Hay murmullos al fondo, todo me da vueltas y creo que mi cabeza se partirá en dos. Abrí los ojos de a poco acoplándome a la luz de la ventana divisando a Mariana dormida en un sofá junto a Cecilia, mientras que Sarah se encuentra a mi lado tan profunda como ellas. No sé dónde estoy, pero intento recapitular todo lo ocurrido después de encontrarme con Nilo y Monteiro. —Buenos días, conejita —esa voz… Me di la vuelta encontrando al enmascarado griego de pie con un bóxer puesto y una bandeja que dejó a mi lado en la mesa. Pese a llevar el antifaz, su voz y semblante son tranquilos y al mismo tiempo sensuales. —¿Dónde estamos? ¿Qué pasó anoche? —pregunté intentando sentarme. —Cuando volviste al club, tus amigas estaban en la tarima disfrutando de un baile doble cada una, te les uniste, disfrutaron bastante con nosotros y al cerrar el establecimiento, nos invitaron a continuar la noche con ustedes llegando al hotel —vuelvo a examinar a mi alrededor, pero solo estamos las cuatro junto
—Alma, ¿estás bien? Te ves pálida —Chris se acercó preocupado tomando mi brazo. —Chris, yo…, es que… —Tranquila, parece que hubieras visto un fantasma, aunque me alegra haberte encontrado —sonreía, ¿por qué sonreía? —Dejaste tu agenda en el despacho, recordé que tenías varias cosas importantes y creí que la necesitarías, pero no creí que te encontraría tan rápido. En efecto, lleva mi agenda en su mano, su actitud no parece ser diferente, ni siquiera tiene esa sombra en su mirar cuando me advierte que: “después hablaremos del asunto”, es probable que no me viera con ese sujeto considerando que venía en sentido contrario al cual se marchó el enmascarado, tal vez el ángulo fue diferente para él y… —Deberías estar trabajando. —Lo sé, pero sé que esto es importante para ti, así que dejé a Emilio al frente para que se encargara del papeleo en lo que yo vine en el auto para no tardar. —¿Cómo sabías que estaría aquí? —Lo anotaste en la agenda, iba a buscar uno a uno en los locales, per
—Te hice una pregunta —la tensión en su voz incrementó el miedo. —¿Qué significa esto, Claude? ¿Qué haces aquí? Creo que mi presión acaba de caer por debajo de cero y lo único que siento en mi cuerpo es la sangre congelarse. —Diablos… —miré al hombre frente a mí quien ensanchó su perversa sonrisa. —Oh sí, el mismo, mi querida Alma —se deleitó con cada sílaba alzando maquiavélico una ceja. La ola de recuerdos de lo ocurrido en Cosenza me golpeó cruelmente, cada interacción que tuve con él, cada roce… cada momento erótico. —No… no es verdad… —negué lento con mi cabeza sin salir de esta inexplicable espiral. —¿Eres… Claude? ¿El padre… Claude Laval-Scieri…? —murmuré al punto del desmayo. —El placer es mío —respondió erótico a ronca voz. —No imaginas cuánto tiempo llevo queriendo conocerte, Alma —él es el diablo… en verdad… este hombre es el diablo. —¿Y bien? —insistió Chris en lo que caminaba hacia nosotros. El diablo llamado Claude se separó de mí con total tranquilidad enfocándo
Christian Terminada la cena, Alma fue a tomar una ducha quedándonos Claude y yo en la sala, pero conozco perfectamente al hombre frente a mí y sé que esta visita no fue una simple escapada como tanto pregona. —¿Me dirás a qué viniste? —le entregué su whisky, un vicio de toda la vida. —Estaba aburrido en la reunión y me preguntaba qué estarías haciendo. —Claro… ¿En serio piensas que todavía caigo en tus trampas después de todo lo que viví contigo? —Me alegra que aprendieras bien de tu maestro —ladeó una sonrisa con orgullo. —Demasiado, ahora dime la verdad. —No es mentira lo que dije, pero ya que vendría, pensé en saciar mi curiosidad por tu querido amor y debo reconocer que es todo lo que mencionaste y más. —Claude, si fueras cualquier otro hombre diría que solo me provocas con tu lengua, pero sé que algo hiciste. —¿Y qué te hace pensar que mi lengua no estuvo en el asunto? —preguntó socarrón. —Claude… —advertí con más firmeza. —Bien… Aguafiestas —volteó los ojos. —Solo jug
Alma Era como si la vida quisiera ponerme a prueba con los retos más difíciles, primero mi hermano Francisco, después Claude y sus “juegos”, luego la boda y ahora Emilio contándome sobre esta llave y una posible desgracia para todos, aunque todavía no entiendo qué pudo dejar el padre Ocampo bajo llave… a menos que… No, imposible, él jamás lo haría ¿O sí? —Alma, nos toca. Cuán distraída debía estar con los últimos acontecimientos que no vi en qué momento llegó Francisco, mas él no lograba sostenerme la mirada aun cuando yo lo hacía, no con odio, porque no tengo la cabeza para odiar ahora mismo a nadie, pero sí tenía un torbellino de emociones invadiéndome igual que a él. Continuamos el camino, los invitados nos veían desde las primeras bancas siendo las familias de más renombre en el pueblo junto a los Valencia y los Gutiérrez, el aire parece faltarme con cada paso solo de imaginar que mi hermano me llevaba por el corredor de la muerte, el mismo que él y mi madre quieren que recorr
Hacienda El MolinoJuan CarlosLlevábamos cerca de una hora desde que llegamos a la ceremonia en casa de Cecilia, las cosas parecían ir bien aun cuando me molestaba estar lejos de Lucía, en parte no le veía sentido el seguirnos ocultando si ambos queríamos estar juntos y nos amábamos, pero no quería darle motivos a Mariela de acelerar los planes de casarla con otro hombre.Le conté la verdad a Lu de lo que planeaban hacer con ella, por supuesto quedó devastada y en un afán por evitarlo me dijo que nos casáramos, estuve tentado a la idea de hacerlo y sé que mi hermano lo haría oficial así tuviéramos que darnos a la fuga, pero era justo lo que yo no quería, ella merecía la boda que deseara, anhelaba verla caminar hasta el altar de la misma forma en que Mariana lo hacía mientras Raúl la observaba con orgullo, con amor.—Juan Carlos —llamó Carolina cortando mi vista hacia Lu quien permanecía en otra mesa. —¿Puedes ayudarme con algunas cosas? Están pesadas y no puedo sola.No estaba seguro
Mariana— Raúl, hace demasiado calor ¿Seguro no estás perdido?—Tranquila amor, estamos cerca.—Eso dijiste hace como una hora y siento que me estoy derritiendo.—Ya lo verás…Al fin detuvo el auto, mi cuerpo está totalmente entumecido de todo el tiempo que duré sentada, no estoy acostumbrada a tanto tiempo de inactividad y en estos momentos estoy dudando de mi capacidad de raciocinio a esto de una “segunda luna de miel”.—Deja de pensar tanto, mujer, si es por las niñas seguro están pasándola muy bien y, además, ya llegamos a nuestro destino.—Sigo creyendo que fue una mala idea, al menos debiste decirme a dónde iríamos.Intenté bajarme de la camioneta sola, pero sus grandes brazos me atraparon pegándome a su cuerpo… Un gesto que inevitablemente me pone los pelos de punta, su cercanía, su olor… Raúl siempre ha tenido un efecto hipnotizante en mí.—Dijimos que disfrutaríamos en pareja, ¿y te rindes tan pronto? ¿Ni siquiera quieres descubrir el paisaje?No puedo evitar rendirme ante su
Dos días despuésAlma—Alma, tenemos mil cosas por hacer.—No, lo que tenemos es un retraso de casi una hora por tu culpa.—¡El trabajo es lo que tenemos retrasado!—Se equivoca; padre Valencia, me aseguré de dejar todo arreglado para que no tenga que pensar en nada más durante los próximos tres días.—¿¡Tres días!? —exclamó furioso. —¿¡En qué estabas pensando!?—Solo quería pasar unos días contigo ¿Tan malo es? —quebré mi voz haciéndole un mohín sensibilizándolo en el acto. Se ve tan lindo cada que se conflictúa así.—No me hagas esto —presionó el puente de su nariz tratando de contenerse. —Sabes que no es malo, pero tenemos mucho por hacer —habló más suave, ha caído.—No, ahora tú y yo nos iremos lejos, te olvidarás del trabajo y nos divertiremos mucho.—¿Irnos a dónde? —no pude evitar soltar una sonrisa traviesa. —No… por favor dime que no hiciste una locura.—¡Claro que no! —renegué. —¡Haremos una locura! —afirmé perversa.Durante la siguiente hora escuché sus quejas en completo s