Valentina se quedó estática, una parte de ella quería empujarlo y alejarlo, pero sus labios eran tan dulces, cálidos, que no quería separarse de ellos, notó su calor, su dulzura, y de pronto, sin poder evitarlo, sintió sus labios rozando los suyos, como si la quisiera despertar de un sueño. Ella se estremeció de placer y, por un instante, se sintió transportada a un lugar mágico, lleno de maravillas e imposible de explicar.
No pudo contener un suspiro cuando la boca del hombre se deslizó lentamente por su cuello, bajando hasta su pecho. Sus manos lo acompañaban, acariciándola y haciéndola sentir única y especial.De pronto se dio cuenta de lo que hacía y lo empujó con fuerza haciéndolo caer a un lado.—¡¿Qué le pasa?! ¿Cómo se atreve a tocarme de esa manera?
Se atrevió a mirarlo y casi se desmayó cuando vio el bien torneado cuerpo del hombre, parecía esculpido por los mismísimos dioses del olimpo, su boca quedó seca y tuvo la impresión de que un calor la invadía como si hubiera sido abrazada por densas llamas.
Valentina sintió una explosión de emociones en su interior. Aquella sensación era como ninguna otra que hubiese conocido antes. Jamás había sentido nada semejante, una mezcla de alegría, deseo y amor.Y entonces supo que aquellas personas que decían que cuando uno se enamora veía estrellitas no estaban inventando. Ella sí las podía ver, todas las estrellas del universo, y era una experiencia única e indescriptible.Pese a todo lo que estaba sintiendo salió de allí corriendo nerviosa, mientras su corazón palpitaba locamente en su pecho, el resto del día lo pasó en una nube, aunque trataba de controlar sus pensamientos, al final estos terminaban otra vez llevándola a pensar en aquel hombre, hasta varias veces se encontró repitiendo su nombre como tonta.—Giovani —dijo en tono alto.
Cuando se dio cuenta de que se había marchado se fue a limpiar su habitación, aunque esta vez no estaba, pese a ello no pudo controlar su curiosidad y terminó oliendo su perfume, su ropa, hasta que su conciencia como siempre de agua fiesta, terminó reprendiéndola.
“Eres una perfecta acosadora, si te llegan a ver te despiden o te mandan a la cárcel, o quizás las dos cosas”.
—¡Por Dios! Santa Valentina, ¿Cómo haces para ser tan molesta? —refutó a su conciencia, a la que le había puesto hasta nombre, porque a veces tenía la impresión de que ella se mandaba sola y era una entidad distinta a ella.
Cuando salió de su trabajo y lo vio salir, sintió su corazón como si un montón de caballos corrieran a todo tropel, las piernas le temblaron como si fueran una sustancia gelatinosa, y no era para menos al ver otra vez ante ella, a semejante monumento de hombre frente a si, mejor que regalo de cumpleaños, que la llegada del Niño Jesús en Navidad, y hasta que comer con la mano.
“Ajá Valentina, ve a ver si te calmas mijita, que no se te vea el desespero, respira profundo y hazte la desinteresada” le dijo su conciencia, mientras veía al hombre con quien había soñado despierta durante todo el día. Y su impresión mayor, fue cuando él se le paró enfrente y le detuvo el paso, ella le iba a reclamar, pero al verlo tan imponente, tan hermoso, con esa mirada que le hacía estremecerse desde la coronilla de la cabeza a la punta de los pies, se sintió demasiado débil, y aunque abrió la boca con sorpresa, segundos después terminó cerrándola y toda oposición de su parte llegó a su fin cuando lo escuchó decir.—Nos volvemos a ver señorita Valentina, pero esta vez no pienso dejar escaparla, solo tiene una alternativa… ¿Se viene conmigo o yo me voy con usted? Solo tiene esas dos opciones —le dijo con voz ronca, haciendo estremecer el cuerpo de Valentina.
Y allí comenzaron a conocerse, entre paseos, comidas, besos y caricias, unos días después terminó entregándose a Giovani, fue su primera vez y fue tan maravilloso que no tuvo duda que sería para toda la vida.
Esa noche, la pasaron juntos los dos jóvenes enamorados, llenos de entusiasmo y energía, alimentando una pasión en sus corazones. En ese instante, los dos supieron que estaban en el lugar correcto. Lentamente, las palabras se desvanecieron entre ellos mientras se entregaban a un largo y acalorado beso. Se perdieron en el momento, tomando la oportunidad para explorar sus cuerpos y emociones.
Sus manos se movían por el cuerpo del otro, descubriendo cada curva y cada rincón. Sus labios se unían y desunían con cada beso, cada vez más profundo y apasionado. Sus cuerpos se movían con la música imaginaria, bailando una danza del amor. Giovani acariciaba el cabello de Valentina, y ella le daba pequeños besos en el cuello.
Valentina se enterneció y el corazón de Giovani se aceleró. Los dos sentían que no había nada más importante en el mundo que el amor que compartían. Lentamente, se despojaron de la ropa, deseosos de unirse en un abrazo completo. Sus cuerpos se fundieron en uno solo y sus almas se unieron bajo un solo latido.
Cada movimiento era una explosión de éxtasis, como si la magia del amor les llevara a una dimensión diferente. El placer de estar juntos era infinito, cada beso más intenso que el anterior. Los dos estaban en la cima del cielo, sin preocuparse por nada más que el amor que compartían.
La luz del sol inició su declinación, pero la pasión de Valentina y Giovani no parecía tener fin. Se entregaron a los dulces brazos de la pasión, unidos por el amor que los unía. Sus corazones estaban llenos de felicidad y sus almas estaban en paz. El amor había llegado para estar con ellos para siempre.
Se abrazaron, se besaron, una y otra vez amándose con desconsuelo, como si nada más importara a partir de ese momento, pasaron ese día juntos y en la noche volvieron a amarse, y cuando volvió a amanecer que ella despertó, él ya no estaba, se había ido dejándola sumida en la tristeza y el dolor, pensó que había sido correspondida, pero no fue así… ella solo fue una más seguramente en su larga lista de conquista.
Valentina salió de ese trance, y se dio cuenta de que su rostro estaba bañado en lágrimas, de repente algo empezó a cambiar en el aire. El viento comenzó a soplar con más fuerza, transportando el aroma de las flores recién abiertas. Las estrellas parecían bañadas en una luz dorada. Valentina sintió que su corazón latía con más fuerza.
No se había dado cuenta cuánto tiempo estuvo allí, pero cuando miró a su alrededor, Valentina se dio cuenta de que estaba amaneciendo. Pudo sentir el frescor que se colaba por el tejido de su abrigo.
Una ligera brisa se deslizó entre los árboles, meciéndolos suavemente. La escena era tan encantadora, que la hizo sonreír, aunque no duró mucho, de repente, el aire se volvió eléctrico y Valentina supo que algo iba a suceder. El cielo comenzó a oscurecerse rápidamente y el brillo de la luna se perdió entre las sombras. Una fina lluvia empezó a caer, con un sonido suave, pero constante. El cielo parecía haberse vuelto loco. El viento soplaba con fuerza, mezclando la lluvia con el polvo. El aguacero se había convertido en una verdadera tormenta de agua. Se abrazó a sí misma, tomó la maleta para correr y buscar un techo para protegerse del temporal, pero fue en vano. El aguacero era tan intenso que el suelo se inundó en pocos minutos, sus pies se hundían en el barro.Valentina se sentía impotente, la fuerza del aguacero, el ruido del viento, la luz de los relámpagos y el sonido de la lluvia le demostraban que no había nada mejor para ella, llevó sus manos a sus oídos, tratando de acallar el sonido de los truenos, mientras sus lágrimas se confundían con la lluvia.
Comenzó a gritar desde lo más profundo de sus entrañas, tratando de liberar todo el dolor, la tristeza y la desesperación de su alma, durante unos momentos, sintió una extraña sensación en su interior, no sabía por qué todo parecía salirle mal, entendió que era cierto, a veces la vida va sobre ruedas, pero llega un momento que una sola mala decisión hace que todos tus sueños se derrumben cuan castillo de naipes.Corrió bajo el aguacero, desafiando la fuerza de la lluvia, mirando al cielo suplicando que ya parara todo eso que le ocurría, se metió debajo de un techo y se dejó caer de rodillas, no supo cuánto tiempo estuvo allí hasta que segundos después un hombre se le acercó, le puso la mano en el hombro y le preguntó.—¿Necesita ayuda? ¿Puedo ayudarla?Valentina miró al hombre que amablemente se estaba dirigiendo a ella, primero sintió desconfianza, temía que su vida pudiera ir peor de allí, y es que cuando las cosas comienzan a salir mal, desconfías de todo y no esperas nada bueno de nadie. Su cuerpo se estremeció producto del frío porque estaba toda mojada y ni siquiera la ropa en la maleta podía usarla porque también estaba en las mismas condiciones o peor que la que cargaba puesta.—No se preocupe, señorita, no le haré daño —el hombre se quitó el abrigo que cargaba y lo extendió hacia ella—. Por favor, colóqueselo, así evitará un resfriado.Por leves segundos estuvo tentada a aceptarlo, pero el temor le ganó.—Muchas gracias, no lo necesito.Dicho eso salió corriendo, sin mirar atrás, aunque los dientes le castañeaban del frío, nada la detuvo, caminó por varias calles buscando un lugar al que poder entrar, pero todas las puertas estaban cerradas y no había nadie a quien acudir. Se sentó en una esquina y la desesperación se apode
Valentina se desarmó en una profunda tristeza y desolación, no por el bebé en sí, porque siempre quiso ser madre, si no por las circunstancias en la que se encontraba, justo cuando su vida estaba empezando a cambiar.Los pensamientos de Valentina se volvieron cada vez más confusos y trágicos a medida que pasaban los minutos. Las lágrimas comenzaron a fluir por sus mejillas sin control, mientras trataba de entender lo que le estaba sucediendo. "¿Qué voy a hacer ahora? Estoy tan perdida", se preguntó.Su mundo seguía derrumbándose y ella no podía hacer nada para detenerlo. Estaba sola, sin un trabajo estable, sin familia. ¿Cómo le diría a la persona que habían puesto en esta situación? ¿Cómo haría para cuidar a su bebé? Valentina llevaba días sintiéndose cansada y sin fuerzas. No dormía bien por las noches y a menudo se quedaba dormida a mitad del día, pero ni por un segundo se imaginó esa noticia, había sido una estúpida.Todas esas preguntas flotaron en su mente sin respuesta. Mientra
Valentina solo se quedó viéndolo como si no lo conociera, mientras Giovani se alejaba como si no hubiera nada importante tras él, su indiferencia la hirió en lo más profundo de su alma, ella negó con la cabeza, mientras copiosas lágrimas comenzaron a derramarse por sus mejillas. Quería gritarle, preguntarle por qué se estaba burlando de ella de esa manera, no entendía cómo una persona podría convertirse tan rápidamente en alguien distinto, totalmente desconocido y frío.Doña Carmen intentó ir tras él, pero la mujer la detuvo.—No, señora Carmen, no vale la pena —empezó a decir limpiándose las lágrimas—. Yo debo seguir adelante, no seré la primera ni la última en el mundo a quien le tocará enfrentarse a la vida sola con un niño… yo soy a salir adelante, a mi hijo no le faltará el amor porque yo voy a dárselo y todo lo que necesite ¡Yo voy a poder dárselo! —dijo llevándose una mano en el vientre y acariciándolo con ternura.Valentina no tenía ni idea de lo que le depararían los meses y
Cuando Valentina llegó al hospital, tuvo la sensación como si tuviera una bandada de pájaros en su estómago. Estaba sudando, su corazón estaba lleno de remordimientos. Con la mirada llena de temor, se sentía como si estuviera sumergida en un mar de inseguridades.Cuando el médico comenzó a atenderla no perdió tiempo en preguntarle:—¿Qué le ocurrió? Dígame —ella hizo un gesto para que viera su pantalón y el médico vio la sangre en su ropa y suspiró.Ella respiró profundo y dijo con voz temblorosa:—Me accidenté en el trabajo… me cayeron encima unas cajas, no sé por qué sucedió, pero por favor ayúdeme a salvar a mi hijo, no quiero que muera —pronunció en tono suplicante.—Traté de calmarse, ya veremos que ocurre, le haremos un eco y esperemos que todo esté bien.Cuando el médico comenzó a revisarla el corazón de Valentina se aceleró, sentía que su cuerpo temblaba, el nudo en la garganta la ahogaba, mientras le suplicaba al cielo que su hijo estuviera bien, no se lo perdonaría si llegar
—¡Ay Valentina! La vida es así, nunca nadie quiere que las cosas le salgan mal, uno planifica y se imagina que todo saldrá perfectamente, pero al momento de que ocurran las cosas no se dan bien —dijo con un suspiro—, no te voy a decir que me pondré a bailar con la noticia vista la situación en la que estás, pero al final de cuentas esas criaturas son una bendición, te voy a decir algo hija, esos pedacitos de ti que crecen en tu interior, te deben hacer más fuerte y más hermosa, deben ser los motores que te impulsen a seguir adelante, no los dejes morir, ni te des por vencida, protege esos pequeñitos como una pantera protegería a sus crías. Eso es una lección de vida, eres una mujer maravillosa, debes ser fuerte y confiar, porque eres más grande que todo lo que te rodea y que cualquier mal momento que estés pasando —dijo su madre y Valentina no pudo aguantar el llanto.—Lo siento, mamá —murmuró la joven entre lágrimas.—No tienes por qué pedir disculpas, mi amor. Estoy aquí para ayud
Valentina se despertó en la habitación de un hospital. Todo el cuerpo le dolía y la cabeza le daba vueltas. Llevó la mano a su vientre y se dio cuenta de que sus hijos ya no estaban en su interior. Intentó hablar, pero solo le salió una especie de chillido, las palabras se quedaron atoradas en su garganta, la cual le ardía como si la tuviera en carne viva.Trató de coordinar sus pensamientos, de recordar lo ocurrido, pero todo era un caos, su único objetivo era salir de aquella habitación y preguntar por sus bebés. Tenía la sensación de que algo estaba mal, se recordó que justo se desmayó cuando estaba naciendo su segundo hijo, pero no recordaba haberlo visto, se molestó consigo misma, porque debió haberse mantenido despierta, sollozó al imaginarse a sus hijos prematuros, siendo bañados por la lluvia, no pudo contener el caudal de lágrimas que brotaron de sus ojos.Apretó las manos en un puño y se armó de valor para llamar a alguna enfermera.—Hola, ¿Hay alguien por aquí? Por favor,
Ocho meses antesCuando Luke dejó a Valentina se fue al hotel donde se estaba hospedando, en vez de recoger sus cosas, decidió aprovechar los minutos para escribirle una nota a la chica y reservar por más tiempo el hotel.“Amada Valentina,Antes que todo, te pido disculpas por irme de esta manera tan sorpresiva, dudé en despertarte, pero te vi durmiendo tan plácidamente, que no quise perturbar tu sueño, primero, debo informarte que debo regresar urgente a casa, mi bisabuela, la abuela de mi padre, está agonizando en el hospital, viviendo sus últimos momentos, y debo ir a darle el último adiós y acompañar a la familia en estos duros momentos, en otra circunstancia te habría llevado conmigo, les hablaré a mis padres de ti, para luego venir a buscarte y llevarte a conocerlos, te va a encantar pertenecer a ese clan.No te vayas a asustar con lo que voy a decirte en estas líneas, pero no tengo la menor duda de que me he enamorado de ti, no me preguntes como lo sé, basta con saber que lo si
Luke se quedó con la cabeza apoyada en la cama solo recordando los momentos vividos con su abuela, sus comidas, consejos, el amor que les sembró por sus raíces mexicanas, todo lo que vivió nostálgica porque siempre quiso regresar a su tierra y nunca lo hizo en vida, aunque lo que más lamentó fue no haber podido presentar a Valentina.Le pareció estar escuchando su voz, cuando empezó a gustarles las chicas para salir con ellas y le pidió consejos.—Abuela, ¿Cómo sé cuál va a ser la chica con la que quiero pasar el resto de mi vida? Todo esto es muy complicado, son tantas y todas bonitas, nunca lo voy a saber y seguramente, la dejo escapar y viviré infeliz por siempre.La abuela se sonrío ante las ocurrencias de su nieto, aunque se decía que no se tenían preferidos, la verdad es que Alicia había conectado con él, porque era él más parecido a su difunto marido, era sensible, leal, aunque a veces un poco inseguro y durante el tiempo que pasaba con él, trataba de trabajar ese rasgo en él p