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CASADOS POR NUESTRO HIJO
CASADOS POR NUESTRO HIJO
Por: Jeda Clavo
Capítulo 1. ¡Échenla de aquí!

El hombre se despertó antes del amanecer, tomó su teléfono y vio más de veinte llamadas pérdidas de su familia y como si fuera poco vio el mensaje que le había llegado.

“Debes venir urgente, llama en cuanto puedas”.

—Valentina —llamó, pero ella solo se giró en la cama, por un segundo lo pensó y decidió dejarla en paz—, lo mejor es dejarla seguir durmiendo, seguramente está agotada.

Le dio un beso en la frente y se levantó como si hubiera sido impulsado por un resorte, vio a Valentina dormir tan plácidamente que no quiso molestarla, se vistió con rapidez y no quiso dejar una nota, después la llamaría, salió de prisa, sin mirar atrás, necesitaba estar en ese momento con su familia.

Un par de hora después, Valentina se despertó con el alba, una luz dorada inundó la habitación. Había tenido intenciones de levantarse temprano, pero se quedó dormida en la cómoda cama mucho más confortable que la suya.

Se incorporó a toda prisa, necesitaba comenzar su jornada laboral, se giró con la alegría de encontrarse con Giovanni, pero cuando vio solo estaba una cama vacía, por segundos se sintió angustiada. Se levantó a toda prisa y sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo, su corazón latía con fuerza, se dio la vuelta a un lado para ver si estaba allí Giovani, pero no estaba. Un vacío inmenso se abrió en su pecho.

Sin decir palabra, comenzó a buscarlo por toda la suite del hotel donde habían pasado la noche, porque no quiso ir al hotel donde él se estaba hospedando porque era mismo lugar donde ella trabajaba y no quería que esa situación le causara problemas.

Lo buscó por todos lados, luego salió a los pasillos y recorrió todos los rincones hasta que llegó al vestíbulo. Y no encontró nada, ni una nota, es como si hubiera sido un fantasma y hubiera desaparecido.

Regresó a la habitación, recogió su cartera y salió de allí sintiendo el alma pender de un hilo, se despidió de la recepcionista, caminaba por inercia, se sentía mal porque ella había sospechado que había algo que le estaba ocultando Giovani, pero no le hizo caso a su sexto sentido, y allí estaba, después de haber estado con él la había tirado al cesto de la basur4, no tuvo ninguna importancia para él.

Quien creyó el hombre perfecto se había burlado de ella, no pudo evitar el caudal de lágrimas que vinieron a sus ojos, debió detener sus pasos porque el dolor era punzante. No pudo evitar recordar esa noche inolvidable. Se sentía triste y perdida sin él. Se preguntó una y otra vez por qué no la había esperado.

—¿Por qué se fue así? ¿Por qué me dejó y ni siquiera me avisó? ¿Tan insignificante soy para él? —se dijo en voz alta.

Aunque se sentía profundamente herida, debía hacer de tripas corazones y tenía que regresar a su trabajo, miró el reloj y como se le estaba haciendo tarde tomó un taxi.

En diez minutos llegó al hotel, había llegado en el momento exacto, pero apenas entró un guardia de seguridad, la detuvo.

—Señorita Almeida, por instrucciones del gerente, debe pasar primero por la oficina de Recursos Humanos.

—Señor, si me voy primero a la oficina de Recursos Humanos, no podré limpiar las habitaciones antes de que lleguen los huéspedes.

—¿Acaso se está negando a cumplir una orden del jefe? —ella negó con la cabeza.

—No para nada, ya voy para allá —dijo un poco nerviosa, pero antes de poder salir hacia Recursos Humanos apareció el gerente.

—No es necesario que vaya —manifestó el hombre.

—Ah, entonces puedo irme a limpiar las habitaciones.

—Creo que no me está entendiendo Señorita Almeida, ya no debe ir a Recursos Humanos, porque ya estoy yo aquí para darle el recado yo mismo. ¡Está despedida!

Valentina se quedó viendo al hombre como si le hubieran salido dos cabezas, no podía creer lo que le estaba diciendo, incluso se negó a aceptarlo.

—¿Estás bromeando?

—Tengo cara de hacerlo —dijo con seriedad.

—¿Por qué? Nunca he llegado tarde, siempre llego antes de la hora, trabajo horas extra si el hotel lo necesita, soy buena empleada —hizo una pausa y suspiró con pesar—. Cumplo las reglas —expresó a punto de ponerse a llorar como una niña.

—No cumple las reglas.

—Jamás he faltado a ellas.

—No mienta señorita, usted quebrantó las reglas de este prestigioso hotel cuando inició una relación con un huésped —ella abrió la boca sorprendida y la volvió a cerrar al escucharlo decir—. Y no trate de negarlo, porque una de sus compañeras la vio. Así que haga el favor, recoja sus cosas y salga inmediatamente de este hotel.

Valentina por un momento se quedó de piedra, sintiendo que el mundo le caía sobre su cabeza, sabía de la regla, y Giovani era uno de los huéspedes del hotel, y ella había sido advertida de las consecuencias de entablar una relación con un cliente. Pero se había enamorado de él y no pudo resistirse.

Ella creía saber lo que era el amor. Ella creía saber lo que significaba el amor, que era algo hermoso, algo que podía durar para siempre. Pero cuando llegó la mañana y se dio cuenta de que se había ido sin decirle nada, supo que había sido una tonta ilusa al pensar que su amor podía ser algo real. Pero eso no hacía que el dolor fuera menos agudo.

Con expresión severa e inflexible la miró el gerente, era notorio el sentimiento de decepción en los ojos. Valentina se miró las manos, con la mente llena de remordimientos. Había sido una insensata y ahora debía atenerse a las consecuencias.

—Yo lo siento… por favor no me eche, le juro que no volverá a pasar —dijo en tono quebrado.

—Por supuesto que no volverá a pasar porque no le daré otra oportunidad de intentarlo. ¡Váyase antes de que la haga sacar con seguridad!

—Por favor, tenga piedad, mi familia necesita el dinero, mi padre está en Colombia enfermo, mi madre y mis hermanos solo cuentan conmigo —pronunció en tono suplicante.

—Eso lo hubiera pensado antes de enredarse con un huésped —y como si no fuera suficiente que la estaba despidiendo en pleno pasillo, comenzó a gritar para ponerla de mal ejemplo—. ¡Vengan todos! Quiero que vean cuáles son las consecuencias de enredarse con un huésped, quedarse sin trabajo.

El corazón de Valentina se hundió y empezó a llorar, por la humillación, porque ese era su medio de vida. Había sido tan descuidada y ahora se iba a quedar sin trabajo y sin futuro. Suplicó a El Gerente que recapacitara, que le diera otra oportunidad.

—No puede hacerme esto… yo necesito el trabajo —habló sin poder controlar su desesperación—. Es injusto lo que trata de hacer conmigo.

—¿Es injusto? ¿Acaso es mentira que tiene una relación con el señor Giovani Estrada? —inquirió el hombre y ella se quedó en silencio—. Es como lo pensé.

—Ya es demasiado tarde, salga de aquí —como la vio que no hacía amago de salir, llamó a seguridad— ¡Échenla de aquí y no la vuelvan a dejar entrar!

Los dos hombres llegaron, la tomaron cada uno de un lado y comenzaron a sacarla, por más súplicas que dio, nadie le tuvo compasión, se sintió con el corazón encogido, sentía un peso insoportable en el pecho. Pudo sentir los ojos del personal y de visitantes del hotel clavados en ella mientras la llevaban arrastrada, quiso liberarse para irse con sus propios pies, pero no se lo permitieron, hasta que finalmente la lanzaron en la acera del frente como si fuera un desperdicio sin ninguna consideración, mientras ella no dejaba de llorar y eso que lo peor aún no había pasado.

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