Capítulo 12: Evidencia.

Maximiliano le dedicó una mirada indescriptible a Amelia, que se removió, inquieta.

—Tenemos que tener evidencia de todo —dijo él, de vez en cuando, miraba hacia la puerta en donde estaba su hijo, como si quisiera mandar todo al demonio y solo ir a verificar de manera más detallada la condición de su hijo.

—¿A q-que se refiere? —preguntó Amelia, que sintió unos deseos repentinos e intensos de irse de allí, empezaba a entender que rumbo tomaría la conversación, lo cual odió.

La madre de Maximiliano suspiró, como si era demasiada evidente la respuesta a aquella pregunta que Amelia acababa de hacer.

—Amelia, ahora eres la esposa de Maximiliano, tienes que demostrarlo con evidencias.

—P-pero sigo sin entender q-que…

—Lo primero es que si mi abuelo ve que tartamudeas tanto al hablar, no creerá nada, es un hombre muy listo que sabrá que fue una farsa y todo se irá al demonio. —El tono de voz que había usado Maximiliano, resultó desagradable para una mujer tan rebelde como Amelia, que odiaba
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