—Hermano, debes quitar esa cara—me decía Carlo trayendo un poco de whisky en un vaso y extendiéndomelo.—No puedo estar tranquilo, esa mujer es tan…—tomé el vaso que me ofrecía, él también había tomado un vaso.—Ofenderla no te llevará a nada—reprochó mi amigo, dándome un sutil tirón para regañarme.Lo miré a sus avellanados ojos de soslayo, al parecer estaba más preocupado por mí de lo que esperaba.—Ya lo sé, pero ¿Qué puedo hacer? —miré hacia la costa.Ya era de noche y las luces ambarinas recorrían las calles perfilando los acantilados con su llamativa belleza, con casas, terrazas y locales que hacían contraste con su belleza arquitectónica. La brisa marina se compenetraba con la frescura de la noche, me había quitado mi saco y aflojado mi corbata. Habían pasado dos días desde que tuve el encuentro con el abogado, un día cuando le realizaron los análisis a Diane ¿y a un no podían traerme los resultados? Estaba completamente desesperado, ni siquiera podía concentrarme en el traba
Había ido a la costa a pasear un rato, la abuela estaba en un pequeño bar charlando con un conocido y vaya que era muy conocido, decidí dejarlos solos y pasear por la playa un momento. Pensaba en lo que pasaría cuando lo viera ¿Qué le diría?Discúlpame, pero solo por llevarte la contraria decidí salir con David Dubois y cuando quise irme me drogó y no pude llegar a verte, era la verdad, aunque sonara muy extraño.Miré los surcos de las olas del mar mediterráneo, ahora convertido en oscuridad mientras el cielo daba sus interludios de estrellas brillantes, la luna llena a lo lejos y en lo alto casi frente a mi arrebataba destellos en la espuma del mar volviéndolos plateados, era un hermoso momento para dejar de pensar.Me concentré simplemente en la vista, en la brisa marina que me envolvía y me había estremecer, podía sentir la sal en mis brazos y hombros descubiertos.Traté de no pensar en nada más que en ese momento, disfrutar de la arena en mis pies descalzos, enterré mis pies en la
LEONARDEstaba tan sorprendido que aún no sabía cómo reaccionar, estaba nervioso, claro que sí, estaba ansioso, preocupado y molesto, podría perderla por culpa de Diane.—Bueno—contestó lentamente—, creo que puedo esperar.No me esperaba que ella aceptara tan tranquilamente, quizá estaba a punto de darme un infarto de tantas emociones.No le quité los ojos de encima, parecía tan radiante y decidida, tan bella con esta luz de luna.Sus cabellos parecían platinados, su rostro enmarcado por ese fleco, sus ojos eran casi del mismo color que las lámparas ambarinas del Vesubio, sus mejillas ligeramente sonrojadas por el calor, sus labios entre abiertos que dibujaban una tranquila sonrisa, esta era, sin duda, una de las mejores imágenes que atesoraría de Audrey Eadlyn Vial.Sin embargo, no podía dejarla con una esperanza de la que ella dudara, más bien era la inseguridad mía, ella no debía enfrentarse a esto, no se lo merecía, así que no pude contenerme a decirle.—¿Estás segura?Por favor,
AUDREYMe estaba llevando a su casa, oh dios mío, esta no era una buena idea, definitivamente no.Leonard se detuvo en la entrada de una enorme reja de hierro mientras alguien abría, era un hombre pequeño y delgado, algo mayor.—Buonanotte, signor Dómine—(Buenas noches, señor Dómine) dijo—, sua madre è venuto fuori, mi ha chiesto di dirgli che sarebbe stato a casa di sua sorella—(su madre ha salido, me pidió de favor que le dijera que estaría en la casa de su hermana)—Grazie, Lorenzo—(gracias, Lorenzo) contestó Leonard, mientras se adentraba a su casa, o más bien, al enorme castillo.—¿Vives en un castillo? —solté un chillido asombrada, observando la enorme construcción.—Soy el rey de este castillo y tu príncipe azul.Fruncí el ceño.—Que arrogante.Se detuvo frente a unas columnas que a mi parecer era la entrada, en frente había una enorme fuente blanquecina de sirenas perfectamente esculpidas, rodeadas de arbustos y rosas trepadoras.El enorme castillo era una construcción de pied
Podría pasar todo el día con mi hermosa mujer, tumbados ahora en la cama, después de haber pasado por cada sillón, alfombra, el closet y terminado en la cama, sudados, jadeantes. No me cansaba de contemplar sus ojos cada vez que explotaba en éxtasis.Habíamos pasado toda la noche y el resto de la madrugada haciendo el amor, simplemente era un sueño hecho realidad. No me cansaba de atrapar sus canticos gemidos en mi boca una y otra vez. De repasar una y otra vez con mis manos su cuerpo. Me sentía realizado, extasiado, Audrey dormía plácidamente sobre mi pecho, su cabello desplegado como abanico sobre su delicada espalda y mis sabanas grises, contemplé esta posibilidad, no, este futuro, un futuro a lado de Audrey como debió haber sido desde que la vi.Estaba dispuesto a llevarla y hacer todo lo que ella quisiera, me tenía por completo a sus pies. Y solo ella podría elevarme, pero también podría destruirme, ella podía hacer de mi lo que quisiera, estaba por completo en sus manos, esta
AUDREYDesperté con un poco de malestar en el cuerpo, me removí entre las sabanas y recordé que no había estado sola, abrí los ojos rápidamente y lo busqué, pero me encontré sola en la habitación, bufé, estiré mis brazos, tenía dolor en todo el cuerpo.—Por dios—dije mientras me mecía hacia un lado, mi brazo se topó con una superficie dura y corrugada.“Tuve que salir, pero regresaré pronto, baja a desayunar. Tuyo Leonard”Sonreí, había pasado una noche increíble, era un increíble sueño.Me levanté y me dirigí a la ducha, me peleé un momento para entender las manijas hasta tener la temperatura correcta y relajar mi cuerpo dolorido, cuando terminé me envolví en la enorme bata de Leonard y busqué el secador.En cuanto terminé mi tarea con mi cabello, me miré detenidamente al espejo, esta Audrey me devolvía una mirada brillante, unas mejillas elevadas por la comisura de mi sonrisa, tenían un colorido rosa, no necesitaba maquillaje para verme radiante.Exploré el closet de Leonard, tenía
LEONARDSalí con el acta en la mano, Carlo y yo soltando risotadas, sabíamos que no era digno de un par de caballeros, pero esto debía celebrarse en grande.Ambos abogados se quedaron un poco a charlar un par de cosas de ellos, sin duda abría una gran suma en la cuenta de mi abogado a primera hora, de eso no había duda.Diane parada tras ellos, con su amiga de aspecto de arpía, que nos miraban con repudio, nos detuvimos un poco a esperar a mi abogado, tomando el acta como mi mayor orgullo y protegiéndola, ante todo.El teatro de Diane había caído cuando el juez tomó en sus manos el resultado de los análisis, pese a que, según me explicó, Diane había presentado unos análisis, sin el consentimiento de su abogado, los cuales habían sido positivos, pero bajo la insistencia de mi abogado y dios bendito sea, de una buena suma de dinero, el juez optó por cerciorarse de hacerle otras pruebas, de ahí a que tardara tanto los resultados y yo estaba más que agradecido con ese hombre tan razonable
AUDREY¿Dónde diablos estoy?Tenía la vista borrosa, intenté relajarme y concentrarme, hice el recuento de mi cuerpo trayéndome al presente, tenía un agudo dolor en la nuca que incrementaba, al parecer me encontraba sentada.Parpadeé repetidas veces, esto era peor que ser drogada, mi vista estaba muy borrosa y cada intento por despejarlo me desesperaba, me di cuenta que mis manos no me respondían y me asusté, concentrándome en lo que estaba pasando, pude mover los dedos y eso ya fue un alivio, traté de separar las muñecas y me di cuenta de que estaban atadas, eso no era buena señal. Intenté hacer ejercicios de respiración, lo menos que quería en este momento era alterarme e intenté recordar lo que había pasado.Tenuemente, con los ojos cerrados, vislumbré mis recuerdos.Estaba con Gianna de compras, estaba soleado… hacía calor y un poco de viento, estaba fuera, tenía algo en las manos… bolsos, bolsos que le dejé al chofer y un ruido… no, alguien, alguien lloraba, una mujer… dijo alg