Me doy la vuelta y miro a Sam, que para mi sorpresa no nos presta demasiada atención. Casi me choco con su pecho, pero antes de eso me sujeta por el brazo mientras guarda el móvil en el bolsillo trasero. A pesar de que me está tocando a través de la manga de la chaqueta, consigue que me ponga nerviosa y que el corazón me palpite a mil por hora. Me deshago de su suave agarre antes de desmayarme y me despido de Aiden con un gesto rápido de la mano.
Sam me sigue un par de centímetros detrás de mí mientras caminamos hacia el ascensor. Suspiro con dramatismo mientras esperamos a que llegue el dichoso ascensor. No me puedo creer que por su culpa tenga que volver a esa casa...
Un incómodo silencio se instala entre nosotros.
—A él no le pegas como a mí..., porque creo que hizo lo mismo que yo esta mañana —musita.
—No, porque él no se lo merece —replico cuando lo miro de reojo. Tiene las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta mientras se balancea sobre los talo
—Becca, despierta —susurra una voz.—Mmm, déjame en paz —farfullo.Oigo una risa que me resulta familiar y luego como se abre una puerta. Abro un ojo al instante, estoy un poco desorientada y la cabeza me palpita con insistencia. No tardo en ubicarme y saber que aún estoy en el coche con Sam. Una ráfaga helada hace que tiemble, provocando que me encoja aún más. Cierro los ojos en cuanto Sam entra en mi campo de visión.Sus fuertes brazos me levantan, recogiéndome. Hundo la cara en su pecho y me acurruco lo máximo posible a su calor. Me lleva como si no pesara nada mientras yo disfruto de su proximidad como la cabrona que soy; se está tan bien que no me movería de aquí jamás.El ruido del timbre me perfora los oídos, haciendo que gruña. Vuelvo a sentir de nuevo los movimientos de Sam caminando y como sube un par de escaleras.—¿Qué le pasa? —pregunta la irritante voz de Elizabeth.Escucho pasos rápidos y luego sé que estoy en casa por el repentino
Entreabro los ojos con pesadez, me cuesta a causa de la luz que entra en la habitación. Tanteo con ambas manos y compruebo que no hay nadie. Me levanto de golpe mientras sostengo el edredón con una mano sobre mi cuerpo desnudo mientras agudizo el oído para saber si por casualidad se ha metido en la ducha, pero no oigo nada.Vuelvo a dejarme caer sobre el colchón mientras mi mente viaja a los sucesos de la noche anterior. Por así decirlo, casi acabo de acostarme... Lo de anoche fue realmente genial. No sólo por el sexo si no por las sensaciones que provocaba en mí.Su intensidad, su deseo y algo que aún no soy capaz de describir, pero que fue realmente genial.A pesar de todo lo que sucedió ayer siempre solucionamos nuestros problemas. Tal vez no sea el modo más indicado ni el más eficaz, pero supongo que tenemos que hacernos daño para saber que somos lo suficientemente buenos.Ladeo la cabeza sobre la almohada y miro con el ceño fruncido el papel blanco que h
Amanda estaciona en el primer sitio que pilla libre. Es la segunda vez que vengo hasta esta calle, pero a pesar de que estamos a jueves sigue igual de ajetreada que un sábado cualquiera.Saco el móvil de la chaqueta y miro la hora con nerviosismo.—Deja el maldito móvil —me regaña Amanda. Estira la mano y me indica que se lo dé. Vacilo por un momento, pero tal vez debería desconectar de estos trastos—. Esta tarde es para nosotras —dice con entusiasmo.—De acuerdo —farfullo.Salgo del coche y cierro con suavidad mientras espero que ella haga lo mismo. Le doy un largo trago a mi café, que ya está casi frío y dirijo la mirada a ningún sitio en concreto. Estoy anestesiada, a veces tengo la sensación de que vivo demasiado rápido, como a cámara rápida, pero disfrutando de cada minuto como si fuera el último.Amanda me zarandea para sacarme de mis pensamientos.—¡Vamos! —apremia. Me coge de la mano y tira de ella con energía. Me río con suavidad y la sig
Voy distraída, con prisa para no intentar llegar de nuevo tarde al trabajo que cuando miro al frente, por alguna casualidad, lo veo, provocando que el corazón me martillee contra el pecho por la impresión. Pensaba que no tenía ni idea de donde vivía; me había asegurado a conciencia de que no lo descubriera.«¿Qué hace aquí?» inquiero para mí misma. Observo a Sam con curiosidad y expectación. Está apoyado en el capo con los brazos cruzados y actitud pensativa. Mi mirada viaja hasta el cigarrillo que sostiene entre el índice y el corazón.Dado que está distraído, me acerco hasta él con pasos lentos, aún no me ha visto o al menos me ha ignorado. Antes de que se aparte le doy un suave beso en la mejilla.—¿Tienes fiebre? —pregunta. Tira el cigarrillo al suelo y me mira con sorpresa.Mis mejillas se tiñen de rojo mientras me observa con sus ojos llenos de curiosidad y sorpresa, como si fuese algo novedoso que yo le dé un beso porque me apetece; es posible que sí l
Creo que lo peor de este trabajo es aguantar a los borrachos, pero no a los que te dicen obscenidades vulgares o te insultan cuando no les sirves más alcohol, ya que ya llevan un ciego que no deben saber ni el suelo que pisan. No, para nada. Los peores que te puedes encontrar son los despechados, porque, literalmente, comienzan a contarte sus penas de manera mal articulada y dramatizando todo lo que les ha sucedido con su ex–.Y para mi desgracia este es mi caso, porque mientras preparo cócteles que no puedo beberme, Roger, el tipo al que ya le he servido su quinto Margarita y ya me considera su amiga, me está contando por quinta vez como su prometida le puso los cuernos con su hermano.El pobre hombre está tirado sobre la barra, con la mirada perdida en la aceituna a la que le da vueltas con el palo y mira como si fuera la cosa más importante del mundo. Mientras, yo coloco otro Sexo en la Playa en la bandeja de Keira.—¡Yo la quería! ¡Era la mujer de mi vida! —exc
—Es lo que llevo intentando hacer desde hace una semana, pero es imposible —me contesta Amanda.Suspiro sonoramente y le mando una mirada rápida. Por primera vez en nuestra amistad parece ser que estamos de acuerdo. Debemos solucionar esto antes de que sea tarde. Amanda se levanta primero y comunica que va a coger otra copa, en lo que yo aprovecho el momento de distracción en el cual ellos están pidiendo las bebidas para hablar con Alyssa.—Tenemos que hablar, ahora —puntualizo.—¿Qué pasa? —pregunta, confundida.Me levanto y la cojo de la mano para que se levante conmigo. James alza la mirada hacia nosotras, primero me mira a mí y luego pasa a Alyssa. Noto como ella comienza a ponerse nerviosa.Aprieto mi copa con fuerza mientras pongo cara de póquer.—Va a acompañarme al baño. ¿Tienes algún problema? —pregunto, cortante.Niega con la cabeza, indiferente, y vuelve a prestar atención al móvil. Antes de darle tiempo a pensárselo dos veces tir
Estaciona delante de un edificio enorme que tiene pinta de universidad o algún rollo de esos. Sé qué lo que viene a continuación no es nada bueno, pero la experiencia me dice que cuanto peor es, mejor te lo pasarás.—Te aseguro que no hay nada más americano que colarse en las piscinas públicas y de paso en una universidad— explica con una sonrisa.—¿Universidad? ¿No se supone que hay vigilantes de seguridad? —inquiero con un hilo de voz.Se muerde el labio inferior con fuerza y sacude la cabeza, divertido. No sé si es buena idea, sería terrible si nos pillaran. Aunque, la verdad es que suena divertido y es lo único que aún no he hecho, y me apetece muchísimo.Aiden me dirige una mirada inquisitiva a lo que yo sólo puedo sonreír mientras me froto las manos contra los muslos. Que puedo decir, soy adicta al peligro.—¿Y cómo lo hacemos? —pregunto con decisión.—Pues como entrarías en cualquier otro sitio. La puerta trasera está abierta y como sólo es
Los dos estamos tumbados en el suelo, mirando hacia el techo mientras escuchamos una de mis canciones preferidas:Nothing Else Mattersde Little Mix.Apoyo las manos en mi barriga mientras tarareo en voz baja. Ladeo la cabeza y contemplo a Aiden, que tiene los brazos detrás de la cabeza, con la expresión pensativa y el ceño fruncido.A pesar de su expresión no puedo evitar admirar lo guapo que es.No puedo dejar de darle vueltas a su beso, fue tan dulce y raro que me asusta que las palabras de Amanda sean ciertas, no sólo por el hecho de que Aiden posiblemente sienta algo por mí, sino por lo que yo pueda sentir hacía él.Ladea el gesto en mi dirección y me regala una de sus sonrisas.—No entiendo por qué esta canción te gusta tanto —murmura. Se pasa la mano por el pelo y niega con la cabeza—. A mí me parece estúpida y demasiado romántica —airea.—No es estúpida, es preciosa —replico a la defensiva. Entrecierro los ojos y sacudo