con un movimiento brusco que traicionaba su aparente calma. Massimo la soltó sin resistencia, pero no se alejó demasiado. Sus ojos, profundos y analíticos, la recorrieron con una intensidad que la hizo contener la respiración.—¿Qué fue eso? —logró preguntar, su voz más inestable de lo que hubiera querido.Massimo esbozó una media sonrisa, pero no era burlona como de costumbre.—Un abrazo.Nadia frunció el ceño.—No eres de los que abrazan.—Tal vez tampoco soy el tipo de hombre que crees que soy.Las palabras la dejaron sin aire. Porque si era sincera cons
Capítulo 35 —Ladrón...Narrador:Nadia se abrazó a sí misma cuando la puerta se cerró detrás de Massimo. No entendía lo que acababa de pasar.Él la había abrazado… pero había sido diferente. No como cuando intentaba seducirla con sus susurros o sus caricias cargadas de intención. Esta vez la había sostenido como si quisiera darle algo que no supo identificar... protección, seguridad, calma...Y ella había correspondido. Por primera vez, había bajado la guardia y permitido que alguien la abrazara sin sentir miedo, sin tensarse como un resorte esperando lo peor. Y eso la aterraba.Subió las escaleras casi en piloto automático. Se cambió de ropa, se cepilló el cabello con nerviosismo y se metió en la cama. Pero no podía dormir. No con su piel todavía recordando la calidez de Massimo.Cerró los ojos con fuerza y se obligó a pensar en otra cosa. En cualquier cosa.Pero el teléfono sonó, rompiendo el silencio.Saltó en la cama, tomó el móvil con una respiración errática y, al ver el nombre
Capítulo 36 —El dueño de medio mundoNarrador:Nadia sintió su respiración entrecortada cuando el silencio se hizo denso en la habitación. Su piel todavía ardía, su mente seguía atrapada en el beso que acababan de compartir. No era solo el contacto, no era solo la boca de Massimo apretándose contra la suya con una posesión que jamás había experimentado, era el hecho de que él había sido el primero. Su primer beso. Y Dios, no podía haber sido de otra manera. Pero era un error.Lo sintió en la manera en que él la miró, en la forma en que su mandíbula se tensó antes de apartar la mirada. No iba a hablar de eso. No iba a reconocerlo. Era como si ambos supieran que si lo hacían, si lo nombraban, no habría vuelta atrás.Y no estaban listos para eso.Tragó saliva, sintiendo su cuerpo aún pegado al de él, la fuerza de su brazo envolviéndola, su aroma invadiendo cada rincón de su mente.—Massimo… —susurró, apenas un hilo de voz.Pero él no la dejó terminar. En un solo movimiento, la giró sobre
Capítulo 37 — PánicoNarrador:Nadia mantenía la vista fija en él. No podía evitarlo. Por más que quisiera concentrarse en cualquier otra cosa, su mirada se negaba a desviarse del perfil de Massimo, de la línea fuerte de su mandíbula, del modo en que sus manos se aferraban al volante con una firmeza casi insoportable. No decía nada, no hacía ningún comentario fuera de lugar, ni siquiera la miraba de reojo. Solo conducía, como si nada hubiera pasado. Y eso la desesperaba. Porque dentro de ella todo había cambiado.El beso no salía de su cabeza. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentirlo otra vez, el roce de sus labios, la forma en que la devoró con desesperación, con ansia. Y lo peor era que había correspondido, que su lengua se había entrelazado con la suya sin miedo, sin pensar, como si su cuerpo hubiera tomado el control.Pero ahora, al verlo tan imperturbable, se llenaba de dudas. ¿Sabría que había sido su primer beso? ¿Lo había notado? ¿Le había gustado? O peor aún… ¿Ahora le c
Capítulo 38 —Sin tocarlaNarrador:Massimo se mantuvo de pie en la entrada del apartamento, observándola mientras ella recorría el espacio, tocando los muebles, deslizando los dedos por la encimera de la cocina, inspeccionando cada rincón con una concentración que lo exasperaba y fascinaba al mismo tiempo. Era su casa ahora. Su refugio. Y él no estaba seguro de cómo se sentía al respecto.Cuando Nadia volvió a acercarse, él sacó las llaves de su bolsillo y se las tendió sin decir nada.Ella las tomó con lentitud, observándolas un momento antes de alzar la vista.—¿Tienes una copia?Massimo negó con la cabeza, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón para evitar hacer algo de lo que pudiera arrepentirse.—No. Solo hay dos. Y son tuyas.Nadia entrecerró los ojos, como si estuviera analizándolo.—Pero sí puedes entrar al edificio con la tarjeta.—Sí —admitió sin rodeos —Puedo entrar a los espacios compartidos, pero no a este apartamento.Ella ladeó la cabeza y apretó los labios
Capítulo 39 —¿Solo espasmos o algo más?Narrador:La cena continuó. Y con ella, la tortura.Nadia estaba al borde del colapso. Intentaba recuperar el control de su cuerpo, regular su respiración, aparentar que nada había pasado… pero Massimo no le daba tregua.Cada tanto, deslizaba los dedos por su muslo, con la excusa de rozarla sin querer. Cada vez que alguien hacía un comentario gracioso, él se inclinaba como si le fuera a susurrar algo, pero en su lugar, rozaba con sus labios la curva de su mandíbula, apenas un roce de aliento caliente, suficiente para enviar un nuevo escalofrío por su columna.El segundo golpe la tomó desprevenida.Justo cuando el postre fue servido, Massimo dejó caer su mano sobre su rodilla bajo la mesa. Nadia sintió que el aire se le atascaba en la garganta. Él no hizo nada más. Solo la dejó allí. No se movió, no la presionó… y eso fue peor. El calor volvió a arremolinarse entre sus piernas. Nadia cerró los ojos, sintiendo cómo su piel se encendía otra vez. Ma
Capítulo 1 —Completa y jodidamente, atractivoNarrador:La sala de la ONG estaba tranquila, con las sillas acomodadas en círculo mientras algunos de los asistentes iban llegando poco a poco. Nadia estaba allí, sentada en una de las sillas, con los dedos entrelazados sobre su regazo. No tenía idea de por qué había aceptado quedarse a la reunión cuando lo único que necesitaba era un trabajo, pero algo en la calidez de Ismael la había convencido. A su alrededor, los jóvenes iban tomando asiento, cada uno con sus propias historias, con sus propias cargas. Había una sensación de comunidad, de entendimiento tácito entre ellos, aunque Nadia aún no se sintiera parte de eso. Y entonces, la puerta se abrió de golpe. El impacto resonó en toda la sala, haciendo que todos giraran la cabeza al mismo tiempo. Dos hombres entraron. El primero, joven, con el cabello despeinado y la ropa desarreglada, forcejeaba inútilmente contra el agarre de quien lo traía a rastras. El segundo… Nadia sintió su estóma
Capítulo 2 — Sin hogar, sin destinoNarrador:La noche era espesa, el aire cargado de humedad y el asfalto aún retenía el calor del día. Nadia caminaba con pasos erráticos, su bolso colgando del hombro como un lastre, su ropa pegándose a su piel por el sudor frío que la cubría. No miraba atrás, no quería hacerlo. Si miraba atrás, tal vez se derrumbaría. No tenía a dónde ir. No tenía a quién llamar. No tenía nada. Solo el eco de aquella voz repugnante resonando en su cabeza.—Anda, bonita… ven a sentarte en la falda de papi, que quiere hacerte unos cariños…La bilis le subió a la garganta, pero la tragó de vuelta. No podía permitirse flaquear. No ahora. No cuando por fin había escapado.Había pasado toda su vida encerrada en un infierno del que parecía imposible huir. Una madre que no era más que una sombra vacía, con el aliento apestando a alcohol y los ojos nublados por la dependencia. Y él… ese asqueroso bastardo que la acechaba como un lobo esperando el momento perfecto para saltar