Nicklaus
La pequeña cabaña a las afueras de la manada donde he sido condenado a vivir desde hace diez años me da la bienvenida mientras regreso del bosque.
Un ciervo muerto sobre mis hombros y la ropa desgarrada y manchada de sangre.
No tengo permitido ir a la ciudad, no tengo permitido alejarme de aquí, se supone que eso es un castigo impuesto por el alfa, que viene siendo la mierdecilla de mi hermano menor, por no considerarme digno de la familia real, por haber dejado que nuestro padre muriera.
Lo que él no sabe es que estar alejado, más que un castigo es un alivio.
No tener que verlo a él, ni a los enfermos de sus hijos compensa el hecho de que esté atrapado aquí.
Pues tampoco puedo irme, lo he intentado, pero no sé qué demonios hizo para que cada vez que intente irme mi cuerpo se paralice sin dejarme avanzar.
Mientras avanzo siento como mis músculos se tensan al percibir su aroma en el aire, lo que hace que mi quijada se apriete porque si está aquí no debe ser para nada bueno.
Acorto la distancia que me separa de la cabaña y al entrar me lo encuentro sentado en la pequeña mesa del comedor, tres de sus hombres de pie a sus espaldas, consiguiendo que una media sonrisa surque mis labios.
—Pensé que convertirte en alfa te daría menos miedo enfrentarme—le digo con sorna y veo como sus ojos titilan de rabia, antes de que una sonrisa perversa aparezca en sus labios.
—Y yo pensé que el exilio te haría inteligente, pero ya veo que con los perros sarnosos no se puede esperar mucho.
Siento mis manos apretarse en los puños, pero no voy a darle el gusto de perder mis papeles, mucho menos por él.
Me encojo de hombros y avanzo hacia donde él se encuentra siendo consciente de como sus hombres se ponen a la defensiva, segundos antes de que deje caer el cuerpo inerte del ciervo contra la mesa del comedor, viendo como este da un respingo y me lanza una mirada de odio, que le contesto con una media sonrisa.
—¿Vas a decirme a qué se debe el placer de tu visita? Como puedes ver estoy ocupado.
Mis palabras parecen ser justo lo que él estaba esperando escuchar, porque entonces veo como se levanta en toda su altura, sus ojos titilan de rojo por un segundo reafirmando el hecho de que es el alfa y veo una sonrisa perversa y torcida formarse en su rostro antes de decir:
—Creo que te he tenido muy desligado de tus obligaciones—me dice y yi frunzo el ceño al tiempo que un mal presentimiento se forma en mi cuerpo—Y considerando que vives en el exilio y no hay mucho que puedas hacer, he venido a darte un regalo.
Siento como un gruñido escapa de mis labios antes de dar un pasohacia él, solo para ser interceptado por sus hombres que se interponen en mi camino.
—No juegues conmigo—le digo, mi voz es un gruñido bajo—Ya tienes lo que querías, solo déjame en paz.
Mi hermano deja salir una carcajada y me da una mirada llena de perversidad antes de chasquear la lengua y negar con la cabeza en mi dirección.
—Oh, vamos Nicky, esas no son formas de agradecer un regalo, no todos los días tu hermano te consigue una novia mientras organiza tu boda.
Sus palabras me dejan parilazado en mi lugar, antes de que la rabia empiece a apoderarse de mí. Una esposa, él espera que me case. Espera que renuncia a la idea de algún día encontrar a mi luna, algún día acabar con…—No—la palabra sale de mis labios llena de rabia y veo como la sonrisa de mi hermano se hace más grande, consiguiendo que las garras de mis manos salgas y atraviesen la piel de mis manos en los puños.—Oh querido, pero es que no te lo estoy preguntando, simplemente te pongo al tanto de un hecho—me dice y entonces su expresión se hace más divertida cuando me dice—La boda será mañana, no debes preocuparte por la chica, me encargue de conseguirte una que combine perfecto con tu cara, van a ser un duo espectacular, tu deber es traer lobos que sirvan a esta manada y lo vas a cumplir..
La sola mención de la marca en mi rostro. De la m*****a cicatriz que apareció el mismo día, hace diez años, cuándo mi padre murió, hace que un estremecimiento me recorra el cuerpo.
Es grande, grotesca y llegó para llevarse cualquier resquicio del macho que había sido en el pasado.
—Largo—digo, sintiendo como mi rabia va a incrementando en cada segundo que pasa y cuando fijo mis ojos en mi hermano, sé que él nota que estoy muy cerca de perder los estribos.
—Muy bien, te dejaremos descansar, a fin de cuentas mañana es un día importante, un auto pasará por ti a las 9 de la mañana, no vayas a hacer esperar a la novia, hermano.
En el momento en que la puerta se cierra y el olor de de mi hermano desaparece en la distancia en que me permito finalmente explotar y sintiendo como mis manos y piernas se transforman destruyo todo a mi paso, partiendo, destrozando y maldiciendo al tiempo que mis manos se llenan de sangre hasta que finalmente termino jadeando contra una de las paredes.
La rabia llenando mi sistema, la indignación de saber que tendré que compartir la poca paz que me queda con una mujer que, lo más probable, es que sea una espía de ese hijo de puta, hace que la rabia vuelva a crecer dentro mi.
Pero, si ella cree que lo va a tener sencillo está muy equivocada.
—No sabes lo que te espera, querida esposa.
PenelopeFrío, tengo mucho frío…Eso es lo único que mi cerebro puede procesar, mientras me acurruco más contra la pared de la habitación, que más parece un calabozo, dónde me lanzaron.No me he permitido dormir nada en toda la noche. No necesito verme en un espejo para saber que tengo los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, siento el cuerpo entumecido por estar tirada en el suelo y el estómago me duele debido al hambre.No sé cuánto tiempo pasa hasta que escucho pasos afuera de mi puerta y de inmediato todo mi cuerpo entra en tensión. Decir que ahora mismo me siento aterrada sería quedarse cortos.No entiendo cómo es que mi madrastra consiguió darme como esposa del lobo exiliado. Ni siquiera sé cómo llego eso a colisión, nadie habla de ese lobo, es como si no existiera, yo solo era una niña cuándo lo exiliaron y su hermano, nuestro alfa llegó al poder.Sin embargo, tengo algunos recuerdos de haberlo visto, en los desfiles y eventos de la manada. Siempre distante, siempre serio. N
NicklausEsto no puede estar pasando.Mis ojos ven a la niña enfrente mío y al imbécil de mi hermano a su lado mientras se acercan, si antes dudaba de que la mujer fuera una espía del alfa, ahora ya no tengo la menor duda. ¡LA ESTÁ TRAYENDO DE LA MANO!Cuando finalmente está junto a mi, los ojos de ella se alzan y se topan con los míos, y debo admitir que el miedo que veo en ellos me deja momentáneamente paralizado y casi, casi me hace dudar de su identidad.Sin embargo, hay algo más detrás de todo ese miedo, algo que no alcanzo a vislumbrar porque ella aparta la mirada de mí y solo puedo ver su perfil, ese en donde un morado se filtra en su piel blanca, junto a las marcas en su piel debido al acné.Ella no vuelve a mirarme en todo el tiempo y yo simplemente puedo rogar para que todo este m4ldito circo se acabe lo antes posible.Es entonces que su voz, como un susurro melódico se filtra en mis oídos cuándo dice:—Acepto.Después de eso no pude hacer más que aceptar y el resto fue com
PenelopeEl eco de la puerta cerrándose tras Nicklaus resonó en mis oídos como un trueno en medio de una tormenta silenciosa. Mi cuerpo aún temblaba ligeramente por la intensidad de nuestro intercambio. "Despelleja el ciervo y prepara la cena"Sus palabras resonaban en mi mente. Estaba claro que él no me quería aquí, pero no tenía elección sobre ello. Yo tampoco.Con una profunda inhalación, dejé mi pequeña mochila en el suelo y me dirigí a la cocina. La cabaña era modesta, con muebles toscos y una sensación de abandono que se filtraba en cada rincón. En la mesa de la cocina, un ciervo muerto yacía como una carga silenciosa de mi nueva realidad.Nunca antes había hecho algo así. Mi padre me había enseñado muchas cosas, pero despellejar un ciervo no estaba entre ellas. Sin embargo, no podía permitirme fallar. No podía darle a Nicklaus otra razón para despreciarme más de lo que ya lo hacía.Me acerqué a la mesa y, tras tomar aire varias veces, empecé a trabajar. Mientras iba des
NickalusEstoy casado con una mujer que no es mi compañera. Una mujer que fue escogida por mi hermano y aunque sigo pensando que lo hace para tratar de mantenerme controlado, aún hay algo en todo esto que no me cuadra.Había otras maneras de hacerlo que incluían un matrimonio, ¿Entonces por qué? Y mejor ni hablar de la chica en cuestión. Solo llevo unas horas con ella y ya siento que estoy enloqueciendo.Sin embargo, debo admitir que quedé realmente sorprendido al ver la cena. Joder, ella en realidad había despellejado al animal y había conseguido hacer una comida deliciosa y ni siquiera se había quejado. Creo que ha sido lo mejor que he comido en años. Claro hasta que volví a comportarme como un capullo energúmeno.Pero ella me dio dos bofetadas sin siquiera tocarme, la chiquilla, a pesar de todo, parece tener el caracter suficiente para intentar ponerme en mi lugar.No sé qué tiene esa chica que consigue sacarme de mis cabales y al mismo tiempo me intriga. No puedo decir que sea su
PenelopeUna semana, llevo una semana viviendo en la cabaña con Nicklaus y la tensión sigue estando palpable, si hemos cruzado palabra cinco veces en los siete días es mucho decir y de esas pocas veces la mayoría fue para gruñirme o pedirme que me callara.Sin embargo, debo aceptar que vivir aquí es mucho mejor que estar con mi madrastra. A diferencia de ella, Nicklaus no me golpea. Si, puede ser grosero y amargado, pero nunca me ha levantado la mano y por alguna tonta razón me siento… segura a su lado.Además he descubierto cosas de él que no me esperaba, como por ejemplo que ayuda a algunas lobas y familias pobres de la manada con comida para ellas y sus cachorros, todo proveniente de las verduras que tiene sembradas y los animales que caza. Se supone que yo no debería saber eso, pero puedo ser bastante curiosa si me lo propongo.Dejando salir un suspiro me pongo manos a la obra y como todos los días hago el desayuno mientras él está cazando, solo que hoy no pienso salir corriendo, e
Nicklaus“No quiero que me odies”Esas palabras no dejan de repetirse en mi mente y no entiendo por qué demonios me afectan tanto. No sé por qué ella lo hace.Desde el instante en que supe que me obligarían a casarme tuve todo claro, me iba a dedicar a hacer la vida de la chica espía un infierno y me encargaría de darle la menor información posible sobre mí.Sin embargo, en la última semana debo admitir que Penelope ha resultado muy distinta a lo que esperaba.—¿Qué vamos a hacer?—Su voz me hace girar el rostro hacia dónde ella se encuentra.Decir que parece asustada sería quedarme corto, la cuestión es ¿qué es lo que le da miedo? Hay tantas preguntas sin respuestas alrededor de esta chica, que solo pensarlo hace que me ponga de mal humor.—No creo que tengamos opción—respondo, encogiéndome de hombros, pues conozco al enfermo de mi hermano y sé de lo que es capaz si no vamos.Mis palabras parecen terminar de quebrar a la chica enfrente mio. Veo como todo el rostro de Penelope pierde el
PenelopeDecir que tengo los nervios de punta sería quedarme corta.Desde el día anterior cuándo tuve esa extraña conversación con Nicklaus, no he podido sacarme sus palabras de mi cabeza. La forma en que dijo que era suya, las sensaciones que eso dejó en mi cuerpo, todo es demasiado nuevo y no sé qué pensar al respecto.Sin embargo, ahora mismo tengo algo más de lo que preocuparme y es la dichosa fiesta que tenemos esta noche.Hoy al levantarme, como de costumbre, Nicklaus no estaba, pero a diferencia de otros días no llegó a desayunar y no sé cómo sentirme al respecto, una parte de mí deseaba poder verlo y la otra se siente aterrorizada por la simple idea de querer estar cerca de él.—Voy a enloquecer—digo en un susurro, mientras sostengo la toalla sobre mi cuerpo y me miro en el espejo.Desde el momento en que cumplí los 12 años estoy cargando con más secretos de los que una persona puede soportar. Pero lo más importante es la verdad sobre mi rostro, sobre mi apariencia.Mis ojos mi
NicklausMuy pocas cosas me dejan sin palabras, pero desde que conocí a Penelope y hemos estado viviendo juntos por casi dos semanas, podría decir que se ha vuelto casi una costumbre que me deje callado.Todavía no puedo borrar de mi mente la manera en que tomó mi mejilla, la forma en que me miró y me dijo sin ningún tipo de burla que le parecía atractivo. No, absurdamente atractivo y aunque quiero creer que solo estaba burlandose de mí, en el fondo sé que no es así.Ahora me encuentro como un adolecente nervioso esperando a que ella salga de la habitación para ir a la m4ldita fiesta, pues aunque no tengo ni el más mínimo entusiasmo por asistir, debo aceptar que este es un buen momento para saber qué demonios trama mi hermano y si aún cuento con alguno de los hombres que me eran leales, por lo que se puede decir que es un mal necesario.Miro la hora en el reloj de pared y decido que es suficiente, se supone que debimos haber salido de aquí hace quince minutos y ella aún no sale de la h