Thalía Hall —Papá, ¿Puedes ayudarlo a despertar? —pregunté preocupada. Estaba tan concentrada, observando a mi hermoso hijo que la enfermera había puesto en mis brazos, que no vi venir lo que haría mi padre, sino cuando giré la vista y lo vi con un balde de agua, echándosela a Zachary. Intenté detenerlo, pero ya era muy tarde, mi esposo se levantó apresuradamente, con los ojos abiertos de par en par, el agua empapándole por completo. —¡¿Y mi esposa?! —exclamó Zachary, mirando a mi padre con sorpresa y desconcierto, sin protestar porque lo hubiese mojado. Entretanto, yo trataba de contener una risa involuntaria al verlo como un pollito remojado. —¿Nació mi hijo? —preguntó Zachary, luchando por recuperar el aliento y entender la situación. Mi padre, en un acto de sarcasmo, respondió con tono burlón. —No, no ha nacido, el bebé está esperando a que el valiente de su padre despierte. La expresión de confusión y desconcierto en el rostro de Zachary era evidente. Miró a su alrededor,
Georgina Harper.Sintiendo el nudo en mi garganta, miré a los médicos, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con escaparse de mis ojos. Mi voz se quebró cuando respondí.—No… no voy a desconectarla. No puedo… —mi voz se apagó, ahogada por la angustia que sentía en ese momento—, lo siento… pero así la ciencia diga que no hay esperanza… yo tengo confianza en Dios… los milagros existen —dije con la voz quebrada.Los médicos intercambiaron miradas preocupadas, como si les pareciera una locura lo que estaba diciendo. Uno de ellos se acercó y puso una mano reconfortante sobre mi hombro.—Señora Harper, sabemos que es una decisión muy difícil. Pero debe entender que el estado de su hermana no va a mejorar, solo prolongará su sufrimiento y el de usted. Desconectarla podría ser la mejor decisión en estas circunstancias.—¡No, no puedo…! —insistí, con voz temblorosa—. No voy a dejar que se vaya. No tengo derecho a tomar esa decisión… yo no soy Dios. No puedo hacerlo, ella… ella podr
Un par de semanas despuésSarah Hall.Siempre quise tener una hermana y compartir con ella, ser cómplice la una de la otra, por eso cuando apareció Georgina, pensé que cumpliría ese sueño y que iba a tener a alguien a mi lado y por fin iba a dejar de estar sola, pero no sucedió así. Eso hizo que me sintiera dolida con ella, lejos estaba de saber lo que estaba ocurriendo.Hasta que ese día, cuando entré a la sala de estar, escuché una conversación con los hermanos Hall hablando.—Creo que debes ir a hablar con ella, decirle que te equivocaste —dijo Landon con seriedad.—Estoy de acuerdo con Landon, si no te arriesgas no sabrás lo que opinas. No sigas culpándote, ve a la dirección que te di y busca a Georgina y trata de demostrarle que estás arrepentido —expresó Michael.No podía creer lo que estaba escuchando, la curiosidad me invadió y me acerqué silenciosamente, intentando escuchar más de la conversación.—Trataré de convencerla… así me tenga que arrodillar ante ella, le dije cosas h
Michael HallMi mente estaba llena de preocupación y miedo. Estaba seguro de que mi esposa se había lastimado mientras caía, y tenía miedo de que mi bebé estuviera en riesgo. Vi a los médicos y enfermeras corriendo de un lugar a otro, mientras me quedaba en la sala de espera con mi cabeza recostada de la pared, sintiéndome culpable y ansioso.Mis manos temblaron mientras yo me sumergía en mis pensamientos, sin dejar de reprocharme a mí mismo por no haberle dicho la verdad sobre Zucker, y por no haberla protegido de la caída.Pasaron algunos minutos que a mí me parecieron como una eternidad hasta que mis hermanos llegaron al hospital, preocupados por la situación. Landon, Levi, Zucker y Lawson se acercaron a mí de manera silenciosa, notando mi angustia.—Michael, ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo está Sarah? —preguntó Landon, su voz llena de preocupación.Yo miré a mis hermanos con pesar en los ojos y suspiré profundamente.—No me han dicho nada, aunque tengo tanto miedo de perder a mi hijo o
Michael HallEl proceso de preparación para la cesárea comenzó de inmediato. Sarah fue llevada al quirófano mientras yo llamaba a mis padres para avisarles de la cirugía de mi esposa.Luego de eso, me puse el traje de hospital y esperé ansioso para estar a su lado durante el procedimiento. La incertidumbre y la preocupación me abrumaban, pero no había lugar para el miedo en ese momento. Debía ser fuerte por Sarah y nuestro hijo. Estaba seguro de que todo saldría bien.Finalmente, me permitieron entrar al quirófano, donde Sarah estaba acostada en la mesa de operaciones, con una cortina de separación entre su cabeza y el área donde se llevaría a cabo la cirugía. La miré con amor y sostuve su mano, tratando de transmitirle tranquilidad.—Tengo miedo mi amor —me dijo con una expresión de inquietud en su mirada.—No te preocupes, ya verás que todo saldrá bien, y estos momentos de angustia solo serán un lejano recuerdo de cuando recibimos a nuestra pequeña campeona.Ella asintió, suspirand
Michael HallLa ansiedad me consumía mientras veía a los médicos llevar a Sarah nuevamente al quirófano. Sabía que mi esposa estaba librando una batalla por su vida, y no podía evitar sentirme impotente ante la situación.Regresé a la sala de espera donde se encontraba mi familia. Sus miradas reflejaban la misma angustia que sentía en mi interior. Mi madre estaba al borde de las lágrimas, y mi padre intentaba mantener la calma, pero su rostro también estaba lleno de preocupación.—¿Qué ha sucedido, Michael? ¿Cómo está Sarah? —preguntó mi madre con voz temblorosa.Respiré profundamente antes de responder, tratando de mantener la calma.—La cirugía para dar a luz a nuestra hija fue exitosa, y ella está en observación en la incubadora. Pero Sarah... Sarah tiene complicaciones graves. Los médicos descubrieron una hemorragia interna durante la cirugía, y necesitan realizar una segunda cirugía de emergencia para detenerla y estabilizar su condición. Está en quirófano.El rostro de mi famili
Georgina Harper.. La noticia sobre lo ocurrido a mi hermana, había provocado una profunda tristeza en mi corazón, me causaba temor el solo hecho que estuviera corriendo peligro y que pudiera estar a punto de perderla, no podría soportar otro golpe más.Me recosté en la silla con las manos en la cabeza, pensando en cómo hacer para ver a mi hermana, y dejar bien cuidada a Bárbara y a la pequeña Kejsi.Así que me dirigí a la habitación donde estaba Bárbara, tenía que pensar que hacer con ella durante mi ausencia.Cuando entré vi a la enfermera a un lado de mi amiga, revisando los equipos que tenía conectado, por un momento me mantuve en silencio a su lado.—Alina, necesito tu ayuda, debo viajar para ver a mi hermana, tiene una complicación de salud y no puedo dejarla sola en este momento. ¿Podrías quedarte con ella los próximos tres días? Yo podría pagarte el doble de salario que te pago actualmente. Es que solo confío en ti para cuidarla.Alina, la enfermera, me miró con atención mien
Georgina Harper.. El vuelo a Montreal, resultó más agotador de lo que hubiera imaginado. La pequeña Kejsi no dejaba de llorar, se sentía inquieta y solo se calmaba cuando era yo que la sostenía en mis brazos. Mi corazón se encogió en mi pecho al verla llorar, no podía evitar angustiarme, sin poder entender por qué lloraba tanto y cómo calmarla.Le cambiaba el pañal, la alimentaba, le sacaba los gases, pero simplemente ella estaba negada a calmarse. Pero sabía que debía procurar tranquilizarla, para poder ir con mi hermana y darle mi apoyo.Finalmente, llegamos al apartamento que habíamos alquilado para el tiempo que estaríamos en la ciudad. Mientras Robert se encargaba de llevar nuestras maletas, acosté a la pequeña en el coche que habíamos llevado y me dirigí con ella al baño para ducharme, pues me sentía agotada después de un día tan largo y estresante.Luego de la ducha, me ocupé de bañar a Kejsi, alimentarla y ayudarla a conciliar el sueño. Una vez que la vi dormida, me acerqué