Capítulo 30: Quédate.

Habían transcurrido dos semanas más, los días se volvían pesados, aunque no de una manera tan negativa, lo único "malo" que ocurría, era que ambos se comportaban de manera particular el uno con el otro, no querían estrechar en absoluto sus relaciones, pero de alguna forma, sentían que era algo imposible, las mismas circunstancias los orillaban a hacerlo. A Maximiliano no le gustaba admitir que le había empezado a gustar la sensación del cuerpo de la mujer frotándose con el suyo, no se lo admitía a sí mismo, y mucho menos lo haría con nadie más, pero cuando sentía aquel cuerpo femenino a su lado, no se sentía tan solo a como estaba acostumbrado, aunque no podía evitar decirse a sí mismo que era un estúpido, aquello era temporal, ¿por qué se hacía eso?

El hombre enfocó su mirada en el cúmulo de documentos que tenía al frente; había retomado sus actividades en su empresa, aunque no se sentía con el ánimo suficiente para ejercerlas, pero como ya su abuelo había aprobado a Amelia y la fort
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