3. La marca

Nicklaus

La pequeña cabaña a las afueras de la manada donde he sido condenado a vivir desde hace diez años me da la bienvenida mientras regreso del bosque. 

Un ciervo muerto sobre mis hombros y la ropa desgarrada y manchada de sangre.

No tengo permitido ir a la ciudad, no tengo permitido alejarme de aquí, se supone que eso es un castigo impuesto por el alfa, que viene siendo la mierdecilla de mi hermano menor, por no considerarme digno de la familia real, por haber dejado que nuestro padre muriera.

Lo que él no sabe es que estar alejado, más que un castigo es un alivio. 

No tener que verlo a él, ni a los enfermos de sus hijos compensa el hecho de que esté atrapado aquí. 

Pues tampoco puedo irme, lo he intentado, pero no sé qué demonios hizo para que cada vez que intente irme mi cuerpo se paralice sin dejarme avanzar.

Mientras avanzo siento como mis músculos se tensan al percibir su aroma en el aire, lo que hace que mi quijada se apriete porque si está aquí no debe ser para nada bueno.

Acorto la distancia que me separa de la cabaña y al entrar me lo encuentro sentado en la pequeña mesa del comedor, tres de sus hombres de pie a sus espaldas, consiguiendo que una media sonrisa surque mis labios.

—Pensé que convertirte en alfa te daría menos miedo enfrentarme—le digo con sorna y veo como sus ojos titilan de rabia, antes de que una sonrisa perversa aparezca en sus labios.

—Y yo pensé que el exilio te haría inteligente, pero ya veo que con los perros sarnosos no se puede esperar mucho.

Siento mis manos apretarse en los puños, pero no voy a darle el gusto de perder mis papeles, mucho menos por él.

Me encojo de hombros y avanzo hacia donde él se encuentra siendo consciente de como sus hombres se ponen a la defensiva, segundos antes de que deje caer el cuerpo inerte del ciervo contra la mesa del comedor, viendo como este da un respingo y me lanza una mirada de odio, que le contesto con una media sonrisa.

—¿Vas a decirme a qué se debe el placer de tu visita? Como puedes ver estoy ocupado.

Mis palabras parecen ser justo lo que él estaba esperando escuchar, porque entonces veo como se levanta en toda su altura, sus ojos titilan de rojo por un segundo reafirmando el hecho de que es el alfa y veo una sonrisa perversa y torcida formarse en su rostro antes de decir:

—Creo que te he tenido muy desligado de tus obligaciones—me dice y yi frunzo el ceño al tiempo que un mal presentimiento se forma en mi cuerpo—Y considerando que vives en el exilio y no hay mucho que puedas hacer, he venido a darte un regalo.

Siento como un gruñido escapa de mis labios antes de dar un pasohacia él, solo para ser interceptado por sus hombres que se interponen en mi camino.

—No juegues conmigo—le digo, mi voz es un gruñido bajo—Ya tienes lo que querías, solo déjame en paz.

Mi hermano deja salir una carcajada y me da una mirada llena de perversidad antes de chasquear la lengua y negar con la cabeza en mi dirección.

—Oh, vamos Nicky, esas no son formas de agradecer un regalo, no todos los días tu hermano te consigue una novia mientras organiza tu boda.

Sus palabras me dejan parilazado en mi lugar, antes de que la rabia empiece a apoderarse de mí. Una esposa, él espera que me case. Espera que renuncia a la idea de algún día encontrar a mi luna, algún día acabar con…

—No—la palabra sale de mis labios llena de rabia y veo como la sonrisa de mi hermano se hace más grande, consiguiendo que las garras de mis manos salgas y atraviesen la piel de mis manos en los puños.

—Oh querido, pero es que no te lo estoy preguntando, simplemente te pongo al tanto de un hecho—me dice y entonces su expresión se hace más divertida cuando me dice—La boda será mañana, no debes preocuparte por la chica, me encargue de conseguirte una que combine perfecto con tu cara, van a ser un duo espectacular, tu deber es traer lobos que sirvan a esta manada y lo vas a cumplir..

La sola mención de la marca en mi rostro. De la m*****a cicatriz que apareció el mismo día, hace diez años, cuándo mi padre murió, hace que un estremecimiento me recorra el cuerpo.

Es grande, grotesca y llegó para llevarse cualquier resquicio del macho que había sido en el pasado.

—Largo—digo, sintiendo como mi rabia va a incrementando en cada segundo que pasa y cuando fijo mis ojos en mi hermano, sé que él nota que estoy muy cerca de perder los estribos.

—Muy bien, te dejaremos descansar, a fin de cuentas mañana es un día importante, un auto pasará por ti a las 9 de la mañana, no vayas a hacer esperar a la novia, hermano.

En el momento en que la puerta se cierra y el olor de de mi hermano desaparece en la distancia en que me permito finalmente explotar y sintiendo como mis manos y piernas se transforman destruyo todo a mi paso, partiendo, destrozando y maldiciendo al tiempo que mis manos se llenan de sangre hasta que finalmente termino jadeando contra una de las paredes.

La rabia llenando mi sistema, la indignación de saber que tendré que compartir la poca paz que me queda con una mujer que, lo más probable, es que sea una espía de ese hijo de puta, hace que la rabia vuelva a crecer dentro mi.

Pero, si ella cree que lo va a tener sencillo está muy equivocada.

—No sabes lo que te espera, querida esposa.

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