Michael HallFinalmente, después de varias embestidas, llegué dentro de Sarah. Ambos gritamos de placer mientras una intensa sensación de paz y felicidad inundaba nuestros cuerpos. Me derrumbé sobre su cuerpo. Ella me abrazó apoyando su barbilla en mi hombro y una sonrisa pícara se formó en sus labios.Sostuve mi mano en su cabeza y la acaricié con ternura. —Este es el momento más magnífico que he vivido en mi vida, esposa mía.—¿Y ahora qué haremos? —me preguntó con una expresión de preocupación.—Vamos a hacer lo que tú quieras, si deseas irte a Montreal, a Nueva York, o quedarnos aquí, lo haremos —le dije mientras no dejaba de acariciarla.Ella me miró con una expresión de tristeza en su mirada.—Mich, no voy a poder darte ese hijo que tanto deseas —manifesté con un deje de tristeza.—Sarah, mi amor, te dije que no debes preocuparte, lo único que quiero es mantenernos juntos sin importar lo que suceda.—Pero tu deseo más grande es tener un hijo… no puedo ser obstáculos en tus sueñ
Sarah FarfánÉl me abrazó con firmeza mientras yo sollozaba en su hombro. Él me miraba con preocupación, como si no supiera qué hacer. Mientras tanto, yo no podía evitar que mis lágrimas resbalaran por mis mejillas y mi cuerpo temblaba por el llanto.—Mich, ¿Cómo pude pensar que ella comprendería? —musité entre sollozos, intentando contener el dolor.—Shh, amor, tranquila. Esto no es culpa tuya. Tú decidiste lo que tu corazón te dictaba y eso es lo que importa —respondió, acariciando mi cabello, tratando de calmarme.Me enmarcó la cara sin dejar de mirarme.—Te prometo que no te voy a defraudar, te amo Sarah, y jamás pasará lo que ella dice, confía en mí. Nos quedamos un momento así, abrazados en medio de la sala, mientras el eco de las palabras de mi madre aún resonaba en el ambiente.—Mich, ella no debería hacerme elegir entre ustedes dos. Es injusto, pero no puedo dejar de amarte, lo intenté, porque no podía darte un hijo, pero ahora que tú quieres continuar con nuestro matrimoni
Emma LeytonEn el momento que sentí al hombre tocar mi rostro, retrocedí para apartarlo de mí, sobre todo cuando Lissa lo llamó papá, y me di cuenta de que era el hombre que le había hecho daño a mi madre.No pude evitar la rabia emerger dentro de mí, lo miré con ganas de caerle encima y destrozarlo con mis propias manos, pero en vez de ello, apreté las manos en un puño tratando de controlarme.—¿Qué hace aquí? —pregunté molesta y sin esperar respuesta, seguí hablando—, usted no es bienvenido aquí, le agradezco que se vaya.Kempless ni se inmutó, se acercó más a mí, mirándome fijamente como si no pudiera creer lo que estaba viendo.—Emerith… ¡Oh por Dios! —murmuró, emocionado y sorprendido al mismo tiempo—, aunque sé que no eres ella, pero eres tan igual de hermosa que cuando me enamoré y enloquecí por ella.La mención de mi madre hizo que mi corazón se acelerara y mi respiración se agitara. Lissa, se quedó viendo atónita y se paró frente a mí de manera protectora.—¿Qué haces aquí? ¿
Lissa KemplessMe sentí desbordada por la intensidad del momento. Mi mente se agitaba con una mezcla de furia, miedo y determinación. Viendo cómo el hombre que decía ser mi padre se aproximaba a Emma, luego de destilar sus mentiras y cuando vi que su actitud era amenazante, mi instinto de protección se encendió de inmediato.—¡Detente! ¡No te acerques a mi hermana! —grité con voz firme, pero todo sucedió con tanta rapidez que no pude detenerlo cuando se arrojó en contra Emma, la golpeó y ella cayó al suelo.Yo corrí hacia ellos, la tensión en la habitación era palpable. Me sentí como si estuviera parada en medio de un vendaval, luchando por mantenerme firme, estaba dispuesta a proteger a mi hermana, pero no pude hacer nada porque enseguida entraron sus hombres y un par ellos me apartaron.La figura de Kempless, envuelta en una aureola de descontrol y peligro, aunque me hacía temblar internamente, me negaba a ceder ante su intimidación, porque no dejaría que le hiciera daño a Emma.—¡D
Alexis Kontos Trataba de calmar a Tarah que estaba preocupada, caminaba de un lado a otra demasiado ansiosa, por todo lo que estaba viviendo su familia. —Quiero estar con ellos, me necesitan, esos hermanos míos no terminan de aprender, son demasiado confiados y temo que si no estoy con ellos suceda algo malo —dijo con una expresión de preocupación. Me levanté y acaricié suavemente su espalda para tratar de tranquilizarla. Sabía que no era fácil para ella estar en Los Ángeles, mientras sus hermanos pasaban por un momento crítico. —Debes calmarte mi amor, poniéndote de esa manera no vas a ganar nada —le dije, pero ella se puso más alterada. —¿Cómo voy a estar tranquila cuando veo que la vida de ellos se vuelve un desastre? Quisiera tener esas maldit4s mujeres y retorcerles el cuello como a una gallina. —Hagamos algo, déjame terminar unas cosas en la oficina y en dos días nos vamos a Montreal con tu familia, y deberías darle un pequeño curso a tus hermanos de supervivencia, porque
Maxwell Crane Las palabras de mi padre me dejaron pensando por unos segundos, resonando profundamente en mí. Yo siempre había visto a mi padre como un hombre sensato y sabio, y su consejo en ese momento era como un faro en medio de la confusión en la que me encontraba. —Lo sé, papá —respondí sus palabras, aunque no con mucha convicción—, realmente no sé lo que siento por ella… voy a intentar manejar esto de la mejor manera posible —respondí, asintiendo con seriedad. Él me miró fijamente por un momento antes de dar un suspiro y asentir. —Bien. Pero espero que puedas decidirte y no dejes que el amor se escape de ti —expresó. Me pasé la mano por la cabeza con preocupación, mi padre notó mi estado de ánimo y me dio una palmada en el hombro, reconfortante. —Tú puedes hacer lo correcto, hijo. No dejes que tus propias luchas internas te cieguen al punto de lastimar a alguien más e incluso a ti misma —reiteró con calma—, no actúes como lo hice yo. Por un momento nos quedamos en silenci
Massimo CraneMis ojos enrojecidos por el dolor, la tristeza y la rabia, se posaron en Lila frente a mí, desnuda y con una expresión de deseo en su mirada. Su declaración y sus actos en ese momento no hacían más que acentuar mi desdicha. Porque me recordaban la imagen de Emerith y Torrence, aun quemándome el alma, y Lila, con sus palabras, intentaba consolarme de una manera que no podía aceptar.—Lila, por favor, no… esto no está bien —murmuré con voz entrecortada, apartando la mirada, sin poder soportar el peso de la situación.Una parte de mí por vengarme de Emerith quería aceptar lo que me estaba ofreciendo Lila, sin embargo, la parte de mi racional, me instó a no hacerlo, porque la mujer frente a mí había querido siempre estar conmigo, y eso terminaría complicando mi vida, además, aunque era una mujer hermosa no me gustaba y ninguna mujer merecía que la usara.Me mantuve lejos de ella, rechazándolo, sin embargo, Lila siguió insistiendo, se acercó lentamente, ignorando mi rechazo i
Emma LeytonSentí mi cabeza punzando del dolor, intenté abrir los ojos, pero estos me pesaban, intenté llevarme una de mis manos a la parte donde sentía más dolor, pero no podía moverme, en ese momento recordé lo que había pasado. La confusión y el temor me invadió, abrí los ojos y estaba en una habitación, pero al intentar incorporarme me di cuenta de que también mis pies estaban atados con una cadena y mis manos esposadas al espaldar de la cama.Sentí ansiedad, pero traté de calmarme y pensar en una forma de escapar, pero el dolor de mi cabeza me lo impedía.De repente, la puerta se abrió, y entró Kempless, apreté la boca en un gesto de molestia, y él me miró con una sonrisa malévola en su rostro.—Por fin despiertas mi pequeña —dijo con una voz grave y ronca—, estaba deseando ver abrir tus ojos.Se acercó a mí y acarició con suavidad mi rostro.—Eres tan preciosa… igual a ella cuando tenía veinte años… por eso te quiero para mí… te deseo tanto… te juro que si te portas bien, serem