Emma Leyton Lissa se quedó atónita, con la mirada fija en el documento. Sus ojos reflejaban incredulidad y confusión mientras asimilaba lo que acababa de escuchar. La mención de Massimo Crane como su padre, se notó que tuvo un impacto profundo en ella, se notaba que estaba luchando con un torbellino de emociones dentro de ella y las expresiones de su rostro, pasaban de la duda a la confusión en segundos. —No puede ser... No entiendo, ¿cómo es posible? —pronunció Lissa con voz entrecortada, sus manos temblaban mientras sostenía el acta de nacimiento. —No tengo respuestas claras, pero esto sugiere una posibilidad. Tu acta de nacimiento está fechada un mes y medio antes de lo que se creía tu fecha de nacimiento. Si consideramos esta información junto con el diario de mi madre, es una conexión intrigante —expliqué, conmocionada por la revelación y tratando de hilvanar las piezas dispersas de este enigma. La incredulidad se dibujaba en el rostro de Lissa mientras intentaba procesar la i
Tarah KontosNo podía con la ansiedad, mientras Lissa y Emma hablaban, nosotros permanecíamos en la sala de estar, mirando hacia donde se habían ido las chicas.—Tengo miedo como esto pueda afectar a Lissa y al bebé —dijo Gregory pasándose las manos por la cabeza.—No te preocupes… estará bien, ella es fuerte, además, entre todos vamos a darle apoyo ¿Verdad Tarah? —me preguntó Thalía que hasta ahora había permanecido en silencio, sentada a un lado del sofá donde estaba Zachary, con una expresión de absoluta confianza en mí.La miré con cariño.—Si mi amor, vamos a apoyarla —respondí y Thalía se vio más tranquila.Yo me dirigí a Maxwell, que estaba callado, al parecer sumido en sus propios pensamientos.—Creo que el vínculo entre ellas está claro, pero para comprobar todo lo que sabemos, lo mejor será que se practiquen una prueba de ADN, incluso creo que es bueno que te la hagas con Lissa —expresé y él abrió los ojos sorprendidos.—No creo que eso sea necesario, si Lissa fuera mi herma
Sarah FarfánLuego de enterarme de lo que me había hecho Michael, decidí que debía irme lejos, porque si me quedaba allí, corría el riego de salir corriendo tras él y perdonar su infidelidad.Decidí pagar un boleto en autobús para ir a casa de mi madre, sabía que no me iría bien con ella, porque me recriminaría una vez más el haberme casado con Michael, porque ella se negó a que lo hiciera, pero yo insistí en hacerlo, sin embargo, sabía que no tenía ninguna otra alternativa, me dirigí allí.Cuando toque la puerta de la casa, mi madre se quedó viéndome con curiosidad, miró hacia atrás para ver si había ido sola o acompañada, cuando no vio a nadie, negó con la cabeza, e hizo un gesto de suficiencia.—Te habías tardado, te dije que no te casaras con ese hombre, pero no quisiste escucharme —pronunció con molestia.Quise intentar ocultar la verdad.—Mamá ¿Por qué me dices eso? Michael y yo estamos mejor que nunca, solo he venido a visitarte por unos días, él se encuentra viajando en este m
Michael HallCuando vi esos resultados, me dejé caer de rodillas en el suelo abrumado por la tristeza y el dolor, por fin la última pieza de ese rompecabezas, encajó. Entendí las razones de Sarah para alejarse de mí, me acordé de la vez que Bárbara y ella estaban hablando sobre los hijos y me preguntó lo que opinaba sobre la adopción y lo crudo de mi respuesta.Quería darme golpes en la cabeza por haber sido imbécil, insensible, me imaginé todo el dolor que ella debió haber sentido.Lamentablemente, la verdad finalmente se había revelado y me golpeaba con una fuerza devastadora. Me sentía perdido, abrumado por la magnitud de la situación. Sentí como si alguien hubiese abierto un hueco en mi pecho, sintiendo cómo todo a mí alrededor se desmoronaba.Mis manos temblorosas sostenían los resultados de los análisis médicos que indicaban la esterilidad de Sarah. Cada palabra impresa era como un puñal en mi corazón, y el peso aplastante de mi ignorancia y mi falta de tacto al responderle me
Sarah Farfán Me quedé perpleja al escuchar a mi madre nombrar a Michael al teléfono y después cortarle la llamada. Una oleada de emociones me invadió al sentirme traicionada por mi madre, quien acababa de mentir descaradamente, afirmando que estaba en una cita importante. No entendía por qué le había dicho eso. —Mamá, ¿Qué hiciste? ¿Por qué le dijiste eso a Michael? —pregunté, con los ojos llenos de confusión y una pizca de indignación. —Nada, querida, lo hice para que no te busque más —expresó mi madre con molestia—, él solo ha sido una piedra en tu camino. —No mamá, no tienes derecho a intervenir en mi vida, y mucho menos a decirle eso, porque sabes que es mentira ¿Qué va a pensar Michael? —dije con preocupación. —¿Y qué te importa lo que piense? ¿Vas a tener consideración con ese hombre? ¿Sigues enamorada de él cuando sabes que apenas te diste la vuelta se fue a enredar con otra mujer? —expresó con molestia, haciéndome sentir incómoda con sus palabras. Porque aunque era verda
Sarah Farfán. Sin poder creer lo que estaba escuchando, me levanté rápidamente de la mesa, él se quedó mirándome con rabia, las aletas de su nariz se movían evidenciando el grado de su molestia. La tensión en el ambiente se palpaba mientras mi madre y Michael se enfrentaban con sus miradas, la atmósfera se cargaba de emociones y de un pasado que parecía estar reviviendo en ese instante. Mi corazón latía a mil por hora. No podía creer que Michael estuviera en mi casa y mucho menos que me llamara su mujer. No sabía cómo reaccionar, así que me quedé ahí, petrificada, mientras todos a mi alrededor parecían igual de sorprendidos y en shock.—No sé de qué estás hablando, Michael. Yo ya no tengo nada contigo ¡No soy tu mujer! —respondí tratando de defenderme, pero mis palabras sonaron vacías incluso para mí.Incapaz de contener mi sorpresa y mí enojo ante la declaración de Michael. Mi corazón latía con fuerza, sin saber qué rumbo tomaría la situación. Mi madre me miró con desconcierto, su
Sarah Farfán.Lo que estaba sucediendo era algo que nunca hubiera imaginado. Sentía un torbellino de emociones que chocaban entre sí, vergüenza, el miedo, la excitación, la confusión. A pesar de estar preocupada, anhelaba lo que vendría continuación, algo que me sorprendía y me asustaba a partes iguales.Michael caminaba decidido hacia donde tenía un auto estacionado y yo dejé de resistirme, porque no podía luchar contra mí misma.Cuando me bajó dejó que su cuerpo rozara contra el mío haciendo que un jadeo saliera de mis labios.—Sabes que nunca te he mentido, ¿Por qué lo haría ahora? Siempre fuimos felices, porque te amo casi desde el primer momento en que te vi —declaró con vehemencia.—Michael, por favor... no me mientas… no me hagas más daño, déjame ir —murmuré, con la voz entrecortada por la mezcla de emociones que me invadían.Pero él parecía decidido a continuar con su plan, ignorando mis súplicas. Me sostuvo con firmeza, su presencia imponente y su mirada desafiante me dejaba
Sarah Farfán Nuestros corazones latían al unísono, fusionándose en un momento etéreo donde el amor, la complicidad y el anhelo se entrelazaban. Era como si el mundo entero se desvaneciera a nuestro alrededor, dejando solo la intensidad de nuestros sentimientos. Cuando finalmente nos separamos, ambos estábamos sin aliento, mirándonos con una mezcla de sorpresa y asombro por la intensidad del momento. El silencio se apoderó de la habitación, llena de la energía por lo que acabábamos de compartir. —No me digas que me detenga, porque no lo voy a hacer —murmuró Michael, con una mirada llena de deseo. —Yo… —comencé a decir buscando las palabras adecuadas, pero la mezcla de emociones nublaba mi mente y por fin las encontré—, no quiero que te detengas. Una sonrisa se dibujó en su rostro, con un brillo de picardía en sus ojos. —Entonces que nada… nos detenga —completó él, sus dedos acariciando mi mejilla con ternura. Y segundos después sus labios devoraban los míos con una necesidad apre