«Vamos a estar bien. Te prometo que vamos a estar bien» aseguró Milo y Maddox solo cerró los ojos, echando atrás la cabeza en el asiento del avión.
«¿Tú también te sientes así?», le preguntó.
«Sí, pero no por la boba, sino por ti y por… Briccia. Ella me gusta» confesó Milo.
Maddox sintió el nudo en la garganta, y un dolor seco u profundo, como si poco a poco estuvieran aplastando su corazón.
«Milo… siento que me voy a morir…» dijo mientras sus ojos se cristalizaban. «Estoy cansado de esto que soy. Tú eres lo único bueno que tengo».
«Y Rhia, no lo olvides, y el imbécil de Casthiel… hay gente que nos quiere…» replicó Milo y Maddox suspiró. «Quizás, cuando todo se acabe, deberíamos irnos lejos».
Su lycan no contestó. Solo se aferró al puño de la Keqzhara y trató de no pensar en otra cosa mientras un hombre de la tripulación se acercaba a decirle que estaban por llegar a su destino.
Maddox jamás había est
Lidora Nader había dejado de ser la Loba Loca de Astán en el mismo momento en que había vuelto a ser la Nana de la Última Reina. Sin embargo seguía vagando por los bosques, con sus yerbas, sus pociones y sus historias para divertir a los niños.A ella fue a la primera que recurrieron Aidan y Rhia cuando Bhremi se instaló en la alfombra delante de la chimenea de su salón, aullando cada dos segundos como si fuera una loba rechazada por su mate.—Esto no está bien —murmuró la anciana revisándola—. Bhremi está deprimida, pero Briccia está peor. Jamás la había visto tan mal, es como si mi muchachita se hubiera roto. No ha comido, no ha dormido, no para de llorar, está segura de que algo malo le pasó a su lobo.—¿«Su»? —preguntó Aidan levantando las cejas por el posesivo.Lidora lo mir&oac
Aidan cabeceó en el sofá del salón antes de que Rhia le pateara una pantorrilla sin compasión. Las gemelas no habían dejado de llorar desde el amanecer y para las diez de la mañana se estaba volviendo loco.—No te creas que vas a hacer eso cuando tengamos hijos, ¡despierta! —y para Aidan aquel fue el regaño más lindo del mundo.—¿Cuántos vamos a tener? —preguntó con una sonrisa tan amplia que Rhiannon se detuvo frente a él.—Al paso que vamos, creo que voy a llenarte de cachorros más pronto de lo que imaginas —le respondió y Aidan se levantó, rodeándola con los brazos y besándola.Estaba a punto de sugerir que le dejaran las bebés a la nana cuando Milo hizo su irrupción en el salón.«Suéltala, idiota, o voy a buscar la forma de echarte agu
Todos los lycans que podían hacer una diferencia estaban en aquella sala de reuniones: los Alfas, Dimitri, Konan, Hiro, Dereck, Noah; los paladines, Alanna y Maddox; y los consejeros, el general Gallagher, Cedrick y Brennan. En tres días habían logrado reunirlos a todos.Maddox les había explicado lo sucedido en América, les habían mostrado la carta de Myra y les habían hablado de las gemelas, era imposible no hacerlo, sin embargo su ubicación no había sido revelada a nadie. Los Alfas, incluso Konan, que no tenía las mejores relaciones con Rhiannon, se habían quedado espantados por lo que estaba sucediendo.Necesitaban actuar, antes de que Erea consiguiera lo que se proponía, antes de que el mismo albedrío que le habían arrebatado a sus lobos, les fuera quitado también a ellos. Sin embargo no lograban ponerse de acuerdo en la mejor manera de atacar.Nader era
—¿Cómo pudiste? ¡Fuiste el único hermano que tuve toda mi vida! —le gritó Aidan levantando a Brennan por el cuello del uniforme azul—. ¿Cómo pudiste lastimar a mi pareja, a la mujer que amo?—¡Eso no es cierto! Yo jamás te lastimaría a ti… ¡Yo nunca…!—No, a él no —sentenció Alanna—, pero harías lo que fuera para que Rhiannon desapareciera de su vida. ¿No es cierto?Aidan soltó a Brennan y se acercó a Alanna con el ceño fruncido.—¿De qué hablas? —gruñó.Alanna se mordió los labios con indecisión.—Tuve siglos para observarlo… —dijo quedamente—. Él… tiene sentimientos por ti.Aidan se echó atrás con un gesto de incomprensión.
Aidan sentía que el alma se le caía a los pies mientras su nariz comenzaba a sangrar. Dentro de él, Akela y otros dieciocho lobos aullaron angustiados.Los Alfas lo miraron con preocupación porque a aquellas alturas ya todos sabían que, a menos que un fantasma le hubiera roto la nariz, aquello era provocado por lo que le estaban haciendo a la reina.Se limpió con rabia mientras rogaba a la Diosa dos cosas: la primera, que Rhiannon fuera capaz de enviarle una señal de dónde estaba, y la segunda, que todos los que la estaban lastimando estuvieran vivos cuando llegara, para tener el placer de arrancarles las gargantas él mismo.El piloto había entrado a anunciarles que estaban a punto de aterrizar en Nueva York cuando el primer corte se abrió sobre la piel de su antebrazo. Se levantó la manga y disfrutó cada herida que se iba abriendo sobre su piel mientras Alanna jalaba su m
Llegar por fin al aeropuerto internacional de Iguazú despertó un pico de adrenalina entre los lycans que se podía sentir a kilómetros. Los paladines los organizaron y en menos de veinte minutos estaban haciendo un reconocimiento en los hangares destinados a vuelos privados. Aidan estaba tan calmado que el resto de los Alfas estaban con los pelos de punta.Fue uno de los soldados de Dimitri quien dio la voz de alarma para que todos se acercaran a uno de los hangares. Aidan se arrodilló junto a las gotas de sangre seca que se veían en el suelo y Akela gruñó con rabia.«Es suya» —¡Tenemos un rastro! —gritó y luego se giró hacia Maddox—. Veinte escuadrones pequeños, tres exploradores. Perímetro de cinco millas. Vamos a comenzar a barrer. ¡Muévanse!Él personalmente tomó el rastro principal mientras los Al
La lanza blanca salió de un tirón del cuerpo de Cedrick, que se dio la vuelta sosteniéndose la herida con ambas manos, para encontrarse frente a frente con Brennan Tarik.—Tú… —murmuró con ojos desorbitados, tambaleándose.—Hay algo en lo que tienes razón —le dijo Brennan a Cedrick—. Lo he amado toda mi vida, le seré leal hasta mi último aliento… y él siempre lo ha sabido. Es mi Alfa, es mi hermano, es mi amigo, y siempre ha estado consciente de que prefería clavarme yo mismo una maldita Keqzhara en el pecho antes de hacerle daño.Dio un par de pasos atrás sin quitarle la vista de encima y apretó el botón que abrió la puerta de cristal. Aidan salió, pasando a su lado, yendo a darle un abrazo a su Beta.—¿Estás bien? —le preguntó sosteniendo su cuello y haciendo q
Rhiannon vio como en cámara lenta aquella aguja bajando hacia su vientre, lista para lastimar a sus hijos… y entonces todo el dolor, todo el miedo, toda la desesperación y la angustia tomaron una única oscura y peligrosa forma: la forma de la Loba de la Diosa.Su piel vibró con ira contenida, que lanzó fuera a una loba furiosa, con ojos inyectados en sangre y saliva caliente que fue a caer directamente sobre el pecho de Erea mientras atacaba uno de sus hombros. El pensamiento de la loba retumbó sobre aquellas paredes como un trueno.«¡¡¡TÚ… NO PONDRÁS… UNA GARRA… SOBRE NUESTROS CACHORROS!!!»Erea se quedó tumbada en el suelo, arrinconada contra una pared mientras veía con ojos desorbitados a la inmensa loba blanca que se interponía entre ella y la muchacha.Rhiannon se había desmayado por el esfuerzo de sacarla, est