Alexei
He pasado los últimos días tratando de mantenerme ocupado, enterrado en reuniones, informes, llamadas... cualquier cosa que mantuviera mi mente alejada de ella. De Aria. Pero es una batalla perdida desde el principio. Su presencia se ha vuelto como una droga: sutil al principio, seductora, pero adictiva hasta el punto de volverme un completo idiota. Uno con trajes caros y un apellido que pesa como una sentencia, sí, pero un idiota al fin y al cabo.
—Se te va a enfriar el café —me dice Ivan con su tono seco, cruzando los brazos frente al ventanal de mi oficina.
No necesito mirarlo para saber que me está juzgando. Sabe perfectamente por qué estoy distraído
AriaNunca me gustaron los misterios, y sin embargo, aquí estoy, obsesionada con el más peligroso de todos: Alexei Volkova.Él no es el tipo de hombre que se deja leer fácilmente. Su mirada es como un océano helado: hermosa, fascinante… y mortal si te sumerges demasiado. Pero hay algo—algo que vi en sus ojos anoche cuando nuestras palabras se cruzaban como cuchillas afiladas—que no me deja respirar tranquila. No era solo deseo lo que había en su mirada. Era dolor. Y eso, para mi desgracia, me toca algo más profundo que cualquier roce de piel.Hoy me desperté con la determinación de entenderlo. No al Alexei guardaespaldas, ni al hombre con los trajes a medida y el
AlexeiEl problema con usar una máscara demasiado tiempo es que, tarde o temprano, olvidas cómo se sentía tu verdadero rostro.Y yo… yo llevaba años enterrando al Alexei Volkova real bajo capas y capas de hielo, poder, y maldito autocontrol.Pero Aria estaba empezando a derretirlo todo. Y no tenía idea de cómo detenerla sin destruirnos a los dos.Esa tarde, estaba sentado en la terraza del penthouse, con el cigarro apagado entre los dedos. No lo encendí. No por falta de ganas. Sino porque ella lo odiaba. Porque cada vez que lo hacía, me miraba como si pudiera ver a través del humo, hasta encontrar al niño que un día fui. Uno que no tenía nada y lo
AriaNunca he sido del tipo que se deja llevar por los rumores, pero hay algo acerca de la familia Volkova que me hace sentir como si estuviera caminando por una cuerda floja, sin red. Cada vez que pienso que ya he entendido la situación, algo más aparece para desequilibrarme.La noche anterior, Alexei me había mostrado una versión de sí mismo que nunca había creído posible. Algo genuino. Algo que me hizo preguntarme si, tal vez, estaba construyendo castillos de arena sobre una base falsa. Pero, como siempre, la realidad se filtró a través de mis pensamientos. Y hoy, estaba decidida a ver lo que realmente se ocultaba debajo de la fachada de lujo y poder que su familia tan cuidadosamente había levantado.
AriaNunca imaginé que mi vida sería una jaula dorada. Todos esos lujos, las sonrisas falsas y las apariencias que tengo que mantener… pero nada de eso me hacía sentir libre. Al contrario, todo lo que me rodeaba me mantenía encadenada. Y ahora, la única salida que mi familia real veía para mí era un matrimonio arreglado con un príncipe del que nada sabía, salvo que mi destino y el suyo estaban atados por la corona, no por el amor.“La princesa Aria, ¿te das cuenta de lo que esto significa?”, me dijo mi madre con una sonrisa tan fría que ni el sol de la mañana lograba derretirla. “El matrimonio con el príncipe Alexei es una oportunidad para nuestra familia. Es un compromiso de sangre, de poder, de influencia.”Sí, claro. Solo faltaba añadir “y de sumisión”. Porque eso era lo que sentía al escucharla hablar: un compromiso, pero no el mío, sino el de mi libertad. Sus palabras eran un susurro de promesas vacías, de sacrificios ocultos bajo una fachada de brillo y glamour.Cuando mis ojos
AlexeiEl reloj en la pared me observa con impaciencia. Otra reunión, otro día, otra obligación. El peso de mi familia, de mi deber, me aplasta con la misma intensidad que el día anterior, y el día anterior a ese. El compromiso con Aria es solo una parte más de un juego que nunca quise jugar. Pero aquí estoy, atrapado en la telaraña de la realeza, donde cada movimiento está controlado, cada palabra calculada. Nada más que una marioneta en manos de aquellos que deberían haberme protegido.A veces me pregunto por qué me siento tan desconectado de todo esto. Si no fuera por el deber, si no fuera por mi familia, ¿realmente querría estar aquí? ¿Realmente querría ser el príncipe? No tengo una respuesta clara. Solo sé que me están manipulando, y lo peor es que no puedo hacer nada al respecto.El día después de la rueda de prensa fue un caos absoluto. Aria, esa princesa insoportable, no dejó de darme dolores de cabeza. Cuando la conocí en público, su comportamiento fue lo que esperaba: distan
AriaEl cielo estaba cubierto de nubes oscuras, la tormenta llegaba con furia. A través de las ventanas del palacio, el viento azotaba los cristales, anunciando la llegada de la tormenta que todos temían. La electricidad en el aire era palpable, como si el mismo cielo estuviera dispuesto a romperse. Y, en medio de todo eso, yo me encontraba en el salón de estar, atrapada en el mismo lugar que Alexei, obligado por circunstancias más allá de nuestro control."Perfecto", murmuré para mí misma, buscando un rincón donde escapar de la mirada penetrante del príncipe. Si las cosas fueran diferentes, si mi vida fuera solo mía, tal vez podría haberme refugiado en el jardín, alejarme de las paredes frías del palacio. Pero no. Hoy, el destino tenía otros planes para mí.Alexei estaba allí, como siempre, impecable, pero con esa ligera tensión que ahora conocía bien. Podía ver la lucha en sus ojos, esa ira contenida, esa frustración con todo lo que no podía controlar. Él también estaba atrapado. Y,
AlexeiLa noche estaba cargada de una calma tensa, como si el aire mismo se estuviera conteniendo, esperando que algo estallara. La gala, como todas las demás, se desarrollaba con su aire artificial de perfección, las sonrisas perfectas, las conversaciones perfectas, las cámaras enfocando cada paso, cada gesto, cada mirada. Y ahí estábamos nosotros, Aria y yo, de nuevo jugando nuestro papel en esta farsa.La boda se acercaba, y con ella, una sensación de inevitabilidad que no podía sacudirme. Estaba atrapado en un mundo de deber y expectativas, donde mis propios deseos no importaban. Pero Aria… Aria no lo hacía más fácil. Cada vez que la veía, cada vez que me enfrentaba a su mirada desafiante, algo dentro de m
AriaEl vestido que llevaba puesto me asfixiaba. No por lo ajustado del corsé ni por la opulencia de la tela, sino porque era un recordatorio de la farsa en la que estaba atrapada. La princesa perfecta. La prometida ejemplar. La futura reina de un país que apenas conocía.Y Alexei…Él también estaba jugando su papel a la perfección. Demasiado bien. Desde aquel beso bajo la luna, algo en él había cambiado. O tal vez era solo mi percepción la que se había alterado. Ahora parecía más atento, más… humano. Y eso era lo que más me aterraba.Los flashes de las cámaras seguían cegándome mientras sonreía para la prensa, con su mano desc