Alma —Explícame otra vez cómo terminamos en esto —preguntó Chris viendo pasmado la misma escena que yo. —Le dijiste a Mariana que cuidarías de sus hijas porque al parecer le demostraste que eras excelente con los niños, además de sugerirle irse de viaje con mi hermano para revivir la llama. —Bien… ¿y no se suponía que Yaileth te obedecía en todo? —No, Mariana dijo que Yayi es apegada a mí, lo que es verdad, pero no quiere decir que me obedezca siempre. —Comprendo… De saber que la iglesia terminaría en un completo desastre, muchos documentos importantes rayados con crayolas y lápices de colores, una redecoración gratuita en las paredes del despacho y la casa parroquial, dos noches sin poder dormir bien y mil películas de princesas, creo que le habría sugerido a Mariana contratar a un dóberman para cuidar a sus hijas… (…) Iglesia de Andalucía – Tres días antes. 8:35 a.m. Christian Me encontraba abriendo el despacho tras abrir las puertas de la iglesia cuando Mariana va llegan
Christian Creo que no había tomado tanto café desde que estaba en la universidad. La noche fue un caos total entre el incesante llanto de las niñas que querían ver a sus padres, ver otra película aun cuando no habían terminado la que veían y después insistiendo en que jugáramos, pero ni Alma ni yo teníamos la misma energía que ellas y no fue sino hasta horas de la madrugada que por fin cayeron dormidas. Estaba tan agotado que no tuve cabeza para nada que no fuese tocar la cama hasta el día siguiente, pero aun en medio de mi agotamiento por las cuatro horas en las que difícilmente dormí porque no dejaba de despertarme sin razón aparente, despertar con Alma a mi lado fue maravilloso y sé que habría disfrutado de su calor unas horas más de no ser porque un fuerte golpe en la puerta seguido de dos enérgicas risas nos levantó en el acto. —¿Cómo hacen Mariana y Raúl para sobrevivir cada día a esto? —pregunté agotado cubriéndonos a Alma y a mí como si pudiera evitar lo que se aproxima. —
Christian Llevábamos algunas horas en el hospital, según nos explicó Ana luego de mucho llorar, ellas quisieron jugar mientras veían la película tomando algunas cosas de la habitación en vez de sus juguetes y con ello, Yayi se tragó algunas logrando atragantarse, Ana se asustó al ver que su hermana se ahogaba hasta desmayarse y fue cuando gritó pidiendo ayuda, por suerte llegamos a tiempo al no estar tan alejados del hospital y la atendieron enseguida, pero nada calmaba la angustia de los dos, por suerte Ana quedó dormida sin tener que pensar más en lo ocurrido. —No imagino lo que dirán cuando regresen. —Alma, pudo ocurrirle a cualquiera, son niñas y es normal que se lleven cosas a la boca. —¡No lo entiendes, ellas lo son todo para mi hermano! —respondió angustiada. —Eran mi responsabilidad, yo sabía de esa obsesión de ella por meterse cosas a la boca y aun así no hice nada para evitarlo. Me afectó el que me gritara, pero sabía que lo hacía desde su propio dolor. Le extendí mi ma
ChristianAlma, sin piedad alguna, dejó entrar a la pareja enseñándoles lo que hicieron sus hijas en todo el lugar, Raúl estaba en silencio temeroso de cada acción de su hermana mientras Mariana estaba sorprendida y muy avergonzada, lo peor fue que Alma volvió a cerrar la puerta asegurándose de que ninguno pudiese salir hasta que terminamos de alistarnos junto a las niñas. Al final la pareja dijo enviar a alguien en el transcurso del día para que limpiaran todo y repondrían por los daños ocasionados, pero ni eso los salvó del sermón que les dio mi chica por los dos, pues no estaba dispuesto a contradecirla en nada esta vez.—En verdad lamento todo lo ocurrido, no creí que nos accidentaríamos ni mucho menos que nuestras hijas ocasionarían todo ese desastre.—Señora Montenegro, creo que ya recibió suficiente escarmiento de su cuñada, así que no se atormente más —se sonrojó avergonzada llegando a conmoverme. —Al menos me alegra saber que los dos están bien y lograron solucionar todo a ti
Christian Llevaba cerca de una semana sin la compañía de Alma, tras el altercado con su hermano, debimos interceder dándole un sedante muy fuerte para que descansara y después de eso no quiso salir de su casa, mi madre va a verla todos los días asegurándose que esté bien, aunque me entristeció saber que ni siquiera quería verme, le dijo que prefería estar sola, pero al menos estoy tranquilo al saber que le abre la puerta a una persona de mi entera confianza. Intenté hablar con mi madre suplicándole que me dijera el motivo por el cual terminó tan afectada, pero ella me decía que era algo personal de Alma y no estaría bien de su parte hablar, así que debía esperar si quería saber las respuestas. Ante su negativa, acudí a Francisco quien se negó a darme la cara y después fui con Mariana, pero ni siquiera ella quiso darme una pista dejando que al final la angustia me consumiera cada día. —¡Christian! —el grito de Raúl me regresó a la realidad. —¿Dónde tienes la cabeza? Llevo llamándote
Días después Christian Por fin llegó el tan esperado jueves, tomé mi maleta y me dirigí a casa de Emilio dándole las indicaciones correspondientes para que se hiciera cargo de todo en los días que me ausentaría, después me dirigí a casa de Alma, toqué la puerta sin decir nada esperando que me abriera, lo que por suerte terminó ocurriendo y cuando casi me cierra, logré evitarlo adentrándome sin su permiso. —Prepara una maleta pequeña, saldremos enseguida. Ella quedó estática sin comprender mi actitud ni mucho menos mi orden, así que me adentré hasta su recámara buscando algunas prendas, tomé lo de uso personal y guardé todo en un morral. —¿Qué diablos crees que haces? No iré a ningún lado y sal de mi casa ya mismo. —Claro que me iré, pero contigo —respondí firme haciendo un guiño. —Ya te dije que no, ahora vete. Me dolía verla tan mal, pero poco me importó al acomodarla rápidamente sobre mi hombro y tomar la maleta saliendo en el acto. Como era de esperarse, ella me batalló, au
Alma No sé qué tiene Christian, pero bien sea que recibiera la bendición de Dios o del diablo, sabe cómo hacerme feliz, pues al volver de nuestra escapada se fueron todas mis penas, parecía una mujer nueva gracias a él. Asimismo, al seguir hablando un poco más a fondo de lo ocurrido en Villa Clara, él quedó afectado, pero nunca me juzgó, sino que me recordaba el amor que nos teníamos aun después de tantos años y vaya que supo demostrármelo en cada rincón de la cabaña… y un par de veces en el lago. —Necesito la receta de lo que sea que hayas tomado, porque ni yo en mis mejores días quedo con una sonrisa tan marcada —comentó Sarah, quien no ha dejado de detallarme desde que pasé a recogerla. —Solo es una sonrisa, tampoco exageres —si supiera que su hijo es el motivo de mi felicidad; es capaz de asesinarme. —No lo digas como si nada que te vi todos esos días completamente destrozada y en solo un fin de semana se fueron todas tus tristezas —lanzó su típica mirada inquisitiva. —¿Cómo s
Las horas siguieron su curso y con ello el alcohol junto a los bailarines quienes iban saliendo en diversos números. Los billetes volaban por donde se viera, la felicidad de las cuatro parecía no acabar y las charlas se iban poniendo cada vez más picantes. —De saber que esto era lo que necesitabas, habríamos venido hace mucho —dijo Sarah, quien ya tenía varios tragos en la cabeza. —Ni siquiera sabía que lo necesitaba —respondió Mariana. —¿Y qué pasó con la universidad? ¿Acaso no te divertiste con tus amigos? —preguntó Cecilia. —No, estaba estudiando para volver pronto al pueblo y quedarme al frente de la hacienda, después llegó Raúl, mis hijas y no hubo tiempo de nada. Me sentí mal al saber que no se divirtió como correspondía, pero al menos reconozco que mi hermano supo darle mucho picante a su vida. —Alma, ¿qué hay de ti?, ¿nunca sabremos de algún novio? —Querrás decir, el actual, porque ella es otra que está como Carolina, con su muñeco guardado —lanzó Sarah mordaz haciendo