Todos los lycans que podían hacer una diferencia estaban en aquella sala de reuniones: los Alfas, Dimitri, Konan, Hiro, Dereck, Noah; los paladines, Alanna y Maddox; y los consejeros, el general Gallagher, Cedrick y Brennan. En tres días habían logrado reunirlos a todos.
Maddox les había explicado lo sucedido en América, les habían mostrado la carta de Myra y les habían hablado de las gemelas, era imposible no hacerlo, sin embargo su ubicación no había sido revelada a nadie. Los Alfas, incluso Konan, que no tenía las mejores relaciones con Rhiannon, se habían quedado espantados por lo que estaba sucediendo.
Necesitaban actuar, antes de que Erea consiguiera lo que se proponía, antes de que el mismo albedrío que le habían arrebatado a sus lobos, les fuera quitado también a ellos. Sin embargo no lograban ponerse de acuerdo en la mejor manera de atacar.
Nader era
—¿Cómo pudiste? ¡Fuiste el único hermano que tuve toda mi vida! —le gritó Aidan levantando a Brennan por el cuello del uniforme azul—. ¿Cómo pudiste lastimar a mi pareja, a la mujer que amo?—¡Eso no es cierto! Yo jamás te lastimaría a ti… ¡Yo nunca…!—No, a él no —sentenció Alanna—, pero harías lo que fuera para que Rhiannon desapareciera de su vida. ¿No es cierto?Aidan soltó a Brennan y se acercó a Alanna con el ceño fruncido.—¿De qué hablas? —gruñó.Alanna se mordió los labios con indecisión.—Tuve siglos para observarlo… —dijo quedamente—. Él… tiene sentimientos por ti.Aidan se echó atrás con un gesto de incomprensión.
Aidan sentía que el alma se le caía a los pies mientras su nariz comenzaba a sangrar. Dentro de él, Akela y otros dieciocho lobos aullaron angustiados.Los Alfas lo miraron con preocupación porque a aquellas alturas ya todos sabían que, a menos que un fantasma le hubiera roto la nariz, aquello era provocado por lo que le estaban haciendo a la reina.Se limpió con rabia mientras rogaba a la Diosa dos cosas: la primera, que Rhiannon fuera capaz de enviarle una señal de dónde estaba, y la segunda, que todos los que la estaban lastimando estuvieran vivos cuando llegara, para tener el placer de arrancarles las gargantas él mismo.El piloto había entrado a anunciarles que estaban a punto de aterrizar en Nueva York cuando el primer corte se abrió sobre la piel de su antebrazo. Se levantó la manga y disfrutó cada herida que se iba abriendo sobre su piel mientras Alanna jalaba su m
Llegar por fin al aeropuerto internacional de Iguazú despertó un pico de adrenalina entre los lycans que se podía sentir a kilómetros. Los paladines los organizaron y en menos de veinte minutos estaban haciendo un reconocimiento en los hangares destinados a vuelos privados. Aidan estaba tan calmado que el resto de los Alfas estaban con los pelos de punta.Fue uno de los soldados de Dimitri quien dio la voz de alarma para que todos se acercaran a uno de los hangares. Aidan se arrodilló junto a las gotas de sangre seca que se veían en el suelo y Akela gruñó con rabia.«Es suya» —¡Tenemos un rastro! —gritó y luego se giró hacia Maddox—. Veinte escuadrones pequeños, tres exploradores. Perímetro de cinco millas. Vamos a comenzar a barrer. ¡Muévanse!Él personalmente tomó el rastro principal mientras los Al
La lanza blanca salió de un tirón del cuerpo de Cedrick, que se dio la vuelta sosteniéndose la herida con ambas manos, para encontrarse frente a frente con Brennan Tarik.—Tú… —murmuró con ojos desorbitados, tambaleándose.—Hay algo en lo que tienes razón —le dijo Brennan a Cedrick—. Lo he amado toda mi vida, le seré leal hasta mi último aliento… y él siempre lo ha sabido. Es mi Alfa, es mi hermano, es mi amigo, y siempre ha estado consciente de que prefería clavarme yo mismo una maldita Keqzhara en el pecho antes de hacerle daño.Dio un par de pasos atrás sin quitarle la vista de encima y apretó el botón que abrió la puerta de cristal. Aidan salió, pasando a su lado, yendo a darle un abrazo a su Beta.—¿Estás bien? —le preguntó sosteniendo su cuello y haciendo q
Rhiannon vio como en cámara lenta aquella aguja bajando hacia su vientre, lista para lastimar a sus hijos… y entonces todo el dolor, todo el miedo, toda la desesperación y la angustia tomaron una única oscura y peligrosa forma: la forma de la Loba de la Diosa.Su piel vibró con ira contenida, que lanzó fuera a una loba furiosa, con ojos inyectados en sangre y saliva caliente que fue a caer directamente sobre el pecho de Erea mientras atacaba uno de sus hombros. El pensamiento de la loba retumbó sobre aquellas paredes como un trueno.«¡¡¡TÚ… NO PONDRÁS… UNA GARRA… SOBRE NUESTROS CACHORROS!!!»Erea se quedó tumbada en el suelo, arrinconada contra una pared mientras veía con ojos desorbitados a la inmensa loba blanca que se interponía entre ella y la muchacha.Rhiannon se había desmayado por el esfuerzo de sacarla, est
Aidan nunca supo de dónde rayos Brennan había sacado ropa regular para Rhia, pero cuando abrió la puerta el lycans le extendió una blusa de color azul claro y unos pantalones bombacha de mujer. —Deberías decírselo —le dijo Rhia a Aidan mientras se vestía—. Ha estado contigo desde hace siglos, se ha jugado la piel y la sangre por ti, merece escucharlo. Aidan no respondió. Sabía a lo que Rhiannon se refería y sabía que tenía razón. Su loba se acercó a él, atrapando sus labios en un beso suave mientras lo acariciaba. —Te amo. —¡Te amo tanto, Rhia! No sé qué haría si te perdiera… si los perdiera —murmuró con acento ahogado. —Eso no va a pasar. Voy a ver a los Alfas, sigue mi olor cuando termines. El Alfa asintió, y Rhia salió escoltada por Alanna y Maddox. —Brennan —lo llamó Aidan antes de que los siguiera y su Beta se detuvo. —¿Está todo bien? —se preocupó este. —Nada está bien, pero intentaremos resolverlo. ¿Qué p
Aidan acurrucó a Rhia contra su pecho mientras la veía dormir con un sueño intranquilo. Solo habían pasado dos días desde el ataque a las instalaciones de Iguazú. Habían permanecido allí el tiempo imprescindible para organizarse, Briccia había venido en un avión a recoger a todos los que necesitaban ser enviados a Gales y luego Aidan había mandado poner diez cargas estratégicas en aquel infierno artificial. El complejo había volado por los aires, y finalmente había sido sepultado por la propia montaña.Nadie quería que fuera recordado ni usado de nuevo. Allí quedaban los restos de Cedrick Gallagher, y quizás el alma atormentada de Erea Casthiel. Al resto de los guardias se le había procurado al menos un nombre para que sus familias supieran que habían muerto allí.Después de eso habían caminado al norte todo un
—¿Habías estado antes en un duelo? —preguntó Rhia, dejando a un lado el cinturón de cuero que ya no podía ponerse.Llevaba pantalones negros ajustados y una playera de mangas a los codos, oscura también. Estaba lista para pelear aunque esperaba de corazón no tener que hacerlo.—No, nunca —respondió Aidan—. Mi padre colocaba a los Alfas de manera estratégica, atendía a su poder, sí, pero no los sometía a duelos, decía que eso era bárbaro.—Bárbaro es asesinar al lycan vencido si se rinde, pero una buena pelea por la supremacía no le hace daño a nadie —dijo Rhia encogiéndose de hombros—. Los Alfas deben ser los más fuertes de sus manadas, tienen que ganarse su respeto y su apoyo para poder liderarlos. Un Alfa cobarde, un Alfa débil, no ayuda a nadie, al contrario.Terminar