Tarah Kontos.Él asintió levemente, pero no dijo nada. La tensión entre nosotros era evidente, y me invadió una sensación de vacío y tristeza por la distancia que se había creado entre nosotros en un momento tan importante.—Siento mucho haberme comportado así. Estaba asustada, confundida, y tal vez eso me llevó a actuar de forma inapropiada, no tenía que decirte esas cosas —continué, buscando restaurar la conexión pérdida—, seguro me odias y no quieres volver a verme y hasta te quieres divorciar de mí.Alexis suspiró nuevamente, esta vez con una mirada más suave hacia mí.—Tarah, no digas cosas que no son, aunque la verdad es que me sentí muy herido por tu actitud, entiendo que fue un momento difícil para ambos. Yo también me sentí abrumado y, tal vez, tomé una decisión apresurada al alejarme de ti. Sin embargo, me sentí desvalorizado, tus palabras me hirieron profundamente y si me alejé fue para complacerte, no quería añadir más presión a la situación, pero comprendo que no fue lo c
Alexis KontosAl ver a mi hijo llamarme papá, no pude evitar sentir una emoción indescriptible. Eran las palabras que siempre me imaginé escuchar, pero que mi hijo me había negado a decirme.Mi corazón latió con fuerza en mi pecho mientras me inclinaba para recoger a Paul con un brazo, mientras sostenía a mi pequeña en el otro. Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad al sentir el abrazo de mi hijo y escuchar su voz, pronunciar esa palabra tan significativa.—¡Papá! —repitió Paul, abrazándome fuertemente del cuello, mientras yo lo sostenía con ternura y emoción.—Sí, hijo, soy tu papá —respondí, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de amor.La alegría y la emoción inundaron nuestra casa, mientras mi hijo se veía visiblemente emocionado en mis brazos. Era el momento más feliz de mi vida, el momento más esperado por mí, alcé los ojos y vi a Tarah con los ojos humedecidos de la emoción al verme cómo mi hijo me abrazaba.Mientras yo sostenía a Paul en mis brazos, miré a mi esposa co
Thalía Hall.Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar la noticia sobre la detención de Ronald Tremblay y la mujer que me trajo al mundo, aunque no porque tuviera algún sentimiento hacia ella, porque no la sentía como mi madre, para mí esa figura no existía, aunque estaba muy cerca de conocer el alcance de sus fechorías. No pude evitar que la sorpresa me invadiera, no me dolía lo que estaba pasando, al contrario, era una sensación de asombro y sorpresa al ver que la justicia finalmente estaba llegando en contra de la mujer que nunca me quiso y hasta intentó acabar con mi vida.Sentí un nudo en la garganta al recordar todo lo que esa mujer me había hecho, su desprecio desde que supo de mi existencia, sus palabras hirientes la última vez que la vi y su mínimo instinto maternal hacia mí. Al mismo tiempo, un sentimiento de alivio y justicia invadió mi ser al saber que finalmente enfrentaría las consecuencias de sus acciones.—¿Quién es Jane Fernández? —pregunté, tratando de procesar
Thalía Hall.Mi padre y Zachary me miraban con preocupación y yo los tranquilicé.—No se preocupen, estoy bien, no me voy a quebrar con esa noticia, les juro que desde que me encontré con ella y le pedí una explicación de sus acciones y me trató mal, yo la borré de mi vida y me hice de cuenta que había muerto en ese momento.Justo en ese preciso instante, en medio del silencio que inundaba la habitación, un suave golpeteo resonó en la puerta. Todos volteamos sorprendidos mientras Zachary se apresuraba a secar mis lágrimas con un pañuelo antes de dirigirse hacia la puerta.—¿Qué querrán? —preguntó Tarah frunciendo el ceño porque se escuchaba ruido en el pasillo.—No tengo idea —inquirió mi padre.La puerta se abrió lentamente, y se perfiló en la entrada la señora de servicio, y anunció la llegada de la tropa Hall, formada por mis suegros, mis cuñados, Landon, Levi, Lawson, Zucker, Michael, Sara y Jessica.—¡Hola! —exclamó Lawson, quien encabezaba la fila, con una sonrisa en el rostro.
Zachary HallLlegamos a la puerta principal de la casa y, con prisa, nos dirigimos hacia el automóvil. Mientras tanto, escuché pasos rápidos acercándose detrás de mí. Al voltear, vi a Alexis, mi suegro, Michael, Jessica y Levi, quienes evidentemente estaban alertados por la situación y se apresuraban a ayudar.—¿Qué sucede? ¿Cómo está mi hija? —preguntó Alexis con voz preocupada.—No sé, al parecer algo no está bien. Tiene un dolor muy fuerte. Vamos al hospital para que la revisen —respondí con la urgencia reflejada en mi voz, mientras abría la puerta del auto y acomodaba a Thalía con cuidado en el asiento trasero.Alexis, sin perder tiempo, se subió detrás con ella, mientras yo corría a encender el motor y emprendía el camino hacia el hospital, mientras mis hermanos y Jessica me seguían en otro auto. La tensión en el aire era palpable, y mi corazón latió con fuerza, lleno de preocupación por el bienestar de mi esposa y mi hijo.Durante el trayecto, intenté mantener la calma, escucha
Zucker HallA pesar del tenso ambiente, me mantuve a una distancia prudente y en silencio, observando a mi hermano que me miraba con odio, la tensión entre nosotros era evidente, me molestaba la actitud de todos, no entendía su empeño de que quisieran que aceptara a un hijo que estaba convencido de que no era mío.—¿Vas a responderme? Te hice una pregunta ¿Estás hablando de Georgina la hermana de Sarah? —repitió Michael.—Si estoy hablando de ella, se revolcó con quién sabe quién y me lo estaba metiendo a mí —apenas las palabras salieron de mi boca, sentí el impacto de la mano de mi hermano Michael en mi rostro.Caí al suelo y él me volvió a agarrar por el cuello.—¡¿Cómo pudiste hacerle eso?! Por eso se fue de la casa ¿Cómo puedes ser tan basura? Negaste a tu hijo mientras aceptaste a el de la sinvergüenza de Bárbara, que resultó siendo hijo de Lawson —expresó y yo aparté sus manos de mí.—Porque tu perfecta cuñada es igual a Bárbara, se abrió de piernas y pretendía meterme un bastar
Zucker HallMientras la besaba, la mujer me tomó de la mano y me condujo hacia el sofá. Intentó acercarse más, buscando un contacto físico más estrecho, pero algo en mí se resistía. Mi mente divagaba entre la frustración y el desconcierto.Yo dejé de besarla y me separé, pero ella se acercó más, sus labios se posaron en los míos en un intento por encender la chispa de la pasión. Sin embargo, mi respuesta fue fría, distante. No sentí el deseo que esperaba encontrar en ese momento.Lo intenté, pero en ese instante, en medio de aquel beso, todo lo que vi fue el rostro triste de Georgina, su mirada apesadumbrada que se reflejaba en mi mente como un eco constante.Cerré los ojos por un momento, tratando de apartar esa imagen de mi cabeza, pero su presencia era ineludible.Al notar mi falta de respuesta, la mujer se apartó lentamente, su semblante mostraba desconcierto y cierta desilusión. Me observó con cierta expectativa, buscando una explicación que en ese momento era difícil de ofrecer.
Georgina Harper. —¿De qué tipo de complicaciones me está hablando? ¿Qué significa esto para mi bebé? —pregunté con voz temblorosa, luchando por contener las emociones que amenazaban con desbordarse. La Dra. Mendoza tomó mi mano con delicadeza, transmitiendo tanto preocupación como compasión. —Hay señales de irregularidades en el desarrollo del feto. Necesitamos realizar más pruebas para determinar con precisión qué está sucediendo y qué impacto podría tener en tu bebé. El temor y la incertidumbre se intensificaron. Cada fibra de mi ser estaba llena de preocupación por la salud de mi hijo. Las lágrimas caían sin control por mis mejillas mientras intentaba procesar la gravedad de la situación. —¿Hay algo que pueda hacer para ayudar a mi bebé? —pregunté con desesperación, buscando alguna manera de proteger a mi hijo—, por favor ayúdeme, no quiero perderlo… ya perdí uno, no podía soportar este nuevo golpe. Dígame doctora ¿Qué hice mal? ¿Por qué me sucede esto a mí? La Dra. Mendoza m