Cap. 114: El beso de los novios. El enorme jardín de la mansión de Derek Wolf estaba decorado de colores pasteles y un gran arco de rosas Blancas lo cubría. Había muchas piedrecitas en el largo camino desde la puerta del jardín hasta el aro de los novios. Un sacerdote estaba esperando mientras apretaba su libro de oraciones en sus manos y un colgante del rosario marcaba unas cuantas enseñanzas que daría el cura a los novios y los presentes ese día, soleado y maravilloso.Aby salió de la mano de su padre, un anciano abogado que se veía tan orgulloso de su hija y de todo lo que ella representaba… Se detuvieron en la entrada principal hasta oír el arrancar de la orquesta y los coros.Todos se pusieron de pié cuando sonaron los compases de un Ave María cantados por un coro de pequeñas y bellas niñas que entre risas y bromas lo cantaban acompasadas.La clínica estaba toda presente. Todos los compañeros de trabajo de los novios y los dueños de las clínicas Wolf estaban allí…El novi
Capítulo 1 Cap. 1: Beso apasionado Lara abre sus ojos y se inclina en la cama, entonces le llegan todos los recuerdos de lo que vivido el día anterior, su matrimonio y la maravillosa noche de bodas que compartió con su esposo Ritter Wolf, el hombre que logró conquistar su corazón de manera instantánea al verlo. Aún el olor a pasión está en su piel, latente en toda ella. Hoy día, ni ella misma se podría explicar como había sucedido todo. Se reclinó en la cama y acarició su vientre. «Hijo, Dios me ha elegido para que sea tu madre, y también lo eligió a él para que sea tu padre, es todo lo que soñé, por las circunstancias que sean, estamos unidos los tres» Se levantó apresurada y entró al baño, aún no sabía si habría luna de miel, su marido estaba tan ocupado con las clínicas. Se miró al espejo, su pelo alborotado y sus labios hinchados, los rozó con sus delos y lo primero que llegó a su mente fue ese beso apasionado con el que Ritter la sorprendió apenas entraron a la habitación.
Cap. 2: ¿Moral? Lara llevó su mano a la cara y al ver a Ritter su conmoción fue mayor… Ritter jaló a Erika y la sostuvo a su lado, mientras miraba a Lara con fiereza, no se imaginó que con su nivel de su alemán podría sacar esas palabrotas. Lara sobó su mejilla enrojecida mientras de soslayo notaba la mirada llena de enojo de su marido. Se sintió ridícula en ese lugar, entonces se dio la vuelta y corrió a la segunda planta de la mansión. Hasta allí se llegó a escuchar el fuerte portazo que dio al entrar en la habitación. —Ritter, yo quiero… —dijo Erika, pero él la cortó. —Erika, esa mujer es mi esposa y eso no cambiara. Ritter se dio la vuelta y salió del despachó, dejando a la mujer iracunda. Esta se movió, viendo el final de las escaleras tomó su polvorienta maleta y dio un portazo al salir. Ritter buscaba agua en la cocina cuando una mucama entró apresurada y le dijo: —Señor, su esposa está metiendo las cosas de ella en una maleta de nuevo. —Joder, sólo eso me faltaba —R
Cap. 3: Seguridad violada Las últimas palabras de Ritter martillaban la cabeza de Lara: “No te atrevas a moverte de aquí” “Me casé contigo para tenerte hasta que nazca mi hijo” «No soy tu pertenencia. ¿No tienes derecho a decidir sobre mí y la vida de mi hijo? » Volvía sobre sus pasos: «Te vi pegado a ella en aquél apasionado beso, cuando acababas de soltarme después de haber estado toda la noche haciendo el amor conmigo. ¿Cómo pudiste engañarme así?» Se levantó de sopetón con un sólo pensamiento entre ceja y ceja y sin pérdida de tiempo llamó a Adalia, la intérprete que le asignó la agencia de viajes para que la asistiera con el idioma cuando padeció los fuertes dolores de vientre en el avión, quien la llevó a la clínica del doctor Wolf. La única persona a quién consideraba una amiga. ¡Bip, Bip! —Adalia mira con pereza el celular. “Hola! Lara, ¿y eso que me llamas? Pensé que estarías rumbo a una isla paradisiaca con tu flamante esposo”—dijo sarcástica. —Adalia, necesito
Cap. 4: Un mensaje. Berlín. Ritter Wolf estuvo hasta altas horas de la noche despierto, quería noticias sobre el paradero de Lara. Caminaba de un lado a otro con los ojos entrecerrados, pero no recibió ninguna llamada… Marcó el mismo: —¿Qué sucede? ¿Aún no me tienes noticias? —pregunta. El hombre blanqueó los ojos “Ahora mismo estamos apostados frente a la puerta de la traductora, Adalia Muller, pero aquí sólo ladra un perro” —Debe estar en un vuelo. ¿Qué dijeron los Fischer? “La señora Fischer dijo: Estuvo aquí a las 11 de la mañana, renunció, cogió su cheque y se marchó. No quiero saber más nada de esa irresponsable”. Palabras textuales. —Maldita sea! *Fotz, fotz! —Ritter golpeaba la pared mientras gritaba improperios. «Tengo que encontrarla, ella podría delatarme y hundirme junto con el buen nombre de mi familia. En mala hora me callé esto» —Sigan vigilando esa casa y a la madre también. *** Ritter sólo dio vueltas en la cama. En la madrugada ya estaba levantado d
Cap. 5: Primogénito Ritter, esa misma semana firmó los documentos en el banco y la cuenta a Lara Salgado se hizo efectiva a través de María Salgado, su madre. «Bueno, ya con esto no podrá romper mi matrimonio con Lara». Pensó Ritter aliviado. *** 8 meses después de la partida de Lara… Aquella mañana en Múnich… Lara trabajaba en un laboratorio de fármacos, su especialidad. Estaba feliz por eso, ya que se sentía cómoda y desarrollándose en su campo. Su embarazo marchaba de maravillas, ya estaba en los días de espera, pero su vientre estaba muy abultado, sin embargo ella estaba tranquila esperando el nacimiento de Egmont, como llamaría a su hijito. Lara tenía sus noches de insomnio, era normal su corazón sangraba cada vez, su hijo sin padre, sin apellido. Un padre que ni ella misma conocía. La angustia la acorralaba cuando esos recuerdos la invadían. «Hace un tiempo que no se de él —se refería a Ritter, ella realmente lo amaba—. ¿Se habrá casado con Erika? ¿Tendrá hijos? » Er
Cap. 6: Regreso a Berlín Múnich 4 años después. Lara ya tenía otra vida en Múnich, un trabajo como gerente de uno de los laboratorios del grupo Schulte, un apartamento rentado en una zona tranquila de Múnich, pequeño, pero eran sólo ella y su hijo. Podía pagarle una guardería escolar privada a Egmont, con todos los servicios y por todo el día. El laboratorio le quedaba cerca, iba y venía caminando y ahorraba para poderse comprar un departamento, ese era su sueño. Esa mañana Lara recibió una citación del colegio de Egmont, sin demora salió para allá, su hijo esta primero que todo. La educadora la recibió enseguida. —Siga adelante señora Lara —le indicó la profesora al recibirla y se sentaron—. Es que me gustaría saber qué cosas hace Egmont en casa, es qué cada día viene con sueño y no juega con sus compañeritos. ¿Cómo está su alimentación en casa? ¿Está durmiendo suficiente? —Sí, yo misma me encargo de sus comidas, siempre cuidando su dieta, también le pongo a dormir a buena hor
Cap. 7: Reencuentro Lara Luz regresa a Berlín, seis años después. Con su hijo por una mano y la maleta en la otra, Lara camina buscando a quien suponía la esperaba en el aeropuerto. —¡Mami, tengo hambre! ¿Cuándo vamos a comer pollo asado con papas? ¡Me lo prometiste! —¿No comiste en el avión? —pregunta ella. —¡Sí! Pero eso fue poquitico y… —acariciando su barriguita agrega—: ¡Ya tengo hambre de nuevo! —Es cierto, veremos que puedes comer por aquí, recuerda tu nutricionista. —¡UFF! —Cruzó los brazos—. Siempre él en mis comidas… El niño, a pesar de su corta edad había aceptado que padecía aquella enfermedad. Su madre se había esforzado en mostrarle, de una forma entendible para su edad, la forma en que él debía enfrentarla, haciéndole énfasis en que él se iba a curar muy pronto, pero tenía que seguir las indicaciones de su médico y del nutriólogo. Él era muy inteligente y se manejaba con entusiasmo en pro de su propio bien. Repentinamente el niño ve a su madre con picardía…