Capítulo 1

                   “Si a tu novio no le gustas tal cual eres… ¡Aléjate de ahí!“

Las luces encandilan un poco mi vista, pero sigo caminando y observando el rostro de las personas. Todas se ven alegres y satisfechas con el excelente trabajo que hemos hecho.

Estoy en la gala por el exitazo que fue la película en la cual fui protagonista. Las personas a mí alrededor me felicitan y abrazan por mi excelente trabajo. Esta película es la que me colocó en la lista de mejores actrices del país. El problema es que no conozco a casi nadie aquí, pero ellos dicen conocerme. Yo solo sonrío, hasta que diviso en uno de los rincones a un hombre alto y bien vestido, su rostro no lo puedo ver muy bien, no obstante, noto sus grandiosos ojos azul zafiro. Tienen un brillo especial y me miran tan atentamente que una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo. Siento una felicidad y paz inexplicable. Cuando comienzo a caminar hacia él, escucho una alarma molesta y todo comienza a ponerse borroso, intento correr pero mis pies están anclados al suelo.

Abro mis ojos completamente sudada y asustada. La alarma de mi teléfono no para de sonar y la apago, molesta. He tenido un sueño muy extraño y aquel hombre… me sentí muy bien al verlo, como si mi felicidad por fin estuviera completa.

Finalmente me levanto.

— ¡Hostia! ¡Quería seguir teniendo ese sueño tan bonito! ¡Jodida alarma! Pero ya solo debo aguantar un poco más, es mi último año de estudio. —  Me desperezo un poco antes de levantarme y dirigirme al baño.

Me doy una ducha, en la cual, sin darme cuenta, alargo pensando en mil tonterías. Al salir me lavo los dientes y finalmente me comienzo a vestir.

Al llegar a la universidad corro por los pasillos ¿Por qué tuve que reflexionar más de la cuenta en la jodida ducha? Cuando llego a mi clase, golpeo la puerta y abro un poco para asomar mi cabeza. El profesor me da una mirada reprobatoria, yo le devuelvo una mirada de súplica ¡Venga, que jamás llego tarde!

— Llega tarde Señorita Espósito, pero por esta vez, la dejaré entrar. — Me hace señas para que entre y me siente en silencio, le doy las gracias y haciéndole caso, tomo asiento en uno de los puestos de la primera fila.

¡Oh, qué tonta! No me he presentado, mi nombre es Aurora Espósito, tengo 22 años y soy estudiante de Artes escénicas en la Universidad de Barcelona. Tengo dos mejores amigas, Emily y Chloe. La primera es una morena, muy dulce y con un carácter afable, es agradable y fácil de tratar. Por otro lado, Chloe es una rubia con una personalidad fuerte, directa, algo mística, le atrae mucho el tema de las energías, las piedras de protección y además sabe leer el tarot, es media bruja.

  • — Señorita Esposito, ¿Me puede repetir lo que acabo de decir? — La voz del profesor me saca de mis profundos pensamientos.
  • — ¿Eh? Lo siento, no lo escuché profesor — Me disculpo y siento mis mejillas arder.
  • — Entonces concéntrese, ahora además de llegar tarde, no presta atención — Me disculpo otra vez y él continúa con la clase.

Al terminar salgo del aula y espero a las chicas, que salen segundos después que yo. Juntas nos encaminamos a la cafetería a comer algo, según parece ninguna de las tres ha desayunado. 

  • — ¡Hey, Auro! ¿Qué te ha pasado hoy? Tú nunca llegas tarde — Pregunta Chloe.
  • — Nada, solo me he tardado más de lo normal en la ducha, eso es todo — Le respondo tomándome un cappuccino. Lo necesitaba con urgencia, hace un frío que te pega.
  • — Pues quizás que habéis estado haciendo en la ducha jajaja — Me dice esta vez Emily — Pero hablando de otra cosa ¿Hoy vendrá a por ti, Lucas? — Blanquea los ojos y pone cara de fastidio.

A ninguna de mis amigas les agrada Lucas, según ellas, me controla demasiado y es muy celoso, quizás es cierto pero yo lo amo tal cual es. Además no siempre se comporta de esa manera, tiene momentos en los cuales la pasamos muy bien.

  • — Creo que sí, hoy tenemos ensayo en el teatro. A fin de mes tenemos una obra muy importante. Hoy elegirán a los actores principales y quienes estarán de extras — Les comento a las chicas.
  • — Sigo insistiendo en que Lucas no me gusta, la vibra que tiene es algo extraña... pero hablando de la obra, espero que consigas el papel principal. Ya es hora. — Comenta Chloe, yo solo la miro seria y no le digo palabra alguna.
  • — ¿Cómo está Fermín? Hace tiempo no le veo subir fotos a su I*******m. — Pregunta Emily, cambiando el tema de conversación.
  • — Está bien. Es un muy buen psiquiatra allá en Chile.
  • — Me alegra saber que le esté yendo excelente — Responde mi amiga.
  • — Si, mira a mí también, pero lo extraño un montón a ese ingrato. Aún estoy dolida con él, porque se haya ido justamente cuando fallecieron nuestros padres. Entiendo que toda España le traía recuerdos, pero yo lo necesitaba. — Mis labios forman una línea recta.
  • — Lo entiendo. Aunque para él fue una forma de escapar de la tristeza, tú decidiste afrontarla. Además él te ha ofrecido que te vayas a vivir allá y no has querido. — Blanqueo los ojos y decido cortar el tema. No me quiero ir a Chile porque aquí están Lucas y las chicas.

Me apresuro a beber mi café y a comer mi media luna y así activar un poco más el cerebro para poder entrar a mi siguiente clase. Por ahora decido no comentar sobre el extraño sueño que he tenido.

Paso el resto del día entre clase y clase, hasta que al terminar la jornada, me dirijo a mi coche y veo que está Lucas esperándome, apoyado en la parte delantera. Me acerco a saludarlo con un beso en los labios, pero él me esquiva, y por su reacción puedo ver que está molesto.

  • — ¿Qué pasa? — Pregunto. Que yo sepa no he hecho algo malo, ni siquiera me he quedado conversando con mis amigas o algún compañero, justamente para evitar su enojo. Tan solo me he pasado de una carrera a la cafetería a comprar algunas cosas.
  • — Te habéis demorado diez minutos en llegar ¿Se puede saber dónde habéis estado? — Pregunta furioso, lo puedo percibir en su tono de voz y sus ojos color miel teñidos de ira. Yo me quedo atónita, aunque estas escenas siempre pasan. Son parte de nuestra rutina. Me lo merezco por ser tan impuntual.
  • — Lo siento, solo me he detenido a comprar estas donuts para que comamos después del ensayo — Le enseño la pequeña caja con los pasteles y le doy una sonrisa tierna, él me sonríe de vuelta, pero su expresión me avisa que nada bueno saldrá de su boca.
  • — Pero gordita, ¿para qué compras estas basuras que solo dañan y hacen engordar tu lindo cuerpo?… ¿Queréis volver a ser eso que eras antes? ¿Para qué te fastidien de nuevo? — Me dice haciendo énfasis en la palabra “Eso”, mientras se acerca a darme un beso en la sien.

Sí, es verdad que cuando era pequeña, era muy gordita. En la escuela me molestaban mucho, hasta que enfermé. Sufrí de bulimia y tuve un intento de suicidio (me corté las venas), bajé mucho de peso, me desmayaba en cualquier parte y tuvieron que internarme de urgencia en un hospital. Estuve en régimen y solo podía comer papillas, nada sólido, porque cualquier cosa sólida me hacía mal, tuvieron que pasar meses para que volviera a comer comida normal. Estuve en tratamiento con psicólogos y con psiquiatras también. Mis padres fueron fundamentales, me ayudaron mucho en aquella etapa de mi vida. Desde entonces siempre hago ejercicio, soy delgada pero no tanto, estoy en mi peso ideal, aunque me quedaron unas caderas un poco anchas y un gran trasero, pero me gusta cómo me veo o al menos algunas veces, lo único que odio son mis múltiples estrías en el trasero y abdomen, a Lucas tampoco le gustan, dice que no debería tenerlas, por eso cuando tenemos intimidad lo hacemos con luces apagadas. Nos sentimos más cómodos, así no tengo que avergonzarme.

De vez en cuando me gusta comer frituras y chuches, la mayoría de las veces a escondidas de Lucas, dado que siempre sale con lo mismo, echándome en cara lo de mi gorda y dolorosa infancia. Lucas me conoció así como estoy ahora, delgada, siempre dice que lo que lo enamoró de mí, fueron mis ojos verdes, argumenta que son preciosos, pero que, lamentablemente según él esas “manchas” en mi rostro los opacan, refiriéndose así a mis pecas, sí, también tengo muchas pecas y mi cabello es rojizo natural. Mi madre era una bella irlandesa y soy una copia de ella, aunque mis ojos verdes son herencia de mi padre, él era español. El 3 de abril se cumplen cuatro años de sus muertes.

Desde que soy “delgada” tengo muchos pretendientes, pero, a mí no me importan, porque yo solo quiero a Lucas, aunque, él no entiende eso porque es muy celoso. Muchas veces su desconfianza me frustra.

  • — Vale, toma y vámonos que se nos hace tarde para el ensayo — Le digo mientras me subo al coche, él lo rodea y se sienta en el lado del copiloto. Emprendemos rumbo al teatro que queda a unas pocas manzanas del apartamento donde vivo.

Después de una hora de ensayo vamos a los camarines a cambiarnos de ropa con mis compañeras, al salir me acerco a conversar con un amigo que también es mi vecino, mientras espero a que Lucas salga.

              

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