Alma Nos fuimos a pie hasta la casa de los Valencia hablando de lo ocurrido en la boda, Cecilia no hacía más que resaltar cuán felices se veían los novios, recordamos también la boda de mi hermano y Mariana y el baile que tuvimos Chris y yo, lo que me tenía avergonzada a más no poder por sus ocurrencias. —¿Te das cuenta que hablamos de un sacerdote? —Di lo que quieras, pero las dos sabemos que le tienes bien echado el ojo y la verdad yo también se lo tendría, especialmente al verlo hacer ejercicio una vez. —¿De qué hablas? —¿Me dirás que nunca lo has visto hacer ejercicio aun cuando vives en el pueblo? —negué. Ni siquiera sabía que hacía ejercicio, aunque es lógico considerando el increíble cuerpo que tiene. —Bueno, te sugiero que salgas temprano en las mañanas y camines por la iglesia, suele dar varias vueltas y luego se queda en el gimnasio que está en el parque. —¿Cómo lo sabes? —pregunté perspicaz, pero ella levantó una ceja como si la respuesta se diera por sí sola. —Queri
AlmaManuel llegó temprano por mí en compañía de Lucía, tuvimos una conversación bastante entretenida los tres durante el trayecto y la fresca brisa pronosticaba un excelente clima para hoy, pero la llegada a la hacienda fue algo completamente diferente al encontrarse todos reunidos en la sala, incluso Mariana estaba con las niñas quienes jugaban con Cecilia y Sarah, y Christian, al ser el único hombre, recibía también la atención de ese par que parecían darle excelente batalla a Vanesa, pero igual ella seguía arrastrándose a él.Por otra parte, me quedé viendo atentamente a Lucía y Carolina pensando en si Juanca seguirá de casanova con las dos, ya que estamos hablando de jugar con gasolina y dinamita, siendo solo una chispa lo que se necesita para provocar una horrible explosión. No obstante, era la cara de Chris la que más alimentaba mi ego al ver que Lucía y yo íbamos tomadas del brazo de Manuel, no me agradaba la idea, pero a veces hay que hacer sacrificios para darle una lección
ChristianSentí que el mundo se me vino encima en cuanto las miradas de mi madre y Cecilia cruzaron con la mía y, a pesar de eso, quedé frente a Alma como si la defendiera de algo. Sabía que quizá si les explicaba la situación ellas podrían comprenderlo aun cuando estuvieran en contra, me sugerirían que sacara a Alma de la iglesia o que pidiera traslado… Tenía tantos panoramas en mi cabeza que no sabía cuál era el peor de todos, pero bien me lo advirtieron Claude, Enrique y Monteiro, si haría esto debía afrontar las consecuencias que vinieran y si no me acobardé ante las pruebas tan difíciles que ellos y Dios colocaron en mi camino, tampoco lo haría ahora.—¿Qué hacían juntos en el baño? —inquirió mi madre.—Una coincidencia bastante incómoda —respondí rápidamente, aunque su inquisitiva mirada me dio a entender que no me creía. —La mucama estaba limpiando el baño y me sugirió que viniera a este, solo que no sabía que tenía doble entrada y Alma ingresó por la otra.—Creo que deberías s
Christian La solté recibiendo una bofetada de su parte al darle un segundo de ventaja que supo aprovechar, pero eso solo incrementó mi cólera y de paso mi éxtasis, y sin más, arrebaté su boca apoderándome completamente de ella, volvió a morderme siendo esta vez más fuerte que en el baño y sonreí malvado, lascivo. —Necesitarás mucho más que eso para librarte de mí. —Jamás me tendrás a tus pies. —Ya lo estuviste y lo seguirás estando las veces que me dé la puta gana, Alma Montenegro. No hubo amor, no hubo cuidado, no hubo cariño, forcejeaba por apoderarme de ella tanto como ella lo hacía para quitarme de encima, pero no soportaba más, mis ganas galopaban vibrantes exigiéndome una cosa: tomarla. Levanté su blusa saboreando su abdomen a la vez que ella empujaba con todas sus fuerzas mis hombros, continué mi camino hasta el brasier el cual abrí al tener el broche en frente liberando su agrandado pecho producto de la errática respiración y me apoderé de sus senos como jamás lo hice en
Días después Pablo Pese a no tener motivos aparentes; siempre sentí un enorme peso en mi familia, entre ver el arduo trabajo de mi hermano Juan Carlos en la hacienda Montenegro a la vez que estudiaba y luego hacerse con el puesto de capataz en cuanto obtuvo la oportunidad, que mi hermano Christian se marchara a la capital para seguir su sueño y además lograr viajar al extranjero (lo que es toda hazaña), y eso sin mencionar el esfuerzo que siempre dieron mis padres por mantener su familia unida asegurándose que a sus hijos no les faltase nada, son las cosas que me inspiraron y a su vez hicieron una carga en mi vida. En realidad, nunca sentí que lograra tanto como ellos y tampoco sabía qué hacer con mi vida excepto enorgullecerlos, un logro que (en veinticinco años de vida) no había podido conseguir. Por tal razón siempre me esmeré en ocupar los primeros puestos en el colegio y en la adolescencia comencé a trabajar en el mercado cargando bultos, más que el dinero, era por la meta que
Christian Me era imposible quitarme de la cabeza lo hablado con Mariela, lo despectivo en sus expresiones al “explicarme” que Manuel se casaría con Alma sin importarle nada me hizo recordar a Francisca, prácticamente las dos estaban cortadas con la misma tijera oxidada. Asimismo, pude percatarme que su trato y la forma de hablarme eran despreciables aun cuando me mantuve a la altura en todo momento, pero no lo hacía solo como si fuese su putrefacto narcisismo hablando, sino que también se sentía personal, un viejo rencor, lo que no me hizo sentido ya que nunca he tenido trato alguno con su familia al igual que mis padres y hermanos, a excepción de Juan Carlos, pero creo que él solo habría tratado con Pedro por cuestiones laborales y en la niñez cuando Juanca, Manuel y Raúl eran mejores amigos. Lo peor de todo fue cuando opté por finalizar la reunión con una ridícula excusa, pues ya no soportaba escuchar un minuto más su arrogancia exigiéndome ser partícipe de semejante barbarie con
Pablo Me sorprendió la naturalidad con la que se desenvolvió mi hermano con Ana, hasta parecía su propia hija con el cariño que ella desprendía hacia él… quizás mi madre tenga razón al decir que Chris habría sido un excelente padre de no ser por el camino que escogió. —¿De qué querías hablar? —Quiero disculparme por cómo reaccioné, no es fácil para mí toda esta situación y verte actuar como si fueras mi padre me chocó un poco. —¿Solo un poco? —preguntó inquisitivo recordándome a mamá. —Bastante, pero sé que no lo hiciste con mala intención, es solo que quiero ganarme las cosas por mí mismo. —Por mi parte el asunto está olvidado, así que puedes estar tranquilo. Mejor dime qué te dijo Cecilia. —Me hizo una propuesta laboral y tengo hasta mañana para decidir. —¿Y qué harás? —No lo sé, quiero aceptar, pero no sé si sea buena idea trabajar en el mismo lugar que nuestro padre. —¿Quieres mi opinión o solo necesitas que te escuche? —Dámela, igual no estoy seguro de nada. —El hecho
Dos semanas despuésJuan CarlosEran cerca de las cinco de la tarde cuando por fin terminé de trabajar, revisé mis mensajes encontrando uno de Carolina para vernos mañana, pero lo ignoré por completo al encontrar otro de Lucía el cual no tardé en contestar, acordamos vernos en media hora para ir a comer y me alisté rápidamente saliendo después a su casa donde la recogería en el punto de siempre.Desde hace varios años me he vanagloriado por mi fama de conquistador, especialmente, porque nunca me he enamorado. Hasta ahora mi conquista más duradera sin interrupciones ha sido Carolina, una aventura que surgió después de coincidir en un concierto en la capital, la música nos acompañó, los tragos se nos subieron a la cabeza y el calor incrementó terminando en una increíble noche.Claro que siempre fui sincero respecto a mis sentimientos, pero lastimosamente ella desde hace unos meses ha insistido en que tengamos una relación formal cuando no quiero, es una mujer muy divertida, la pasamos e