Thalía Hall.Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar la noticia sobre la detención de Ronald Tremblay y la mujer que me trajo al mundo, aunque no porque tuviera algún sentimiento hacia ella, porque no la sentía como mi madre, para mí esa figura no existía, aunque estaba muy cerca de conocer el alcance de sus fechorías. No pude evitar que la sorpresa me invadiera, no me dolía lo que estaba pasando, al contrario, era una sensación de asombro y sorpresa al ver que la justicia finalmente estaba llegando en contra de la mujer que nunca me quiso y hasta intentó acabar con mi vida.Sentí un nudo en la garganta al recordar todo lo que esa mujer me había hecho, su desprecio desde que supo de mi existencia, sus palabras hirientes la última vez que la vi y su mínimo instinto maternal hacia mí. Al mismo tiempo, un sentimiento de alivio y justicia invadió mi ser al saber que finalmente enfrentaría las consecuencias de sus acciones.—¿Quién es Jane Fernández? —pregunté, tratando de procesar
Thalía Hall.Mi padre y Zachary me miraban con preocupación y yo los tranquilicé.—No se preocupen, estoy bien, no me voy a quebrar con esa noticia, les juro que desde que me encontré con ella y le pedí una explicación de sus acciones y me trató mal, yo la borré de mi vida y me hice de cuenta que había muerto en ese momento.Justo en ese preciso instante, en medio del silencio que inundaba la habitación, un suave golpeteo resonó en la puerta. Todos volteamos sorprendidos mientras Zachary se apresuraba a secar mis lágrimas con un pañuelo antes de dirigirse hacia la puerta.—¿Qué querrán? —preguntó Tarah frunciendo el ceño porque se escuchaba ruido en el pasillo.—No tengo idea —inquirió mi padre.La puerta se abrió lentamente, y se perfiló en la entrada la señora de servicio, y anunció la llegada de la tropa Hall, formada por mis suegros, mis cuñados, Landon, Levi, Lawson, Zucker, Michael, Sara y Jessica.—¡Hola! —exclamó Lawson, quien encabezaba la fila, con una sonrisa en el rostro.
Zachary HallLlegamos a la puerta principal de la casa y, con prisa, nos dirigimos hacia el automóvil. Mientras tanto, escuché pasos rápidos acercándose detrás de mí. Al voltear, vi a Alexis, mi suegro, Michael, Jessica y Levi, quienes evidentemente estaban alertados por la situación y se apresuraban a ayudar.—¿Qué sucede? ¿Cómo está mi hija? —preguntó Alexis con voz preocupada.—No sé, al parecer algo no está bien. Tiene un dolor muy fuerte. Vamos al hospital para que la revisen —respondí con la urgencia reflejada en mi voz, mientras abría la puerta del auto y acomodaba a Thalía con cuidado en el asiento trasero.Alexis, sin perder tiempo, se subió detrás con ella, mientras yo corría a encender el motor y emprendía el camino hacia el hospital, mientras mis hermanos y Jessica me seguían en otro auto. La tensión en el aire era palpable, y mi corazón latió con fuerza, lleno de preocupación por el bienestar de mi esposa y mi hijo.Durante el trayecto, intenté mantener la calma, escucha
Zucker HallA pesar del tenso ambiente, me mantuve a una distancia prudente y en silencio, observando a mi hermano que me miraba con odio, la tensión entre nosotros era evidente, me molestaba la actitud de todos, no entendía su empeño de que quisieran que aceptara a un hijo que estaba convencido de que no era mío.—¿Vas a responderme? Te hice una pregunta ¿Estás hablando de Georgina la hermana de Sarah? —repitió Michael.—Si estoy hablando de ella, se revolcó con quién sabe quién y me lo estaba metiendo a mí —apenas las palabras salieron de mi boca, sentí el impacto de la mano de mi hermano Michael en mi rostro.Caí al suelo y él me volvió a agarrar por el cuello.—¡¿Cómo pudiste hacerle eso?! Por eso se fue de la casa ¿Cómo puedes ser tan basura? Negaste a tu hijo mientras aceptaste a el de la sinvergüenza de Bárbara, que resultó siendo hijo de Lawson —expresó y yo aparté sus manos de mí.—Porque tu perfecta cuñada es igual a Bárbara, se abrió de piernas y pretendía meterme un bastar
Zucker HallMientras la besaba, la mujer me tomó de la mano y me condujo hacia el sofá. Intentó acercarse más, buscando un contacto físico más estrecho, pero algo en mí se resistía. Mi mente divagaba entre la frustración y el desconcierto.Yo dejé de besarla y me separé, pero ella se acercó más, sus labios se posaron en los míos en un intento por encender la chispa de la pasión. Sin embargo, mi respuesta fue fría, distante. No sentí el deseo que esperaba encontrar en ese momento.Lo intenté, pero en ese instante, en medio de aquel beso, todo lo que vi fue el rostro triste de Georgina, su mirada apesadumbrada que se reflejaba en mi mente como un eco constante.Cerré los ojos por un momento, tratando de apartar esa imagen de mi cabeza, pero su presencia era ineludible.Al notar mi falta de respuesta, la mujer se apartó lentamente, su semblante mostraba desconcierto y cierta desilusión. Me observó con cierta expectativa, buscando una explicación que en ese momento era difícil de ofrecer.
Georgina Harper. —¿De qué tipo de complicaciones me está hablando? ¿Qué significa esto para mi bebé? —pregunté con voz temblorosa, luchando por contener las emociones que amenazaban con desbordarse. La Dra. Mendoza tomó mi mano con delicadeza, transmitiendo tanto preocupación como compasión. —Hay señales de irregularidades en el desarrollo del feto. Necesitamos realizar más pruebas para determinar con precisión qué está sucediendo y qué impacto podría tener en tu bebé. El temor y la incertidumbre se intensificaron. Cada fibra de mi ser estaba llena de preocupación por la salud de mi hijo. Las lágrimas caían sin control por mis mejillas mientras intentaba procesar la gravedad de la situación. —¿Hay algo que pueda hacer para ayudar a mi bebé? —pregunté con desesperación, buscando alguna manera de proteger a mi hijo—, por favor ayúdeme, no quiero perderlo… ya perdí uno, no podía soportar este nuevo golpe. Dígame doctora ¿Qué hice mal? ¿Por qué me sucede esto a mí? La Dra. Mendoza m
Lawson HallSalí de la casa de mi hermana, dispuesto a arreglar dos cosas, la situación de mi hijo con Bárbara y hacerme cargo de Georgina, desde que la conocí, vi que era una chica centrada, directa, correcta, además de hermosa y no la creía capaz de engañar a mi hermano, tenía planes para ayudarla, porque no pensaba dejarla sola en esos momentos.Me sentí agotado después de varias horas de vuelo, pero no era por el cansancio del viaje porque después de todo no era largo, sino por el agotamiento emocional que tenía por todo lo que estaba viviendo.Me dirigí al centro de salud donde estaba Bárbara aún internada, entré a la habitación, y ella se quedó viéndome con una mezcla de sorpresa y temor en su rostro.Sus ojos reflejaron preocupación, pero la ignoré, sabía que aquella visita lo cambiaría todo.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Bárbara, con voz nerviosa, mientras trataba de ocultar la inquietud que le embargaba.Me senté frente a ella, manteniendo una postura seria y decidida.
Bárbara Summer.Con la partida de Lawson quedé en un mar de emociones, mientras llevaba la mano a mi vientre, había comenzado ya a sentir los movimientos de mi bebé y era imposible imaginarme la vida sin él.No podía creer que la oportunidad para enmendar mi pasado se desvaneciera cada vez más.¡¿Acaso no tenía derecho a cambiar?! ¿A reconocer mis errores y enmendar mí camino? Yo sé que no había sido buena persona, pero a veces las circunstancias lo llevan a uno a comportarse de una forma que de otra manera no lo haría.Mi madre me crió para seducir a los hombres, para obtener dinero de ellos usando mi cuerpo si era necesario y sacarles todo lo que quisieran. Esa era la única forma de relacionarme que conocía, solo pensaba que el dinero era lo más importante del mundo.Sé que había intentado hacerle daño a Zucker, y por eso arriesgué a mi hijo, pero después de eso, lo sentí por primera vez en mi vientre, sus movimientos parecían el suave aleteo de mariposa y allí supe que había otras