Valentina salió de allí con el corazón destrozado, angustiada. Su vida, sus sueños, su futuro, todo se encontraba en una especie de limbo, como si se hubiera quedado suspendida en el aire. No sabía dónde podría ir para esconderse de la cruel realidad de la vida.
Tomó su maleta y caminó sin rumbo fijo, antes revisó su cartera y se dio cuenta de que no tenía suficiente dinero, no sabía cuánto tiempo tenía caminando, pero le dolían los pies, se le habían hecho hasta unas burbujas llenas de agua y si seguía su condición podía empeorar.Recorrió con su mirada el lugar, vio un parque, decidió caminar hasta allí y esperar que amaneciera, sin dinero y sin donde pasar la noche, era lo único que podía hacer.El silencio solo era interrumpido por el sonido de los grillos, que la acompañó mientras avanzaba por los senderos del parque. El aire fresco le acariciaba el rostro, ubicó un banco y allí se sentó, colocando a un lado la valija, suspiró con pesar sin dejar de observar el lugar.—¿Será posible que esto en algún momento tenga solución? ¡Estoy jodida! Falta solo que un perro venga alce su pata, me orine o me c4gue—se dijo en voz alta tratando de quitar brasas a su situación y contener la creciente angustia de su corazón.Ni siquiera iba a poder perderse en el olvido a través del sueño, porque en esa situación era imposible.Vio cómo la oscuridad se iba apoderando del parque tal como sentía las tragedias ceñirse sobre ella. Nunca imaginó que la vida podía ser tan dura… jamás pensó que en su vida le tocaría pasar una noche en la intemperie… aunque no fueron personas de dinero, siempre habían tenido lo necesario y nunca le tocó vivir un estado de necesidad como el que padecía en ese momento, recordó el causante de su desgracia y no pudo evitar sentir rabia.—¡Maldita seas Giovanni Estrada! No te imaginas cuánto me arrepiento de haberte conocido… has sido el peor error de mi vida —susurró a la nada mientras el viento rugía a su alrededor.Los recuerdos de lo ocurrido se abrieron paso en su mente y no pudo contenerlos, había conseguido trabajo en uno de los hoteles más prestigioso de la ciudad, con una muy buena remuneración, después de semanas buscando sin ningún resultado, y ese fue el mejor día de su vida.Ese día cubriría una suplencia a una compañera que trabajaba en el noveno y décimo piso, llegó temprano y subió al piso indicado para comenzar a limpiar porque el lugar era bastante grande.Fue limpiando una a una, cada habitación, eran más amplias de las que normalmente aseaba, por eso se tardaba más, cuando llegó a la quinta habitación después de media mañana, vio que era una habitación ocupada, pero tenía el anuncio que indicaba que debía limpiar, así que fue a buscar el carrito y lo llevó a la puerta, tomó la tarjeta de acceso y la abrió.Valentina se asomó a la puerta de la habitación, esperando que ese endemoniado cartel de "Limpieza" en el pomo de la puerta fuera de verdad, y no solo otro de los intentos de un viejo verde de enseñarle sus miserias a una chica de la limpieza. Era cierto que trabajaba en uno de los mejores hoteles de la ciudad, pero pervertidos había por todos lados, y después de tirarle el segundo jarrón por la cabeza a uno, en solo dos semanas de trabajo, la jefa de piso había amenazado con acusarla con su jefe para despedirla; así que era mejor asegurarse. "¡Es que si por lo menos me tocara uno sabroso... no me molestaría echar una miradita...!", pensó con un suspiro.Entró y comenzó a arreglar la salita, luego escuchó un ruido y frunció el ceño, caminó hacia la habitación para investigar el origen y cuando lo hizo, vio a un hombre saliendo del baño con chorros de agua goteando desde su cabello a su cuerpo, al estilo más sexy que había visto.La chica no pudo evitar abrir los ojos desorbitados, había visto hombres atractivos, pero el espécimen masculino frente a ella, era totalmente fuera de serie “¡Tantas barritas de chocolate y yo chocohólica!” se dijo sin disimular por un segundo sus malas intenciones o mejor dicho sus buenas intenciones, porque para ella eran de las mejores.Valentina no supo cuánto tiempo estuvo viéndolo, le daba lo mismo, que fueran segundos, minutos, para ella había sido eterno, y no era para menos, no todos los días podía tener colirio para la vista y aunque suene extraño, para ella era el hombre más bonito que había visto en su vida. Se obligó a reaccionar porque se había quedado como boba viendo su bien torneado cuerpo. “Valentina chica reacciona, estás bañando el piso con tu baba”, le dijo su conciencia, fue allí cuando ella reaccionó y se giró para salir corriendo.—¡Lo siento señor! Disculpe, qué torpe soy… por favor, no me vaya a acusar con mi jefe ¡Ay Dios mío! ¡Valentina eres tan torpe! —se dijo a sí misma en voz alta, provocando que el espécimen masculino frente a ella la mirara con una extraña expresión.Cuando el hombre vio que iba a salir corriendo, caminó hacia ella y la tomó por el brazo, impidiéndole irse, ambos sintieron como una especie de chispas eléctricas fluir entre ellos, al mismo tiempo que el hombre gritaba.—¡No te vayas!
Ella se giró, justo en el mismo momento en que la toalla se le soltó al hombre, dejándolo como Dios lo trajo al mundo.
“¡Jesús, María y José, por los clavos de Cristo!” exclamó su conciencia a punto de desmayarse y hasta ella que era no tan mojigata como su conciencia se asustó, abriendo los ojos de par en par y no tuvo palabras para decir, sino insultarlo.
—¡Es usted un pervertido! ¿Por qué me impide irme? —inquirió soltándose de su agarre—. Solo para hacerme ver, eso… eso tan monstruoso —dijo a punto del desmayo mientras él la miraba divertido.
—¿Yo pervertido? En dado caso la pervertida eres tú por quedarte viéndome, así como si yo fuera un delicioso plato que te provoca comer cuando tienes tiempo sin alimentarte —le dijo sonriendo.
El rostro de Valentina se tiñó de carmesí, mientras el hombre no dejaba de mirarla divertido, al mismo tiempo de cubrirse con la toalla, mientras ella sentía un cosquilleo por todo su cuerpo.
—Yo mejor me voy… pensé que no había nadie en la habitación, estaba el cartel de limpiar y por eso decidí limpiarla… lo siento —se giró para marcharse, tratando de sostener su alocado corazón y otra vez la sostuvo.
—Lo coloqué así por error… aunque viéndote me alegro… quiero conocerte… nunca había conocido a una mujer que se sonrojara como un tomate… y no te preocupes, esto será un secreto entre nosotros… siempre y cuando me aceptes una invitación para salir juntos cuando salgas de aquí.
—Lo siento… yo no salgo con desconocidos.
—Entonces eso lo podemos arreglar, mucho gusto, soy —lo pensó por un momento y movido por la necesidad de que una mujer lo viera por sí mismo y no por su apellido, no dijo su verdadero nombre, ocultó que era Luke Ferrari y en su lugar uso el nombre de su bisabuelo y el apellido de soltera de su abuela —. Giovani Estrada —le dijo extendiendo la mano.
—Yo… yo… —trataba de hablar, pero las palabras se atascaban en su garganta.—¿Te llamas Yoyo? —interrogó burlón y ella movió enérgicamente la cabeza de manera negativa.
—No, soy Valentina Almeida… pero déjeme ir… si mi supervisor viene y me ve así, me vas a despedir… luego hablamos.
De pronto cuando salió corriendo, escuchó un golpe fuerte y seco, aunque su primer impulso había sido el de escapar, no pudo resistirse y se regresó, lo vio tirado en el suelo, en el mismo instante en que él levantó, se tropezó con ella y ambos terminaron tirados en el suelo, ella en sus brazos, mientras le susurraba con voz ronca.
—¡Te tengo! —y sin ella estar esperando, unió sus labios con los suyos en un profundo beso, mientras ella se quedaba paralizada entre un mar de contradicciones, si dejarlo continuar o detenerlo.
Valentina se quedó estática, una parte de ella quería empujarlo y alejarlo, pero sus labios eran tan dulces, cálidos, que no quería separarse de ellos, notó su calor, su dulzura, y de pronto, sin poder evitarlo, sintió sus labios rozando los suyos, como si la quisiera despertar de un sueño. Ella se estremeció de placer y, por un instante, se sintió transportada a un lugar mágico, lleno de maravillas e imposible de explicar.No pudo contener un suspiro cuando la boca del hombre se deslizó lentamente por su cuello, bajando hasta su pecho. Sus manos lo acompañaban, acariciándola y haciéndola sentir única y especial.De pronto se dio cuenta de lo que hacía y lo empujó con fuerza haciéndolo caer a un lado.—¡¿Qué le pasa?! ¿Cómo se atreve a tocarme de esa manera? Se atrevió a mirarlo y casi se desmayó cuando vio el bien torneado cuerpo del hombre, parecía esculpido por los mismísimos dioses del olimpo, su boca quedó seca y tuvo la impresión de que un calor la invadía como si hubiera sido
Valentina miró al hombre que amablemente se estaba dirigiendo a ella, primero sintió desconfianza, temía que su vida pudiera ir peor de allí, y es que cuando las cosas comienzan a salir mal, desconfías de todo y no esperas nada bueno de nadie. Su cuerpo se estremeció producto del frío porque estaba toda mojada y ni siquiera la ropa en la maleta podía usarla porque también estaba en las mismas condiciones o peor que la que cargaba puesta.—No se preocupe, señorita, no le haré daño —el hombre se quitó el abrigo que cargaba y lo extendió hacia ella—. Por favor, colóqueselo, así evitará un resfriado.Por leves segundos estuvo tentada a aceptarlo, pero el temor le ganó.—Muchas gracias, no lo necesito.Dicho eso salió corriendo, sin mirar atrás, aunque los dientes le castañeaban del frío, nada la detuvo, caminó por varias calles buscando un lugar al que poder entrar, pero todas las puertas estaban cerradas y no había nadie a quien acudir. Se sentó en una esquina y la desesperación se apode
Valentina se desarmó en una profunda tristeza y desolación, no por el bebé en sí, porque siempre quiso ser madre, si no por las circunstancias en la que se encontraba, justo cuando su vida estaba empezando a cambiar.Los pensamientos de Valentina se volvieron cada vez más confusos y trágicos a medida que pasaban los minutos. Las lágrimas comenzaron a fluir por sus mejillas sin control, mientras trataba de entender lo que le estaba sucediendo. "¿Qué voy a hacer ahora? Estoy tan perdida", se preguntó.Su mundo seguía derrumbándose y ella no podía hacer nada para detenerlo. Estaba sola, sin un trabajo estable, sin familia. ¿Cómo le diría a la persona que habían puesto en esta situación? ¿Cómo haría para cuidar a su bebé? Valentina llevaba días sintiéndose cansada y sin fuerzas. No dormía bien por las noches y a menudo se quedaba dormida a mitad del día, pero ni por un segundo se imaginó esa noticia, había sido una estúpida.Todas esas preguntas flotaron en su mente sin respuesta. Mientra
Valentina solo se quedó viéndolo como si no lo conociera, mientras Giovani se alejaba como si no hubiera nada importante tras él, su indiferencia la hirió en lo más profundo de su alma, ella negó con la cabeza, mientras copiosas lágrimas comenzaron a derramarse por sus mejillas. Quería gritarle, preguntarle por qué se estaba burlando de ella de esa manera, no entendía cómo una persona podría convertirse tan rápidamente en alguien distinto, totalmente desconocido y frío.Doña Carmen intentó ir tras él, pero la mujer la detuvo.—No, señora Carmen, no vale la pena —empezó a decir limpiándose las lágrimas—. Yo debo seguir adelante, no seré la primera ni la última en el mundo a quien le tocará enfrentarse a la vida sola con un niño… yo soy a salir adelante, a mi hijo no le faltará el amor porque yo voy a dárselo y todo lo que necesite ¡Yo voy a poder dárselo! —dijo llevándose una mano en el vientre y acariciándolo con ternura.Valentina no tenía ni idea de lo que le depararían los meses y
Cuando Valentina llegó al hospital, tuvo la sensación como si tuviera una bandada de pájaros en su estómago. Estaba sudando, su corazón estaba lleno de remordimientos. Con la mirada llena de temor, se sentía como si estuviera sumergida en un mar de inseguridades.Cuando el médico comenzó a atenderla no perdió tiempo en preguntarle:—¿Qué le ocurrió? Dígame —ella hizo un gesto para que viera su pantalón y el médico vio la sangre en su ropa y suspiró.Ella respiró profundo y dijo con voz temblorosa:—Me accidenté en el trabajo… me cayeron encima unas cajas, no sé por qué sucedió, pero por favor ayúdeme a salvar a mi hijo, no quiero que muera —pronunció en tono suplicante.—Traté de calmarse, ya veremos que ocurre, le haremos un eco y esperemos que todo esté bien.Cuando el médico comenzó a revisarla el corazón de Valentina se aceleró, sentía que su cuerpo temblaba, el nudo en la garganta la ahogaba, mientras le suplicaba al cielo que su hijo estuviera bien, no se lo perdonaría si llegar
—¡Ay Valentina! La vida es así, nunca nadie quiere que las cosas le salgan mal, uno planifica y se imagina que todo saldrá perfectamente, pero al momento de que ocurran las cosas no se dan bien —dijo con un suspiro—, no te voy a decir que me pondré a bailar con la noticia vista la situación en la que estás, pero al final de cuentas esas criaturas son una bendición, te voy a decir algo hija, esos pedacitos de ti que crecen en tu interior, te deben hacer más fuerte y más hermosa, deben ser los motores que te impulsen a seguir adelante, no los dejes morir, ni te des por vencida, protege esos pequeñitos como una pantera protegería a sus crías. Eso es una lección de vida, eres una mujer maravillosa, debes ser fuerte y confiar, porque eres más grande que todo lo que te rodea y que cualquier mal momento que estés pasando —dijo su madre y Valentina no pudo aguantar el llanto.—Lo siento, mamá —murmuró la joven entre lágrimas.—No tienes por qué pedir disculpas, mi amor. Estoy aquí para ayud
Valentina se despertó en la habitación de un hospital. Todo el cuerpo le dolía y la cabeza le daba vueltas. Llevó la mano a su vientre y se dio cuenta de que sus hijos ya no estaban en su interior. Intentó hablar, pero solo le salió una especie de chillido, las palabras se quedaron atoradas en su garganta, la cual le ardía como si la tuviera en carne viva.Trató de coordinar sus pensamientos, de recordar lo ocurrido, pero todo era un caos, su único objetivo era salir de aquella habitación y preguntar por sus bebés. Tenía la sensación de que algo estaba mal, se recordó que justo se desmayó cuando estaba naciendo su segundo hijo, pero no recordaba haberlo visto, se molestó consigo misma, porque debió haberse mantenido despierta, sollozó al imaginarse a sus hijos prematuros, siendo bañados por la lluvia, no pudo contener el caudal de lágrimas que brotaron de sus ojos.Apretó las manos en un puño y se armó de valor para llamar a alguna enfermera.—Hola, ¿Hay alguien por aquí? Por favor,
Ocho meses antesCuando Luke dejó a Valentina se fue al hotel donde se estaba hospedando, en vez de recoger sus cosas, decidió aprovechar los minutos para escribirle una nota a la chica y reservar por más tiempo el hotel.“Amada Valentina,Antes que todo, te pido disculpas por irme de esta manera tan sorpresiva, dudé en despertarte, pero te vi durmiendo tan plácidamente, que no quise perturbar tu sueño, primero, debo informarte que debo regresar urgente a casa, mi bisabuela, la abuela de mi padre, está agonizando en el hospital, viviendo sus últimos momentos, y debo ir a darle el último adiós y acompañar a la familia en estos duros momentos, en otra circunstancia te habría llevado conmigo, les hablaré a mis padres de ti, para luego venir a buscarte y llevarte a conocerlos, te va a encantar pertenecer a ese clan.No te vayas a asustar con lo que voy a decirte en estas líneas, pero no tengo la menor duda de que me he enamorado de ti, no me preguntes como lo sé, basta con saber que lo si