Bárbara CraneHabíamos terminado de hacer muchas de las piezas que nos habían sido encargadas, pero Georgina se quedó dormida en uno de los sofás que teníamos en la sala de estar, y no quise molestarla, lo que ella estaba viviendo no era fácil, y sabía que le costaba dormir de esa manera.Le coloqué una manta encima y le puse la cabeza en una almohada, mientras acariciaba con suavidad su frente.—¡Eres un tonto Zucker! Perdiste a la mujer más maravillosa del mundo —suspiré con pesar—, claro, aunque de eso soy culpable, pero eres inteligente, debiste darte cuenta —expresé con pesar, sin poder superar la culpa que me acongojaba, y creo que nunca lo lograría hacer.Fui a buscar una almohada y una manta para mí, porque aunque no quería levantar a Georgina, tampoco la quería dejar sola.Yo luchaba contra la incomodidad y el dolor en mi espalda baja mientras caminaba de un lado a otro en la cocina, tratando de encontrar algo de alivio.Me levanté y tibie un poco de leche a ver si de esa man
Georgina Harper.Llegamos al hospital en medio de la agitación y el miedo. Las luces de emergencia parpadeaban, la noche se tornaba aún más inquietante. Los médicos y enfermeras nos rodearon rápidamente, llevando a Bárbara a la sala de emergencias.Mientras la ingresaban, yo me quedé en la sala de espera, sin poder contener las lágrimas que salían de mis ojos como si fueran cascadas. Tenía tanto miedo, Bárbara había sido mi soporte, como una hermana para mí. En los momentos de angustia ella había permanecido a mi lado, y ahora verla sufrir me angustiaba, había perdido mucho y no quería perderla.Cerré mis ojos mientras rogaba al cielo porque todo saliera bien. Luchaba en contra de esos malos pensamientos, porque perderla a ella sería otro fuerte golpe para mí, no lo podría soportar, nos habíamos hecho inseparables.Me senté, a esperar con ansiedad cualquier noticia. Mi rostro reflejaba una mezcla de miedo, incertidumbre y esperanza. Cada segundo se sentía como una eternidad, mientras
Georgina Harper.Los días transcurrieron en un vaivén de emociones y preocupaciones. La pequeña bebé, a quien había llamado Kejsi como había dicho Bárbara, la habían dado de alta y estaba finalmente en casa. A pesar de ser una bendición, también era una gran responsabilidad, sobre todo para mí, debido al embarazo y a lo que le estaba sucediendo a su madre.La madrina de Bárbara, Evelyn, quien había estado conmigo desde el primer día, tuvo que regresar a trabajar. —Lo siento mucho Georgina, pero no puedo seguir faltando al trabajo, tengo mis responsabilidades y no puedo permitirme dejar mi trabajo por más tiempo porque me van a echar —expresó y yo asentí.—No se preocupe, yo me encargo de todo —respondí, sabía que ella quería ayudar, pero entendí su situación.Así que, contra todo pronóstico, me vi en la necesidad de contratar a una niñera para que me ayudara con Kejsi, para que pudiera suplantar la ausencia de Evelyn.La situación era complicada, porque además de las noches en vela
Lawson HallMe acosté temprano esa noche, porque había decidido ir a visitar al día siguiente a mis hermanos Tarah y Zachary, porque estaban en la espera de la llegada de su hijo, un nuevo miembro para la familia Hall, que día a día crecía más.No pude evitar de pensar en Bárbara y en el hijo que esperábamos ¿Lo habrá tenido? ¿Sería niño o niña? ¿En verdad la habría querido tener o la abortó? Las preguntas se agolpaban en mi mente una tras otra. Sin embargo, el odio que le tenía a esa mujer por lo que me había hecho a mí y a mi hermano, hacía que no le deseara nada nuevo.Había contratado varios detectives, pero ninguno encontraba una sola pista de ella, es como si la tierra se la hubiese tragado.Traté de conciliar el sueño, pero este tardaba mucho en llegar, me quedé pensando en cientos de cosas hasta que por fin pude cerrar los ojos.Estaba caminando en una especie de bosque y vi correr a Bárbara, empecé inmediatamente a seguirla, no podía dejarla escapar.Así que corrí con todas m
Lawson HallLlegó un momento de silencio incómodo. Mi hermano se quedó mirándome, y durante unos instantes, pareció debatirse internamente antes de responder.—Bárbara... —comenzó Zucker con una expresión tensa—. Con ella fue diferente. No hubo amor real, Lawson. No puedo decir que la amé, de hecho, creo que no hubo amor en absoluto, ni por mi parte, y está demostrado que mucho menos del suyo. Nuestros momentos juntos podrían contarlos con los dedos de una mano. No hubo pasión porque ella tenía sus propios propósitos. Pero si llegaras a enamorarte de ella y quisieras pasar la vida con la madre de tu hijo, jamás te juzgaría ni discutiría contigo, todo lo contrario te daría el enhorabuena… eso si ella fuera una buena mujer… pero temo que no lo sea.—¿Y si cambió? ¿No crees que las personas puedan hacerlo? Si lo hacen merecen una segunda oportunidad ¿O no lo crees?—Me es difícil creer que ella pueda cambiar, Bárbara fue una mujer egoísta, que solo le importaba ella misma… pero sincerame
Thalía HallMe subieron a la ambulancia, mi esposo y mi padre se subieron junto conmigo, cada uno tomándome de una mano, el rostro de los dos estaba por completo pálido, se veían visiblemente preocupados.Pero antes de arrancar la ambulancia hice una petición.—Antes de irnos, ¿Pueden traerme mi celular? —pregunté y ambos me miraron sin poder creer mi petición—, es para grabar cuando llegue al mundo nuestro bebé.Mi esposo asintió y salió corriendo a cumplir mi petición, en pocos minutos estuvo de nuevo de vuelta a mi lado y me entregó el móvil.A pesar de mi ansiedad y nerviosismo por lo que iba a suceder, traté de mantenerme tranquila, suspiré profundo tratando de llevar la calma a cada célula de mi cuerpo.Lo que sentía en ese momento era una mezcla abrumadora de emoción y ansiedad. Sentía el latido de mi corazón acelerado, mis manos temblaban ligeramente y mis ojos no podían evitar buscar la tranquilidad en el rostro de Zachary y mi padre. El viaje hacia el hospital fue corto, au
Zucker HallSubimos todos al autobús y cuando llegamos al hospital vimos como Alexis, defendió el derecho de estar con su hija como una fiera, ante su forma de actuar, no pude evitar sentirme culpable, porque yo era su antítesis, había rechazado a mi hijo.Sentí un nudo en la garganta ante esa verdad y decidí caminar, porque estar allí causaba un profundo pesar en mi corazón.Mientras caminaba por los pasillos, no pude evitar toparme con mujeres embarazadas con sus esposos tomadas de la mano, hombres con sus niños en brazos, cada escena era un recordatorio de lo ocurrido con Georgina.—Ella no abortó voluntariamente, si no fue espontáneo… tal vez el dolor de mi desprecio causó pesar en ella y por eso perdió a mi hijo —dije en un susurro.Subí por las escaleras hasta llegar a la terraza del edificio, el aire fresco me golpeó la cara mientras me detenía al borde, observando los edificios, girando la vista entre ellos como si en algún momento Georgina fuera a aparecer, como si pudiera en
Thalía Hall —Papá, ¿Puedes ayudarlo a despertar? —pregunté preocupada. Estaba tan concentrada, observando a mi hermoso hijo que la enfermera había puesto en mis brazos, que no vi venir lo que haría mi padre, sino cuando giré la vista y lo vi con un balde de agua, echándosela a Zachary. Intenté detenerlo, pero ya era muy tarde, mi esposo se levantó apresuradamente, con los ojos abiertos de par en par, el agua empapándole por completo. —¡¿Y mi esposa?! —exclamó Zachary, mirando a mi padre con sorpresa y desconcierto, sin protestar porque lo hubiese mojado. Entretanto, yo trataba de contener una risa involuntaria al verlo como un pollito remojado. —¿Nació mi hijo? —preguntó Zachary, luchando por recuperar el aliento y entender la situación. Mi padre, en un acto de sarcasmo, respondió con tono burlón. —No, no ha nacido, el bebé está esperando a que el valiente de su padre despierte. La expresión de confusión y desconcierto en el rostro de Zachary era evidente. Miró a su alrededor,