Capítulo 38: Sopa.

La mirada de Evelyn paseó de manera lenta sobre Maximiliano, quien le saludaba con cortesía, para luego tomar asiento según las indicaciones de Amelia.

—Vinimos a hacerte c-compañía, mamá. —Maximiliano vio como de los labios de Amelia se desvaneció una sonrisa triste—. ¿Quieres que te prepare algo de comer?

—Quizás, algo ligero, hija.

Amelia asintió, él podía ver como ella contenía sus lágrimas ante el deteriorado estado de la mujer, quien le miraba de vez en cuando, quizás no sentía tanto rechazo hacia él como la primera vez que lo había visto, pero él estaba seguro que ella pensaba que él era un pecador, igual que su hija.

—Iré a preparar una sopa, mamá —le avisó, colocándose de pie; un vestido holgado cubría el cuerpo de la mujer, era uno de los que él le había obsequiado en sus intentos de hacerle saber a su abuelo que todo aquello era un amor verdadero… la ironía lo mataba—. Tú quédate aquí, Maximiliano, si quieres…

—Iré contigo —se adelantó el hombre a decir, colocando su enorme
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