Capítulo 35: Sola.

Al abrir sus ojos y encontrarse sola, Amelia no pudo evitar ser atropellada por una sensación amarga como el infierno: había sido usada, o al menos eso se dijo.

Cuando intentó levantarse, sintió una presión fuerte en sus caderas.

Una sonrisa descarada paseó por su rostro.

Los recuerdos explotaron en ella.

Las sensaciones casi pudieron ser experimentadas una vez más.

Los gemidos masculinos de Maximiliano se dejaron escuchar por los pasadizos de su mente.

Terminó de levantarse, observarse al espejo le horrorizó, pero al mismo tiempo, la llenó de una picara sensación. La marca de él estaba en ella, en todo su cuerpo.

Se enredó la sábana en su piel, luego fue al baño, en donde cepilló sus dientes, queriendo pasar por alto la lluvia de alaridos que crecía en su cabeza, pero sabía que estos no se detendrían, se había acostado con él, había dejado que la tomara de todas las formas habidas y por haber, su mente no se callaría jamás, le decía que era una zorra por haberlo disfrutado tanto.

Ame
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