AUDREYEl miedo se convirtió en asombro para después caer en alivio, el hombre que estaba frente a mí era un guardia de seguridad que había escuchado los gritos, tiró de David para alejarlo de mí.—Señorita, ¿se encuentra bien?—Si—dije aliviada.—¿Quiere que llame a la policía? —preguntó mi salvador—¿Podría hacer eso? —pregunté ya tranquila.De pronto comencé a sentirme mareada, quizá era la adrenalina que estaba bajando.—Eso no es necesario—protestó David mientras trataba de zafarse, de pronto otro guardia apareció y apoyó a su compañero para controlarlo—, ella es mi novia.—Por supuesto que no—repliqué enseguida.David comenzó a tironear con el guardia y de pronto le atenazó un golpe, mientras que el otro intentaba someter a David enseguida.Esto no estaba bien, si estaba en ese estado, algo malo podría pasarme.Corrí de nuevo hacia el restaurante, pero alguien me sujetó y solté un grito.—Tranquila, señorita Vial—vi al hombre, era el encargado, solté un fuerte suspiro de alivio
Los abogados habían solicitado una reunión de ambas partes, así que debía estar en la oficina de la firma a las nueve de la mañana, ahora eran las cinco y no había podido conciliar el sueño.Había tenido que regresar a Nápoles, pero no era eso lo que me mantenía despierto, sino ella, el solo pensarla me estremecía.Estuve metido en juntas el viernes hasta tarde, para luego irme a la Colombe y esperé tanto como pude, cuando había dado por hecho que ella jamás llegaría, contra todo el impulso de buscarla dejé que Carlo me llevara casi a último minuto al aeropuerto esperando en una de las cafeterías, intenté llamarla, pero justo al momento de hacerlo anunciaron el abordaje de mi hangar, así que me marché sin mirar atrás.Ella había decidido no vernos, tal vez no quería saber nada de mí, sabía la promesa que me había hecho de que nada ni nadie podría separarnos, pero con ella, con ella no podía luchar si esa era su decisión.Aun así, ir a la reunión con los abogados era lo más sensato que
Después de un par de horas más de papeleo del hospital, que mis hermanos se encargaron, me percaté de que a pesar de todo Travis se comportaba lo bastante generoso con la detective y esta se mostraba al margen de lo profesional, siempre con un semblante serio.Pobre, pensé, era una mujer que se había ganado ese puesto con trabajo duro, quizá luchando contra la ideología de los hombres en esa estación o en donde fuera. Se veía que había tenido una vida dura, por eso ahora era una mujer bastante fuerte, responsable, seria y bastante profesional, por lo tanto, declinaba las atenciones y halagos de Travis. Esta se había paseado regularmente por el hospital, suponía que el caso era fácil, aunque demasiado escandaloso para ser fácil. Tiempo después mi familia y yo nos pudimos marchar del hospital en cuanto me dieron de alta, fuera había un pequeño grupo de paparazis.Mis padres me acompañaban uno a lado del otro —Lo que faltaba—gruñí, aunque no tenía la fuerza suficiente para luchar cont
—Hermano, debes quitar esa cara—me decía Carlo trayendo un poco de whisky en un vaso y extendiéndomelo.—No puedo estar tranquilo, esa mujer es tan…—tomé el vaso que me ofrecía, él también había tomado un vaso.—Ofenderla no te llevará a nada—reprochó mi amigo, dándome un sutil tirón para regañarme.Lo miré a sus avellanados ojos de soslayo, al parecer estaba más preocupado por mí de lo que esperaba.—Ya lo sé, pero ¿Qué puedo hacer? —miré hacia la costa.Ya era de noche y las luces ambarinas recorrían las calles perfilando los acantilados con su llamativa belleza, con casas, terrazas y locales que hacían contraste con su belleza arquitectónica. La brisa marina se compenetraba con la frescura de la noche, me había quitado mi saco y aflojado mi corbata. Habían pasado dos días desde que tuve el encuentro con el abogado, un día cuando le realizaron los análisis a Diane ¿y a un no podían traerme los resultados? Estaba completamente desesperado, ni siquiera podía concentrarme en el traba
Había ido a la costa a pasear un rato, la abuela estaba en un pequeño bar charlando con un conocido y vaya que era muy conocido, decidí dejarlos solos y pasear por la playa un momento. Pensaba en lo que pasaría cuando lo viera ¿Qué le diría?Discúlpame, pero solo por llevarte la contraria decidí salir con David Dubois y cuando quise irme me drogó y no pude llegar a verte, era la verdad, aunque sonara muy extraño.Miré los surcos de las olas del mar mediterráneo, ahora convertido en oscuridad mientras el cielo daba sus interludios de estrellas brillantes, la luna llena a lo lejos y en lo alto casi frente a mi arrebataba destellos en la espuma del mar volviéndolos plateados, era un hermoso momento para dejar de pensar.Me concentré simplemente en la vista, en la brisa marina que me envolvía y me había estremecer, podía sentir la sal en mis brazos y hombros descubiertos.Traté de no pensar en nada más que en ese momento, disfrutar de la arena en mis pies descalzos, enterré mis pies en la
LEONARDEstaba tan sorprendido que aún no sabía cómo reaccionar, estaba nervioso, claro que sí, estaba ansioso, preocupado y molesto, podría perderla por culpa de Diane.—Bueno—contestó lentamente—, creo que puedo esperar.No me esperaba que ella aceptara tan tranquilamente, quizá estaba a punto de darme un infarto de tantas emociones.No le quité los ojos de encima, parecía tan radiante y decidida, tan bella con esta luz de luna.Sus cabellos parecían platinados, su rostro enmarcado por ese fleco, sus ojos eran casi del mismo color que las lámparas ambarinas del Vesubio, sus mejillas ligeramente sonrojadas por el calor, sus labios entre abiertos que dibujaban una tranquila sonrisa, esta era, sin duda, una de las mejores imágenes que atesoraría de Audrey Eadlyn Vial.Sin embargo, no podía dejarla con una esperanza de la que ella dudara, más bien era la inseguridad mía, ella no debía enfrentarse a esto, no se lo merecía, así que no pude contenerme a decirle.—¿Estás segura?Por favor,
AUDREYMe estaba llevando a su casa, oh dios mío, esta no era una buena idea, definitivamente no.Leonard se detuvo en la entrada de una enorme reja de hierro mientras alguien abría, era un hombre pequeño y delgado, algo mayor.—Buonanotte, signor Dómine—(Buenas noches, señor Dómine) dijo—, sua madre è venuto fuori, mi ha chiesto di dirgli che sarebbe stato a casa di sua sorella—(su madre ha salido, me pidió de favor que le dijera que estaría en la casa de su hermana)—Grazie, Lorenzo—(gracias, Lorenzo) contestó Leonard, mientras se adentraba a su casa, o más bien, al enorme castillo.—¿Vives en un castillo? —solté un chillido asombrada, observando la enorme construcción.—Soy el rey de este castillo y tu príncipe azul.Fruncí el ceño.—Que arrogante.Se detuvo frente a unas columnas que a mi parecer era la entrada, en frente había una enorme fuente blanquecina de sirenas perfectamente esculpidas, rodeadas de arbustos y rosas trepadoras.El enorme castillo era una construcción de pied
Podría pasar todo el día con mi hermosa mujer, tumbados ahora en la cama, después de haber pasado por cada sillón, alfombra, el closet y terminado en la cama, sudados, jadeantes. No me cansaba de contemplar sus ojos cada vez que explotaba en éxtasis.Habíamos pasado toda la noche y el resto de la madrugada haciendo el amor, simplemente era un sueño hecho realidad. No me cansaba de atrapar sus canticos gemidos en mi boca una y otra vez. De repasar una y otra vez con mis manos su cuerpo. Me sentía realizado, extasiado, Audrey dormía plácidamente sobre mi pecho, su cabello desplegado como abanico sobre su delicada espalda y mis sabanas grises, contemplé esta posibilidad, no, este futuro, un futuro a lado de Audrey como debió haber sido desde que la vi.Estaba dispuesto a llevarla y hacer todo lo que ella quisiera, me tenía por completo a sus pies. Y solo ella podría elevarme, pero también podría destruirme, ella podía hacer de mi lo que quisiera, estaba por completo en sus manos, esta