La lanza blanca salió de un tirón del cuerpo de Cedrick, que se dio la vuelta sosteniéndose la herida con ambas manos, para encontrarse frente a frente con Brennan Tarik.
—Tú… —murmuró con ojos desorbitados, tambaleándose.
—Hay algo en lo que tienes razón —le dijo Brennan a Cedrick—. Lo he amado toda mi vida, le seré leal hasta mi último aliento… y él siempre lo ha sabido. Es mi Alfa, es mi hermano, es mi amigo, y siempre ha estado consciente de que prefería clavarme yo mismo una maldita Keqzhara en el pecho antes de hacerle daño.
Dio un par de pasos atrás sin quitarle la vista de encima y apretó el botón que abrió la puerta de cristal. Aidan salió, pasando a su lado, yendo a darle un abrazo a su Beta.
—¿Estás bien? —le preguntó sosteniendo su cuello y haciendo q
Rhiannon vio como en cámara lenta aquella aguja bajando hacia su vientre, lista para lastimar a sus hijos… y entonces todo el dolor, todo el miedo, toda la desesperación y la angustia tomaron una única oscura y peligrosa forma: la forma de la Loba de la Diosa.Su piel vibró con ira contenida, que lanzó fuera a una loba furiosa, con ojos inyectados en sangre y saliva caliente que fue a caer directamente sobre el pecho de Erea mientras atacaba uno de sus hombros. El pensamiento de la loba retumbó sobre aquellas paredes como un trueno.«¡¡¡TÚ… NO PONDRÁS… UNA GARRA… SOBRE NUESTROS CACHORROS!!!»Erea se quedó tumbada en el suelo, arrinconada contra una pared mientras veía con ojos desorbitados a la inmensa loba blanca que se interponía entre ella y la muchacha.Rhiannon se había desmayado por el esfuerzo de sacarla, est
Aidan nunca supo de dónde rayos Brennan había sacado ropa regular para Rhia, pero cuando abrió la puerta el lycans le extendió una blusa de color azul claro y unos pantalones bombacha de mujer. —Deberías decírselo —le dijo Rhia a Aidan mientras se vestía—. Ha estado contigo desde hace siglos, se ha jugado la piel y la sangre por ti, merece escucharlo. Aidan no respondió. Sabía a lo que Rhiannon se refería y sabía que tenía razón. Su loba se acercó a él, atrapando sus labios en un beso suave mientras lo acariciaba. —Te amo. —¡Te amo tanto, Rhia! No sé qué haría si te perdiera… si los perdiera —murmuró con acento ahogado. —Eso no va a pasar. Voy a ver a los Alfas, sigue mi olor cuando termines. El Alfa asintió, y Rhia salió escoltada por Alanna y Maddox. —Brennan —lo llamó Aidan antes de que los siguiera y su Beta se detuvo. —¿Está todo bien? —se preocupó este. —Nada está bien, pero intentaremos resolverlo. ¿Qué p
Aidan acurrucó a Rhia contra su pecho mientras la veía dormir con un sueño intranquilo. Solo habían pasado dos días desde el ataque a las instalaciones de Iguazú. Habían permanecido allí el tiempo imprescindible para organizarse, Briccia había venido en un avión a recoger a todos los que necesitaban ser enviados a Gales y luego Aidan había mandado poner diez cargas estratégicas en aquel infierno artificial. El complejo había volado por los aires, y finalmente había sido sepultado por la propia montaña.Nadie quería que fuera recordado ni usado de nuevo. Allí quedaban los restos de Cedrick Gallagher, y quizás el alma atormentada de Erea Casthiel. Al resto de los guardias se le había procurado al menos un nombre para que sus familias supieran que habían muerto allí.Después de eso habían caminado al norte todo un
—¿Habías estado antes en un duelo? —preguntó Rhia, dejando a un lado el cinturón de cuero que ya no podía ponerse.Llevaba pantalones negros ajustados y una playera de mangas a los codos, oscura también. Estaba lista para pelear aunque esperaba de corazón no tener que hacerlo.—No, nunca —respondió Aidan—. Mi padre colocaba a los Alfas de manera estratégica, atendía a su poder, sí, pero no los sometía a duelos, decía que eso era bárbaro.—Bárbaro es asesinar al lycan vencido si se rinde, pero una buena pelea por la supremacía no le hace daño a nadie —dijo Rhia encogiéndose de hombros—. Los Alfas deben ser los más fuertes de sus manadas, tienen que ganarse su respeto y su apoyo para poder liderarlos. Un Alfa cobarde, un Alfa débil, no ayuda a nadie, al contrario.Terminar
Rhiannon sonrió, suspirando ante aquel intento de Aidan de sorprenderla, pero lo había olido desde hacía rato, en especial porque no venía solo. Salió del pequeño arroyo y se quedó acostada al sol. Era un acto simple, pero ella lo disfrutaba inmensamente.—¿Todo salió bien? —preguntó sin abrir los ojos y escuchó cómo Aidan hacía un puchero porque le había arruinado la sorpresa.El Alfa llegó hasta ella y se tendió a su lado, besándola con suavidad.—Todo salió muy bien, el estado de las manadas no es muy bueno en este momento… pero es quizás sea bueno para nosotros. Sé que suena feo pero desde el punto de vista político así es —suspiró Aidan—. Theo las acostumbró a una dependencia de todo tipo y Maddox acaba de llamarlas cariñosamente «cachorros si
—¿Estás seguro de esto? —preguntó Maddox llegando junto a Aidan al punto de vigilancia y viendo la sonrisa maliciosa que se le extendía en el rostro. —¿Quieres quitarte los aros y masacrarlos a todos? —preguntó Aidan. —Claro que no. —Entonces esta es la mejor opción. Vamos. Maddox puso los ojos en blanco antes de seguirlo. Solo a Aidan podían ocurrírsele aquellas cosas. Cuatro días después de la carta del general Gallgher, ellos y uno de sus Alfas con un destacamento de doscientos lycans se habían dividido en cuatro grupos estratégicos para atacar el campamento central de los Alfas Adrien y Alec. —Recuerden, no dejen muertos en la medida de lo posible, pero tampoco permitan que los lastimen —ordenó el rey girándose hacia su destacamento—. Entramos y salimos de ese campamento, y luego corran con todo lo que tienen. El perímetro es de doscientas cincuenta millas, así que prepárense, porque será una larga cacería. —Nos veremos en este pun
Rhiannon se viró de costado, suspirando incómoda por la luz que no la dejaba dormir. Alcanzó el brazo de Aidan, que se sobresaltó un poco, y tiró de él para que se acostara a su lado.—¿Sigues pensando en la carta del general Gallagher? —preguntó con los ojos cerrados, mientras su lobo pasaba un brazo su cabeza y la estrechaba.—Sí, entendí lo que quiso decirme, logramos vencer a las últimas manadas… —la respiración del Alfa se hizo pesada—. Pero esto solo fue una distracción, estoy seguro. Nader usó a esta gente como cebo, o bien para escapar, o bien para atacarnos.—Pero amor… ¿cómo podría? Sin Alec y Adrien, ¿quién queda para respaldarlo?—Nadie, ese es el problema, así que este es probablemente el momento en que hará cualquier estupidez —dijo Aid
Aidan frunció el ceño en el mismo momento en que su celular sonó y vio el nombre de Hiro en la pantalla del celular.Apenas se lo puso en el oído ya se había levantado y echaba a correr hacia la puerta de salida, haciéndole un gesto a Maddox para que lo siguiera.—¡Estoy ahí en diez minutos! ¿Rhia…?—Me dejó a cargo de las gemelas en el cuarto de seguridad… espera… —se escuchaba la respiración nerviosa y entrecortada de Hiro—. ¡Briccia, viene Briccia con la Nana!—¡Maldición! —exclamó Maddox mientras se subía al asiento del conductor y sacaba el auto del estacionamiento como si estuviera en una pista de Fórmula 1.—¿Quién más está en el departamento? —quiso saber Aidan.—El general Gallagher… olía mucho a su sang