Penelope
El eco de la puerta cerrándose tras Nicklaus resonó en mis oídos como un trueno en medio de una tormenta silenciosa.
Mi cuerpo aún temblaba ligeramente por la intensidad de nuestro intercambio.
"Despelleja el ciervo y prepara la cena"
Sus palabras resonaban en mi mente. Estaba claro que él no me quería aquí, pero no tenía elección sobre ello.
Yo tampoco.
Con una profunda inhalación, dejé mi pequeña mochila en el suelo y me dirigí a la cocina.
La cabaña era modesta, con muebles toscos y una sensación de abandono que se filtraba en cada rincón.
En la mesa de la cocina, un ciervo muerto yacía como una carga silenciosa de mi nueva realidad.
Nunca antes había hecho algo así.
Mi padre me había enseñado muchas cosas, pero despellejar un ciervo no estaba entre ellas.
Sin embargo, no podía permitirme fallar.
No podía darle a Nicklaus otra razón para despreciarme más de lo que ya lo hacía.
Me acerqué a la mesa y, tras tomar aire varias veces, empecé a trabajar.
Mientras iba despellejando el animal, mi mente no podía dejar de vagar hacia lo que había sucedido en las últimas horas.
El miedo era mi constante compañero desde la muerte de mi padre.
Cada mirada dura de mi madrastra, cada comentario mordaz de mi hermanastra, todo me había preparado para este momento de desesperación y supervivencia.
Pero nada podía haberme preparado para Nicklaus, con su furia silenciosa y sus ojos que parecían ver a través de mi alma.
Mis manos estaban manchadas de sangre y mi respiración era irregular, pero lo había hecho. Encendí la estufa y comencé a cocinar, tratando de ignorar el nudo de miedo que se enroscaba en mi estómago.
La noche estaba cayendo rápidamente, y las sombras del bosque se extendían como dedos oscuros sobre la cabaña.
En ese momento, la puerta de la habitación de Nicklaus se abrió, y él apareció en el umbral. Sus ojos brillaban con una intensidad que me hacía querer apartar la mirada, pero me forcé a mantenerme firme.
No podía mostrar debilidad, no ahora.
—La cena estará lista pronto —dije, mi voz apenas un susurro.
Él no respondió de inmediato, solo se quedó allí, mirándome con una expresión que no pude descifrar.
Finalmente, entró en la cocina y dejó salir un resoplido al ver la sangre.
—Espero que sepas que tu eres quién va a limpiar este desastre, “esposa”
No pude hacer más que apretar los dientes con rabia y frustración, mientras me limitaba servir la comida, sentí una especie de calma extraña.
Esperaba en lo más profundo de mí que esta cena me ayudara a ganarme algo de simpatía, de que pudiera encontrar una manera de sobrevivir aquí.Una manera de ganarme su respeto, si no su afecto.
Nos sentamos en silencio, la única compañía era el crepitar del fuego y el aroma de la comida y entonces esperé que fueras él quién diera el primer bocado, quería saber si iba a odiarlo.
Entonces pude notar la pequeña mueca de sorpresa en su rostro y lo snetí como una pequeña victoria.
Tanto asi que me atreve a preguntar:
—¿Está bueno?
Él llevó sus ojos hacía donde estaba y por un instante creí que iba a volver a gruñirme, pero para mi sorpresa simplemente se encogió de hombros.
—No está horrible.
Bueno, no había sido un cumplido, pero tampoco lo había odiado, eso era algo ¿No es así?
Sin embargo, la tranquilidad se rompe de repente cuando sin darme cuenta tropiezo la jarra de jugo y esta cae al suelo haciendo un estrépito, de inmediato la mirada de Nicklaus se torna más oscura.
—No puedo creer que ni siquiera puedas servir una cena correctamente —gruñó, su tono cargado de desprecio.
El nudo en mi estómago se apretó más, pero me negué a dejar que me viera afectada.
Empecé a limpiar el derrame con manos temblorosas, sintiendo su mirada fija en mí.
—L- Lo siento, fue un accidente —murmuré.
Él soltó una risa amarga.
—Un accidente. Claro. Como todo en tu vida, supongo.
Algo en su tono, en la forma en que me miraba, hizo que una llama de indignación se encendiera dentro de mí.
No podía permitir que me hablara así, no después de todo lo que había soportado.
—No tienes derecho a hablarme así —dije, mi voz firme a pesar del temblor en mis manos.
Nicklaus levantó una ceja, sorprendido por mi desafío.
—¿A no? Eres mi esposa, puedo hablarte como se me pegue la gana, deberías acostumbrarte. —dijo, su voz cargada de burla.
El calor en mis mejillas aumentó y, antes de poder detenerme, me pongo de pie de un salto y sin siquiera dudarlo salgo corriendo de la casa.
Corro con todas mis fuerzas sin siquiera saber a dónde voy sintiendo el aire frío de la noche golpearme el rostro.
Me siento inútil y maltratada, con el peso de las palabras de Nicklaus aplastándome. Las lágrimas brotan sin control mientras me adentro más en el bosque, sin darme cuenta de lo mucho que me estoy alejando.
De repente, un gruñido bajo me sobresalta consiguiendo que me detenga en seco. Cuando giro la cabeza veo un lobo salvaje acechándome.
Sé, por mucho, que mis habilidades de loba, que aunque no son las peores, no me van a servir demasiado contra un lobo de ese tamaño.
Mi corazón se acelera y empiezo a retroceder, pensando una manera de huir, pero en un pestañeo el lobo se lanza hacia mí.
Me muevo e intento defenderme, pero su peso y su rapidez son superiores a las mías.
Siento entonces como sus garras rasgando mi espalda y un grito atronador sale de mi garganta, al tiempo que caigo al suelo dándome un golpe sordo en la cabeza.
Entonces tomándome totalmente desprevenida un nuevo lobo, del doble del tamaño del atacante, aparece frente a mí haciendo a mi cuerpo temblar y el pánico amenaza con consumirme.
Veo como el nuevo lobo se lanza sobre el animal atacante, derribándolo con una fuerza impresionante. Mi mente me grita que corra, que este es mi momento para huir, pero es como si mi cuerpo se hubiese quedado paralizado.
Mis ojos no se despegan de los movimientos del enorme lobo negro en ningún momento.La lucha es breve y brutal, pero antes de que el majestuoso animal pueda derribar al atacantr por completo, el lobo huye hacia la espesura del bosque.
En ese momento siento mi corazón acelerarse cuando los ojos amarillos y hermosos del lobo negro se fijan en mí. Él empieza a caminar en mi dirección y como puedo me arrastro hacia atrás, aún cuando eso me abre la herida de la espalda.
—P-Por favor… Por favor no me lastimes… Yo…
Mi balbuceo se detiene por completo cuando lobo se transforma enfrente mío y siento que mi mandibula podría cerse ahora mismo, mientras veo a a mi esposo en dónde antes estaba el lobo negro.
Nicklaus se gira hacia mí, sus ojos brillando entre la rabia y la preocupación me hacen encogerme de miedo en mi lugar. Sin embargo, mis ojos no pueden evitar recordarle el torso desnudo, hasta que siento como mis mejillas se sonrojan y alejo la mirada.
Entonces él se acuclilla frente a mi, haciendo que retroceda.
—¿Estás bien? —me pregunta con voz ronca
Pero, antes de que pueda siquiera responder, siento que las fuerzas me abandonan y todo a mi alrededor se pone negro.
Hola, hola, cariñitos!! bienvenid@s a la historia de Penelope y Nicklaus :) Espero que la disfruten y si es asi, no olviden comentar y dejar su reseña en el perfil de la historia eso me ayuda mucho en la app. BESOOOOOOOOOOOOS
NickalusEstoy casado con una mujer que no es mi compañera. Una mujer que fue escogida por mi hermano y aunque sigo pensando que lo hace para tratar de mantenerme controlado, aún hay algo en todo esto que no me cuadra.Había otras maneras de hacerlo que incluían un matrimonio, ¿Entonces por qué? Y mejor ni hablar de la chica en cuestión. Solo llevo unas horas con ella y ya siento que estoy enloqueciendo.Sin embargo, debo admitir que quedé realmente sorprendido al ver la cena. Joder, ella en realidad había despellejado al animal y había conseguido hacer una comida deliciosa y ni siquiera se había quejado. Creo que ha sido lo mejor que he comido en años. Claro hasta que volví a comportarme como un capullo energúmeno.Pero ella me dio dos bofetadas sin siquiera tocarme, la chiquilla, a pesar de todo, parece tener el caracter suficiente para intentar ponerme en mi lugar.No sé qué tiene esa chica que consigue sacarme de mis cabales y al mismo tiempo me intriga. No puedo decir que sea su
PenelopeUna semana, llevo una semana viviendo en la cabaña con Nicklaus y la tensión sigue estando palpable, si hemos cruzado palabra cinco veces en los siete días es mucho decir y de esas pocas veces la mayoría fue para gruñirme o pedirme que me callara.Sin embargo, debo aceptar que vivir aquí es mucho mejor que estar con mi madrastra. A diferencia de ella, Nicklaus no me golpea. Si, puede ser grosero y amargado, pero nunca me ha levantado la mano y por alguna tonta razón me siento… segura a su lado.Además he descubierto cosas de él que no me esperaba, como por ejemplo que ayuda a algunas lobas y familias pobres de la manada con comida para ellas y sus cachorros, todo proveniente de las verduras que tiene sembradas y los animales que caza. Se supone que yo no debería saber eso, pero puedo ser bastante curiosa si me lo propongo.Dejando salir un suspiro me pongo manos a la obra y como todos los días hago el desayuno mientras él está cazando, solo que hoy no pienso salir corriendo, e
Nicklaus“No quiero que me odies”Esas palabras no dejan de repetirse en mi mente y no entiendo por qué demonios me afectan tanto. No sé por qué ella lo hace.Desde el instante en que supe que me obligarían a casarme tuve todo claro, me iba a dedicar a hacer la vida de la chica espía un infierno y me encargaría de darle la menor información posible sobre mí.Sin embargo, en la última semana debo admitir que Penelope ha resultado muy distinta a lo que esperaba.—¿Qué vamos a hacer?—Su voz me hace girar el rostro hacia dónde ella se encuentra.Decir que parece asustada sería quedarme corto, la cuestión es ¿qué es lo que le da miedo? Hay tantas preguntas sin respuestas alrededor de esta chica, que solo pensarlo hace que me ponga de mal humor.—No creo que tengamos opción—respondo, encogiéndome de hombros, pues conozco al enfermo de mi hermano y sé de lo que es capaz si no vamos.Mis palabras parecen terminar de quebrar a la chica enfrente mio. Veo como todo el rostro de Penelope pierde el
PenelopeDecir que tengo los nervios de punta sería quedarme corta.Desde el día anterior cuándo tuve esa extraña conversación con Nicklaus, no he podido sacarme sus palabras de mi cabeza. La forma en que dijo que era suya, las sensaciones que eso dejó en mi cuerpo, todo es demasiado nuevo y no sé qué pensar al respecto.Sin embargo, ahora mismo tengo algo más de lo que preocuparme y es la dichosa fiesta que tenemos esta noche.Hoy al levantarme, como de costumbre, Nicklaus no estaba, pero a diferencia de otros días no llegó a desayunar y no sé cómo sentirme al respecto, una parte de mí deseaba poder verlo y la otra se siente aterrorizada por la simple idea de querer estar cerca de él.—Voy a enloquecer—digo en un susurro, mientras sostengo la toalla sobre mi cuerpo y me miro en el espejo.Desde el momento en que cumplí los 12 años estoy cargando con más secretos de los que una persona puede soportar. Pero lo más importante es la verdad sobre mi rostro, sobre mi apariencia.Mis ojos mi
NicklausMuy pocas cosas me dejan sin palabras, pero desde que conocí a Penelope y hemos estado viviendo juntos por casi dos semanas, podría decir que se ha vuelto casi una costumbre que me deje callado.Todavía no puedo borrar de mi mente la manera en que tomó mi mejilla, la forma en que me miró y me dijo sin ningún tipo de burla que le parecía atractivo. No, absurdamente atractivo y aunque quiero creer que solo estaba burlandose de mí, en el fondo sé que no es así.Ahora me encuentro como un adolecente nervioso esperando a que ella salga de la habitación para ir a la m4ldita fiesta, pues aunque no tengo ni el más mínimo entusiasmo por asistir, debo aceptar que este es un buen momento para saber qué demonios trama mi hermano y si aún cuento con alguno de los hombres que me eran leales, por lo que se puede decir que es un mal necesario.Miro la hora en el reloj de pared y decido que es suficiente, se supone que debimos haber salido de aquí hace quince minutos y ella aún no sale de la h
PenelopeOdio ser el centro de atención y ahora mismo, mientras veo como Nicklaus se aleja, puedo sentir las miradas curiosas y burlonas de la gente puestas en mí. Solo espero que el tal Blake regrese pronto.Mis ojos se pasean por el lugar viendo como las chicas hermosas que fueron robadas de sus hogares sirven bebidas y empujan carritos mientras todo el mundo actúa como si nada pasara, como si esto estuviera bien.Estoy a punto de alejar la mirada, cuándo mis ojos se topan de frente con uno de los rostros que hace parte de mis pesadillas y en el instante en que este me sonríe, siento que la sangre abandona por completo mi rostro.—No, no… No puede ser real. no aquí—susurro, mientras siento como el miedo empieza a expandirse en mi interior, porque, aunque no quiera aceptarlo, sé que ese es el hombre que me atacó el día del entierro de mi padre.Sin saber qué más hacer doy media vuelta y empiezo a alejarme lo más rápido de que puedo, moviéndome entre el gentío, tropezando con esas mism
NicklausUn desastre, eso es lo que fue esa estúpida fiesta. Desde la revelación de los planes de mi hermano, hasta el ataque que le hicieron a la chiquilla, cosa que espero que me explique ya, pues si tiene enemigos necesito saberlo.Ahora vive en mi casa, joder, y ya tengo suficiente con mis propios demonios para tener que cargar con los de ella.—Muy bien, empieza a hablar—le digo a Penelope que se encuentra sentada en el sillón de la sala con una bolsa de hielo contra su mejilla.No paso por alto la forma en que traga saliva nerviosa, ni como sus manos tiemblan y rehuye de mi mirada. Y lo peor de todo es que no sé qué es lo que más me molesta de toda esta situación, si es el hecho de que no me haya dicho que hay gente que la busca, o el hecho de que le hayan puesto la mano encima.No voy a mentir y decir que siento algo por la mujercita, porque no es así. No soy un macho sentimental, y si he de sentir algo solo es rabia y sed de venganza. Sin embargo, soy un lobo y ella fue entr
PenelopeMe odia. Por un momento pensé que estaba avanzando, que ya Nicklaus no me veía como el enemigo, y cuándo me defendió en la mansión sentí que las cosas podían ser diferentes entre nosotros. Mejores. Pero está claro que me equivoqué.Por eso he decidido volver a mi idea inicial : Necesito buscar la manera de irme de aquí. Abandonar la manada para siempre.Como cada mañana se que Nicklaus no estará en la cabaña, por lo que me apresuro a hacer el desayuno como cada día, lo último que quiero es levantar sospechas y luego de dejarlo tapado en la mesa agarro una canasta y me encamino hacia el bosque, justo a donde debe estar la frontera.El sol no ha terminado de salir por lo que aún está oscuro y eso solo hace que mis nervios sean aún mayores, pero no me detengo. Camino y voy marcando con una piedra algunos árboles para saber el camino regreso.No es hasta que el sol me pega de lleno en el rostro que me doy cuenta que ya he caminado demasiado.—Bueno, esto debe ser suficiente por h