Tres años después—Roxy Ferrari —escuchó la chica su nombre y sus manos comenzaron a sudar, giró hacia atrás y allí vio a su esposo parándose para ovacionarla feliz, ella no pudo evitar emitir una sonrisa de alegría.Caminó con seguridad hacia la tarima del auditorio de la universidad, donde le entregarían el título. El sonido de los aplausos que salían de la multitud la llenaban de orgullo. La familia Ferrari, su familia por afinidad estaban allí un grupo, porque quienes no pudieron entrar estaban a fuera observando el acto de grado en un par de pantallas gigantes, y es que ellos eran así, todo lo hacían a lo grande y en ese momento estaban allí para testificar ese logro, definitivamente esta familia nunca dejaba de sorprenderla.Estaban apoyándola, alegres, celebrando con ella para verla recibir con honores su título como técnico en arte, mención pintura, con el mejor promedio de la universidad.Roxy miró una vez más a su alrededor, observando a la multitud, sin poder contener las
Siete meses despuésHabían pasado siete meses desde que Roxy le informó a Paolo que iba a ser padre, y cinco desde que le dijeron que serían padres de gemelos. Durante todo este tiempo, la pareja había estado planeando y preparándose para la llegada de los bebés. Habían elegido nombres para ambos sexos y habían comprado todo lo necesario para el cuidado de los recién nacidos.Roxy tuvo un embarazo feliz, ni siquiera sintió síntomas, en su lugar los tuvo Paolo quien no dejaba de vomitar constantemente, mientras a ella solo le daba por comer, como eran gemelos, tuvo que ser internada en el hospital para dar a luz unas semanas antes del tiempo, aunque el médico le dijo que eso era normal en los casos de embarazos múltiples.La pareja, aunque estaban ansiosos, se aferraron a la esperanza de que esta vez todo saliera bien, a Roxy la internaron un día antes porque al día siguiente en la mañana le practicarían la cesárea.El día del parto llegó y Roxy fue llevada a la sala de operaciones. Pao
El hombre se despertó antes del amanecer, tomó su teléfono y vio más de veinte llamadas pérdidas de su familia y como si fuera poco vio el mensaje que le había llegado. “Debes venir urgente, llama en cuanto puedas”. —Valentina —llamó, pero ella solo se giró en la cama, por un segundo lo pensó y decidió dejarla en paz—, lo mejor es dejarla seguir durmiendo, seguramente está agotada. Le dio un beso en la frente y se levantó como si hubiera sido impulsado por un resorte, vio a Valentina dormir tan plácidamente que no quiso molestarla, se vistió con rapidez y no quiso dejar una nota, después la llamaría, salió de prisa, sin mirar atrás, necesitaba estar en ese momento con su familia. Un par de hora después, Valentina se despertó con el alba, una luz dorada inundó la habitación. Había tenido intenciones de levantarse temprano, pero se quedó dormida en la cómoda cama mucho más confortable que la suya. Se incorporó a toda prisa, necesitaba comenzar su jornada laboral, se giró con la aleg
Valentina se levantó, tratando de recomponerse y recuperar la poca dignidad que le quedaba mientras juraba en su interior que nunca más volvería a dejarse engañar y a humillar por nadie.Cuando la sacaban, la recepcionista sonreía feliz por haber logrado su cometido, mientras apretaba la carta que le había dejado el hombre, apretándola con fuerza entre sus manos y se regodeaba en su interior de lo que había hecho “Idiota, ¿Pensabas escalar de posición casándote con Luke Ferrari? Pues lo siento por ti… no lo voy a permitir”, dijo la mujer por completo satisfecha. Los días fueron pasando, estos se convirtieron en semanas y aunque buscaba un nuevo empleo no lo encontraba, en ese momento estaba en la calle, su desesperación era palpable. El peso de sus menguantes ahorros parecía arrastrarla como una piedra, su futuro era incierto y poco claro, debió mandarle dinero a su familia, y se quedó con menos.El sol era fuerte, su calor presionaba sobre ella como si tratara de empujarla hacia un n
Valentina salió de allí con el corazón destrozado, angustiada. Su vida, sus sueños, su futuro, todo se encontraba en una especie de limbo, como si se hubiera quedado suspendida en el aire. No sabía dónde podría ir para esconderse de la cruel realidad de la vida.Tomó su maleta y caminó sin rumbo fijo, antes revisó su cartera y se dio cuenta de que no tenía suficiente dinero, no sabía cuánto tiempo tenía caminando, pero le dolían los pies, se le habían hecho hasta unas burbujas llenas de agua y si seguía su condición podía empeorar.Recorrió con su mirada el lugar, vio un parque, decidió caminar hasta allí y esperar que amaneciera, sin dinero y sin donde pasar la noche, era lo único que podía hacer.El silencio solo era interrumpido por el sonido de los grillos, que la acompañó mientras avanzaba por los senderos del parque. El aire fresco le acariciaba el rostro, ubicó un banco y allí se sentó, colocando a un lado la valija, suspiró con pesar sin dejar de observar el lugar.—¿Será posi
Valentina se quedó estática, una parte de ella quería empujarlo y alejarlo, pero sus labios eran tan dulces, cálidos, que no quería separarse de ellos, notó su calor, su dulzura, y de pronto, sin poder evitarlo, sintió sus labios rozando los suyos, como si la quisiera despertar de un sueño. Ella se estremeció de placer y, por un instante, se sintió transportada a un lugar mágico, lleno de maravillas e imposible de explicar.No pudo contener un suspiro cuando la boca del hombre se deslizó lentamente por su cuello, bajando hasta su pecho. Sus manos lo acompañaban, acariciándola y haciéndola sentir única y especial.De pronto se dio cuenta de lo que hacía y lo empujó con fuerza haciéndolo caer a un lado.—¡¿Qué le pasa?! ¿Cómo se atreve a tocarme de esa manera? Se atrevió a mirarlo y casi se desmayó cuando vio el bien torneado cuerpo del hombre, parecía esculpido por los mismísimos dioses del olimpo, su boca quedó seca y tuvo la impresión de que un calor la invadía como si hubiera sido
Valentina miró al hombre que amablemente se estaba dirigiendo a ella, primero sintió desconfianza, temía que su vida pudiera ir peor de allí, y es que cuando las cosas comienzan a salir mal, desconfías de todo y no esperas nada bueno de nadie. Su cuerpo se estremeció producto del frío porque estaba toda mojada y ni siquiera la ropa en la maleta podía usarla porque también estaba en las mismas condiciones o peor que la que cargaba puesta.—No se preocupe, señorita, no le haré daño —el hombre se quitó el abrigo que cargaba y lo extendió hacia ella—. Por favor, colóqueselo, así evitará un resfriado.Por leves segundos estuvo tentada a aceptarlo, pero el temor le ganó.—Muchas gracias, no lo necesito.Dicho eso salió corriendo, sin mirar atrás, aunque los dientes le castañeaban del frío, nada la detuvo, caminó por varias calles buscando un lugar al que poder entrar, pero todas las puertas estaban cerradas y no había nadie a quien acudir. Se sentó en una esquina y la desesperación se apode
Valentina se desarmó en una profunda tristeza y desolación, no por el bebé en sí, porque siempre quiso ser madre, si no por las circunstancias en la que se encontraba, justo cuando su vida estaba empezando a cambiar.Los pensamientos de Valentina se volvieron cada vez más confusos y trágicos a medida que pasaban los minutos. Las lágrimas comenzaron a fluir por sus mejillas sin control, mientras trataba de entender lo que le estaba sucediendo. "¿Qué voy a hacer ahora? Estoy tan perdida", se preguntó.Su mundo seguía derrumbándose y ella no podía hacer nada para detenerlo. Estaba sola, sin un trabajo estable, sin familia. ¿Cómo le diría a la persona que habían puesto en esta situación? ¿Cómo haría para cuidar a su bebé? Valentina llevaba días sintiéndose cansada y sin fuerzas. No dormía bien por las noches y a menudo se quedaba dormida a mitad del día, pero ni por un segundo se imaginó esa noticia, había sido una estúpida.Todas esas preguntas flotaron en su mente sin respuesta. Mientra