Emma LeytonSentí mi cabeza punzando del dolor, intenté abrir los ojos, pero estos me pesaban, intenté llevarme una de mis manos a la parte donde sentía más dolor, pero no podía moverme, en ese momento recordé lo que había pasado. La confusión y el temor me invadió, abrí los ojos y estaba en una habitación, pero al intentar incorporarme me di cuenta de que también mis pies estaban atados con una cadena y mis manos esposadas al espaldar de la cama.Sentí ansiedad, pero traté de calmarme y pensar en una forma de escapar, pero el dolor de mi cabeza me lo impedía.De repente, la puerta se abrió, y entró Kempless, apreté la boca en un gesto de molestia, y él me miró con una sonrisa malévola en su rostro.—Por fin despiertas mi pequeña —dijo con una voz grave y ronca—, estaba deseando ver abrir tus ojos.Se acercó a mí y acarició con suavidad mi rostro.—Eres tan preciosa… igual a ella cuando tenía veinte años… por eso te quiero para mí… te deseo tanto… te juro que si te portas bien, serem
Georgina Harper Davis Estaba indignada porque el troglodita ese, me había destruido la cámara, un regalo de mi madre, eso me confirmaba que todo lo que decían de él era verdad, no era más que un patán. —¿Quieres demandarme? Ve y hazlo, ¡No te tengo miedo! —exclamó, su rostro teñido por la rabia, mientras yo lo miraba con incredulidad, porque resultó ser más patán de lo que decían. —¡Ya verás pedazo de idiota! Te vas a tragar tus palabras —fue mi respuesta, por completo indignada. —Quien ríe al último lo hace mejor, y yo estoy dispuesto a hacerlo —me dijo burlesco, lo que aumento el enojo en mí. Me aparté de ellos, mientras lo veía subir al auto, aunque esta vez ignorándome por completo, porque ni siquiera una mirada más me dieron. Caminé hasta mi auto y subí mientras trataba de controlar mi rabia, justo en ese momento recibí una llamada de Jessica. “¿Los viste? ¿Dime que lograste grabarlos?”, me preguntó mi amiga al otro lado de la línea. —Lo hice, pero el tal Zucker es un s
Georgina Harper Davis Llegué al edificio donde se suponía que vivía Zucker. El lugar era imponente, un rascacielos elegante en una de las zonas residenciales más exclusivas de la ciudad. Estacioné mi auto y para mi alivio al decir que era amiga de Zucker me dejaron entrar sin problemas. Subí hasta el piso en el que se encontraba su apartamento, con el corazón latiendo con fuerza y la determinación recorriendo cada fibra de mi ser. El ascensor parecía tardar una eternidad en llegar al piso indicado. Mis manos estaban ligeramente sudorosas por la tensión del momento. Cuando las puertas se abrieron, salí con paso firme, dispuesta a enfrentar a aquel hombre que había destrozado mi cámara y que al parecer quería seguir jodiéndome la vida. Llamé al timbre del apartamento de Zucker. No hubo respuesta inicialmente. Esperé unos segundos, manteniendo la compostura, aunque por dentro mi corazón latía con fuerza. Luego golpeé la puerta con más firmeza, esta vez con una mezcla de ansiedad y d
Zucker HallCuando la besé, me sentí perdido en sus labios, una ola de calor se extendió desde mi bajo vientre. Al principio lo hice como un ejercicio para someterla, y que se callara, pero cuando sentí el contacto con ella, no pude resistirme a su sabor, a su tacto, incluso su olor era embriagante.Mis manos se aferraron a su cintura, su piel se sintió aterciopelada bajo mis dedos. Intensos sentimientos me embargaron, me sentí ansioso por capturar cada respiro, por sentir su piel contra la mía. Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza en mi pecho, y mi cuerpo se inundó de deseo.Georgina se dejó llevar por mí, nuestras lenguas, luchando por dominar la una a la otra en un baile sensual y apasionado. Mis manos se deslizaron hacia su espalda, sujetando su cuerpo contra el mío, mientras mis labios exploraban cada rincón de su boca.Pero entonces, ella se apartó, dejándome con el deseo ardiente que me consumía. Miré sus ojos oscuros, sus labios hinchados y rojos, y supe que no podía dejar
Georgina Harper DavisDespués de haberme entregado a Zuckerberg, me hice la dormida para evitar tener que dar explicaciones de mi actuación.No podía controlar los latidos enloquecidos de mi corazón, que golpeaba con fuerza en mi pecho, sentí miedo, por dejarme arrastrar por la pasión, por embriagarme con sus caricias, por olvidarme mi propósito y confraternizar con el enemigo, por eso apenas escuché su leve ronquido, me levanté, me vestí y salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo, porque necesitaba poner distancia con él.Cuando subí al auto mi cuerpo temblaba, la cabeza me punzaba y un sentimiento de traición me recorrió, no tenía idea de cómo vería a Jessica a los ojos. —Eres un desastre, eres la peor hermana, amiga —me reprendí poniendo mi frente en el volante.Y como si el destino quisiera restregarme mi error, el móvil comenzó a sonar y vi en la pantalla que se trataba de Jessica, lo vi como si fuera un animal venenoso, y como una señal de que debía enfrentar las co
Jessica FernándezMis músculos se tensaron ante la idea de seguir a un extraño a un lugar desconocido, una parte de mí me decía que estaba siendo imprudente, pero la urgencia por saber la verdad sobre mi hermana superaba cualquier precaución y nublaba mi razonamiento. Asentí con la cabeza, siguiendo al hombre a través del parque hasta que llegamos al inicio de un callejón, caminar por allí me provocó temor, estaba solitario y desolado, un sudor frío recorrió mi columna y me detuve en seco. Es como si de pronto una ráfaga de sentido común hubiese pasado por mi mente.—Espera un momento, ¿Cómo puedo confiar en ti? No sé quién eres ni por qué dices tener información sobre mi hermana ¿Cómo sabes de mí? ¿Cómo obtuviste mi número? —exigí deteniéndome en seco.El hombre se volvió hacia mí, con una mirada seria y un gesto de impaciencia.—No tienes otra opción si quieres respuestas. Puedes irte y nunca saber qué pasó, vivir con tus dudas, o venir conmigo —sus palabras resonaron en mi mente,
Zucker Hall Después de revisar el apartamento en búsqueda de Georgina y no encontrarla, respiré aliviado, en el fondo me alegraba que se hubiera marchado sin dejar rastro, porque lo sucedido entre nosotros había sido un gran error, uno de los peores de mi vida y que no pensaba repetir. Pasé mi mano por el cabello desordenado, mientras caminaba al baño para ducharme, tratando de mantener mis pensamientos a raya y no pensar en lo que había sucedido. Mientras me duchaba, traté de comprender por qué se había ido, seguro se había arrepentido de lo que ocurrió entre nosotros, y la entendía porque yo lo estaba. Estaba molesto conmigo mismo, no podía creer que hubiese salido de Bárbara para caer en manos de otra arpía como Georgina, porque era evidente que era una de ellas. Al parecer yo no terminaba de aprender. Suspiré profundo tratando de contener el caudal de emociones que se agolparon en mi mente, salí del baño mientras una sensación de desconcierto se mezcló con un ligero malestar
Zucker Hall Zucker mantuvo el blíster con las pastillas extendidas hacia mí, mientras yo no dejaba de mirarlo con desconfianza e incredulidad, no pude evitar que mis ojos se abrieran un poco más al escuchar sus palabras. —¿Qué pretendes con esto? —no pude evitar preguntar, retrocediendo un paso, evitando tomar las pastillas. —Solo quiero asegurarme de que no haya sorpresas desagradables, así que tómalas. —La expresión de Zucker era seria, su mirada fija en mí. Yo titubeé por un momento, mirando alternativamente las pastillas y a Zucker. Los nervios parecían consumirme, mi respiración se agitó ligeramente mientras mis ojos se humedecían, porque era la humillación más grande que había tenido en mi vida.. Zucker se mantuvo firme y en un tono severo respondió con una expresión de desprecio. —Mira, no quiero sorpresas, Georgina. No quiero que interfieras en mi vida de alguna manera no deseada, así que tómalas y así me aseguro de que no haya ninguna duda, ya conozco las mujeres como tú