Penelope
El miedo se ha apoderado de cada parte de mi ser, pero también lo ha hecho mi sentido de supervivencia.
Mis ojos intentan buscar a mi madrastra y su hija por el lugar, ver si les han hecho algo, pero no están por ningún lado. Las manos del hombre vuelven a tomarme y me desespero.—¡Suélteme!—grito, al tiempo que empiezo a revolverme y golpear al tipo detrás mio, sintiendo como mi pie da de lleno en lo que creo que es su nariz antes de que este suelte una maldición.—¡Joder!—dijo el tipo antes de tomarme de los pies impidiendo que me levante y me arrastre sobre el suelo hacia él lastimando mi cuerpo—No dijeron que era una sumisa debilucha.—Eso es lo que dijo—dice otra voz áspera y noto el tinte de burla en su voz—No te preocupes, a dónde va podrán domarla.—NO, NO, ¡DÉJENME IR!—Grito y vuelvo a intentar levantarme, pero esta vez el golpe es mucho más fuerte y me deja la vista nublada, lo que hace que mi agresor me tome con facilidad y me suba sobre su hombro.Lo único que alcanzo a ver es la sonrisa perversa de su acompañante antes de que todo se oscurezca cuándo me ponen un saco en la cabeza y pierda la conciencia.Despierto cuándo siento un dolor punzante en mi costado y es ahí que me doy cuenta que me acaban de lanzar al suelo y de inmediato todos los recuerdos de lo ocurrido en el cementerio llegan a mi como un vendaval.—¿Por qué me están haciendo esto?—pregunto en un susurro ahogado tanto del llanto como de dolor—Yo– Yo no soy nadie, no tengo nada yo…—Es la primera vez que estamos de acuerdo en algo—dice una voz a mis espaldas y siento como todo mi cuerpo se tensa, al tiempo que quitan el saco de mi cabeza y es cuando la veo.Anastasia, mi madrastra me mira desde arriba con una sonrisa torcida en su rostro deformado.Es normal que las mujeres aquí tengan alguna marca violenta en su rostro, es algo que hacen sus propios padres para evitar que el alfa se las lleve cuando cumplen la mayoría de edad.—Anastasia…—dijo en un suspiro y el miedo se filtra en mi voz—¿Qué está pasando? Por qué… ¿Por qué haces esto?Veo como ella arruga sus labios en una mueca asqueada, antes de inclinarse hacia mi y tomar mi rostro con fuerza, enterrando sus uñas rojas en mi piel.—¿Qué? ¿Acaso creías que íbamos a jugar a la casita y a la familia feliz ahora que Arthur está muerto?—me dice y no escucho ni un poco de dolor en su voz al hablar de mi padre.—Era tu esposo, eres mi madrastra, yo…—Tú eres un estorbo—me dice y el agarre se hace mucho más fuerte, consiguiendo que un quejido de dolor salga de mi—Debiste haber muerto también, pero al parecer el destino te dejo viva por algo—me dice y no estoy entendiendo nada.—Puedo irme—digo levemente—Desaparecer, no me volverás a ver, pero por favor solo detén lo que sea que piensas hacer.Mi madrastra suelta una carcajada y finalmente me libera limpiandose las manos en su vestido, antes de darme una sonrisa que consigue erizar mis vellos de miedo.—No mi querida Penelope, no me sirve de nada si te vas, en especial porque ya encontré un uso para tí, nuestro alfa vendrá a verte pronto.
Sus palabras hacen que los latidos de mi corazón se aceleren y el miedo se vuelve insoportable mientras pienso en todas esas chicas que nunca volvieron.
—No, no, yo no soy bella, no le sirvo de nada, yo no..
—A él no—dice ella cortando sus palabras—Pero serás la perfecta esposa fea de su hermano deforme, ¿No te parece perfecto? Una Loba fea, para un lobo exiliado y deforme, por cierto querida, felicidades por tu compromiso, la boda será al amanecer.
Sus palabras me cortan la respiración, la mención del alfa exiliado hace que todas mis alarmas se enciendan y mis ojos buscan los suyos tratando de ver si esto se trata de alguna broma de más gusto.
Sin embargo, ella lo único que hace es regalarme una sonrisa llena de maldad, antes de dejar salir una risita en mi dirección y sin decir más la veo salir de la habitación, dejándome con el corazón acelerado y las lágrimas corriendo por mis mejillas.
“En qué me he metido” pienso, “Todo lo que he hecho, lo que ocultado… y no me ha servido de nada”
Mis manos van al pequeño collar que guinda de mi pecho, y mis dedos se aferran con fuerza al dije, al tiempo que mis ojos se llenan de lágrimas.
—Papá, ¿por qué me dejaste…?—Susurro a la nada antes de hacerme un ovillo y simplemente llorar.
NicklausLa pequeña cabaña a las afueras de la manada donde he sido condenado a vivir desde hace diez años me da la bienvenida mientras regreso del bosque. Un ciervo muerto sobre mis hombros y la ropa desgarrada y manchada de sangre.No tengo permitido ir a la ciudad, no tengo permitido alejarme de aquí, se supone que eso es un castigo impuesto por el alfa, que viene siendo la mierdecilla de mi hermano menor, por no considerarme digno de la familia real, por haber dejado que nuestro padre muriera.Lo que él no sabe es que estar alejado, más que un castigo es un alivio. No tener que verlo a él, ni a los enfermos de sus hijos compensa el hecho de que esté atrapado aquí. Pues tampoco puedo irme, lo he intentado, pero no sé qué demonios hizo para que cada vez que intente irme mi cuerpo se paralice sin dejarme avanzar.Mientras avanzo siento como mis músculos se tensan al percibir su aroma en el aire, lo que hace que mi quijada se apriete porque si está aquí no debe ser para nada bueno.
PenelopeFrío, tengo mucho frío…Eso es lo único que mi cerebro puede procesar, mientras me acurruco más contra la pared de la habitación, que más parece un calabozo, dónde me lanzaron.No me he permitido dormir nada en toda la noche. No necesito verme en un espejo para saber que tengo los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, siento el cuerpo entumecido por estar tirada en el suelo y el estómago me duele debido al hambre.No sé cuánto tiempo pasa hasta que escucho pasos afuera de mi puerta y de inmediato todo mi cuerpo entra en tensión. Decir que ahora mismo me siento aterrada sería quedarse cortos.No entiendo cómo es que mi madrastra consiguió darme como esposa del lobo exiliado. Ni siquiera sé cómo llego eso a colisión, nadie habla de ese lobo, es como si no existiera, yo solo era una niña cuándo lo exiliaron y su hermano, nuestro alfa llegó al poder.Sin embargo, tengo algunos recuerdos de haberlo visto, en los desfiles y eventos de la manada. Siempre distante, siempre serio. N
NicklausEsto no puede estar pasando.Mis ojos ven a la niña enfrente mío y al imbécil de mi hermano a su lado mientras se acercan, si antes dudaba de que la mujer fuera una espía del alfa, ahora ya no tengo la menor duda. ¡LA ESTÁ TRAYENDO DE LA MANO!Cuando finalmente está junto a mi, los ojos de ella se alzan y se topan con los míos, y debo admitir que el miedo que veo en ellos me deja momentáneamente paralizado y casi, casi me hace dudar de su identidad.Sin embargo, hay algo más detrás de todo ese miedo, algo que no alcanzo a vislumbrar porque ella aparta la mirada de mí y solo puedo ver su perfil, ese en donde un morado se filtra en su piel blanca, junto a las marcas en su piel debido al acné.Ella no vuelve a mirarme en todo el tiempo y yo simplemente puedo rogar para que todo este m4ldito circo se acabe lo antes posible.Es entonces que su voz, como un susurro melódico se filtra en mis oídos cuándo dice:—Acepto.Después de eso no pude hacer más que aceptar y el resto fue com
PenelopeEl eco de la puerta cerrándose tras Nicklaus resonó en mis oídos como un trueno en medio de una tormenta silenciosa. Mi cuerpo aún temblaba ligeramente por la intensidad de nuestro intercambio. "Despelleja el ciervo y prepara la cena"Sus palabras resonaban en mi mente. Estaba claro que él no me quería aquí, pero no tenía elección sobre ello. Yo tampoco.Con una profunda inhalación, dejé mi pequeña mochila en el suelo y me dirigí a la cocina. La cabaña era modesta, con muebles toscos y una sensación de abandono que se filtraba en cada rincón. En la mesa de la cocina, un ciervo muerto yacía como una carga silenciosa de mi nueva realidad.Nunca antes había hecho algo así. Mi padre me había enseñado muchas cosas, pero despellejar un ciervo no estaba entre ellas. Sin embargo, no podía permitirme fallar. No podía darle a Nicklaus otra razón para despreciarme más de lo que ya lo hacía.Me acerqué a la mesa y, tras tomar aire varias veces, empecé a trabajar. Mientras iba des
NickalusEstoy casado con una mujer que no es mi compañera. Una mujer que fue escogida por mi hermano y aunque sigo pensando que lo hace para tratar de mantenerme controlado, aún hay algo en todo esto que no me cuadra.Había otras maneras de hacerlo que incluían un matrimonio, ¿Entonces por qué? Y mejor ni hablar de la chica en cuestión. Solo llevo unas horas con ella y ya siento que estoy enloqueciendo.Sin embargo, debo admitir que quedé realmente sorprendido al ver la cena. Joder, ella en realidad había despellejado al animal y había conseguido hacer una comida deliciosa y ni siquiera se había quejado. Creo que ha sido lo mejor que he comido en años. Claro hasta que volví a comportarme como un capullo energúmeno.Pero ella me dio dos bofetadas sin siquiera tocarme, la chiquilla, a pesar de todo, parece tener el caracter suficiente para intentar ponerme en mi lugar.No sé qué tiene esa chica que consigue sacarme de mis cabales y al mismo tiempo me intriga. No puedo decir que sea su
PenelopeUna semana, llevo una semana viviendo en la cabaña con Nicklaus y la tensión sigue estando palpable, si hemos cruzado palabra cinco veces en los siete días es mucho decir y de esas pocas veces la mayoría fue para gruñirme o pedirme que me callara.Sin embargo, debo aceptar que vivir aquí es mucho mejor que estar con mi madrastra. A diferencia de ella, Nicklaus no me golpea. Si, puede ser grosero y amargado, pero nunca me ha levantado la mano y por alguna tonta razón me siento… segura a su lado.Además he descubierto cosas de él que no me esperaba, como por ejemplo que ayuda a algunas lobas y familias pobres de la manada con comida para ellas y sus cachorros, todo proveniente de las verduras que tiene sembradas y los animales que caza. Se supone que yo no debería saber eso, pero puedo ser bastante curiosa si me lo propongo.Dejando salir un suspiro me pongo manos a la obra y como todos los días hago el desayuno mientras él está cazando, solo que hoy no pienso salir corriendo, e
Nicklaus“No quiero que me odies”Esas palabras no dejan de repetirse en mi mente y no entiendo por qué demonios me afectan tanto. No sé por qué ella lo hace.Desde el instante en que supe que me obligarían a casarme tuve todo claro, me iba a dedicar a hacer la vida de la chica espía un infierno y me encargaría de darle la menor información posible sobre mí.Sin embargo, en la última semana debo admitir que Penelope ha resultado muy distinta a lo que esperaba.—¿Qué vamos a hacer?—Su voz me hace girar el rostro hacia dónde ella se encuentra.Decir que parece asustada sería quedarme corto, la cuestión es ¿qué es lo que le da miedo? Hay tantas preguntas sin respuestas alrededor de esta chica, que solo pensarlo hace que me ponga de mal humor.—No creo que tengamos opción—respondo, encogiéndome de hombros, pues conozco al enfermo de mi hermano y sé de lo que es capaz si no vamos.Mis palabras parecen terminar de quebrar a la chica enfrente mio. Veo como todo el rostro de Penelope pierde el
PenelopeDecir que tengo los nervios de punta sería quedarme corta.Desde el día anterior cuándo tuve esa extraña conversación con Nicklaus, no he podido sacarme sus palabras de mi cabeza. La forma en que dijo que era suya, las sensaciones que eso dejó en mi cuerpo, todo es demasiado nuevo y no sé qué pensar al respecto.Sin embargo, ahora mismo tengo algo más de lo que preocuparme y es la dichosa fiesta que tenemos esta noche.Hoy al levantarme, como de costumbre, Nicklaus no estaba, pero a diferencia de otros días no llegó a desayunar y no sé cómo sentirme al respecto, una parte de mí deseaba poder verlo y la otra se siente aterrorizada por la simple idea de querer estar cerca de él.—Voy a enloquecer—digo en un susurro, mientras sostengo la toalla sobre mi cuerpo y me miro en el espejo.Desde el momento en que cumplí los 12 años estoy cargando con más secretos de los que una persona puede soportar. Pero lo más importante es la verdad sobre mi rostro, sobre mi apariencia.Mis ojos mi