Capítulo 558
—¡Señor Guzmán! —exclamó Rosa, poniéndose frente a Alejandro como si quisiera encararlo—. ¡No puede irse así!

—¿Cómo dices? —replicó él, alzando una ceja con una mueca de incredulidad.

—Luciana… —Rosa señaló hacia atrás, en dirección a donde estaba Luciana—. ¡Ella es su esposa! ¿Le parece correcto marcharse, así como así, con la… la “otra”?

Al referirse a Mónica como “la otra”, el semblante de Alejandro se volvió sombrío en un instante, y la ligera sonrisa que tenía se esfumó.

—¿Quién te dio el valor para hablar así de ella? —espetó, con un brillo amenazante en la mirada.

Rosa se intimidó un poco, pero se enfureció aún más:

—¿Qué, acaso dije una mentira? Mónica es la tercera en discordia. ¿Dónde queda Luciana?

Alejandro soltó una risa burlona, preguntándose para sus adentros: «¿Y dónde me dejó Luciana a mí?». Pero no creía necesario explicárselo a una “extraña”.

—¡Hazte a un lado! —ordenó con frialdad.

—¡No lo haré! —se plantó ella.

Alejandro frunció el ceño, visiblemente harto:

—No va
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