Nicklaus
Esto no puede estar pasando.
Mis ojos ven a la niña enfrente mío y al imbécil de mi hermano a su lado mientras se acercan, si antes dudaba de que la mujer fuera una espía del alfa, ahora ya no tengo la menor duda.
¡LA ESTÁ TRAYENDO DE LA MANO!
Cuando finalmente está junto a mi, los ojos de ella se alzan y se topan con los míos, y debo admitir que el miedo que veo en ellos me deja momentáneamente paralizado y casi, casi me hace dudar de su identidad.
Sin embargo, hay algo más detrás de todo ese miedo, algo que no alcanzo a vislumbrar porque ella aparta la mirada de mí y solo puedo ver su perfil, ese en donde un morado se filtra en su piel blanca, junto a las marcas en su piel debido al acné.
Ella no vuelve a mirarme en todo el tiempo y yo simplemente puedo rogar para que todo este m4ldito circo se acabe lo antes posible.
Es entonces que su voz, como un susurro melódico se filtra en mis oídos cuándo dice:
—Acepto.
Después de eso no pude hacer más que aceptar y el resto fue como un borrón frente a mis ojos: la sonrisa satisfecha de mi hermano, la gente cuchicheando y la mirada de cervatillo asustado que tenía la chica a mi lado.
Ni siquiera tuve que pensarlo cuándo me di media vuelta y empecé a caminar fuera de ahí, segundos después escuché pasos detrás mío y no tuve que voltearme para saber qué se trataba de ella.
—¿A dónde vas?—me dijo llegando a mi lado y no pude ni quise contener el gruñido que salió de mi.
Vi como la chica se estremecía a mi lado pero gracias a la luna no dijo una sola palabra más mientras seguiamos caminando en completo silencio. Podía sentir sus ganas de preguntarme hacía dónde íbamos, pero mi humor debía ser lo suficientemente oscuro para que se diera cuenta que lo mejor era mantener la boca cerrada.
Sin embargo, nada es para siempre, por lo que veinte minutos después la paz se acabó.
—¿A dó-dónde estamos yendo? Por aquí solo hay bosque.
Mis manos se hicieron puños y sentí la rabia burbujear en mi interior, por lo que tuve que tomarme una larga respiración para no dejar que lo peor de mí saliera a relucir, al menos no tan pronto.
—Yo voy a mi casa, tú puedes ir a dónde te pegue la gana.
—No hay necesidad de hablarme así, además ahora se supone que debo vivir contigo—respondió y eso fue suficiente para que la rabia amarga brotara de mí.
En un solo movimiento giré mi cuerpo hacía ella y me incliné hasta que mi rostro quedó a su altura, mis ojos brillando con la furia de mi lobo.
—Escúchame bien, mocosa, el hecho de que haya aceptado esta estupidez no quiere decir que te considere mi esposa. No voy a darte lujos, no voy a darte una mierd4, cada cosa que de aquí en adelante más de vale ganartelo, porque de lo contrario vas a morirte de hambre ¿Entiendes?
Mis ojos estaban fijos en la mirada azulada de la chica, podía notar la forma en que su pecho subía y baja a causa del miedo, sin embargo, a pesar de que podía oler lo aterrada que estaba, ella no alejó la mirada ni una sola vez de mí.
En su lugar simplemente me dio un asentimiento antes de decir:
—Entiendo—Entonces tan rápido como llegó sentí que la rabia me abandonó y algo extraño se formó en mi interior, pero lo ignoré al tiempo que me giraba y seguía mi camino, sin embargo, conseguí escuchar cuando susurró—No es nada que no haya vivido antes.
Diez minutos después estamos entrando a la cabaña que ha sido mi casa de exilio por los últimos diez años, ninguno de los dos ha dicho una sola palabra y el sol ya ha empezado a ponerse en lo alto.
Estoy irritado, hambriento y siento como mi lobo se remueve en mi interior con ganas de salir y destrozar el maldito bosque.
Sus pasos, suaves y temerosos se escuchan sobre la madera crujiente en el instante que entramos al lugar y sin saber muy bien por qué le doy una mirada de reojo para encontrarla estática en la entrada.
Su mirada yendo a todas partes menos a mí, estaba retorciendo sus manos con fuerza y hasta ahora es que veo la pequeña mochila que lleva a cuestas, que imagino que deben ser sus pertenencias.
Parece un pequeño cervatillo asustado, pienso, pero de inmediato alejo el pensamiento, pues ella no es un cervatillo, es un zorro enviado hasta aquí para dar información. Una espía.
Entonces una media sonrisa se forma en mis labios al tiempo que le digo:
—Hay un ciervo en la mesa de la cocina, tal vez va siendo hora de que muestres tus dotes de esposa, despellejalo, limpialo y prepara la cena, me muero de hambre.
Y sin más me doy media vuelta notando su cara estupefacta antes de caminar directo a mi habitación.
PenelopeEl eco de la puerta cerrándose tras Nicklaus resonó en mis oídos como un trueno en medio de una tormenta silenciosa. Mi cuerpo aún temblaba ligeramente por la intensidad de nuestro intercambio. "Despelleja el ciervo y prepara la cena"Sus palabras resonaban en mi mente. Estaba claro que él no me quería aquí, pero no tenía elección sobre ello. Yo tampoco.Con una profunda inhalación, dejé mi pequeña mochila en el suelo y me dirigí a la cocina. La cabaña era modesta, con muebles toscos y una sensación de abandono que se filtraba en cada rincón. En la mesa de la cocina, un ciervo muerto yacía como una carga silenciosa de mi nueva realidad.Nunca antes había hecho algo así. Mi padre me había enseñado muchas cosas, pero despellejar un ciervo no estaba entre ellas. Sin embargo, no podía permitirme fallar. No podía darle a Nicklaus otra razón para despreciarme más de lo que ya lo hacía.Me acerqué a la mesa y, tras tomar aire varias veces, empecé a trabajar. Mientras iba des
NickalusEstoy casado con una mujer que no es mi compañera. Una mujer que fue escogida por mi hermano y aunque sigo pensando que lo hace para tratar de mantenerme controlado, aún hay algo en todo esto que no me cuadra.Había otras maneras de hacerlo que incluían un matrimonio, ¿Entonces por qué? Y mejor ni hablar de la chica en cuestión. Solo llevo unas horas con ella y ya siento que estoy enloqueciendo.Sin embargo, debo admitir que quedé realmente sorprendido al ver la cena. Joder, ella en realidad había despellejado al animal y había conseguido hacer una comida deliciosa y ni siquiera se había quejado. Creo que ha sido lo mejor que he comido en años. Claro hasta que volví a comportarme como un capullo energúmeno.Pero ella me dio dos bofetadas sin siquiera tocarme, la chiquilla, a pesar de todo, parece tener el caracter suficiente para intentar ponerme en mi lugar.No sé qué tiene esa chica que consigue sacarme de mis cabales y al mismo tiempo me intriga. No puedo decir que sea su
PenelopeUna semana, llevo una semana viviendo en la cabaña con Nicklaus y la tensión sigue estando palpable, si hemos cruzado palabra cinco veces en los siete días es mucho decir y de esas pocas veces la mayoría fue para gruñirme o pedirme que me callara.Sin embargo, debo aceptar que vivir aquí es mucho mejor que estar con mi madrastra. A diferencia de ella, Nicklaus no me golpea. Si, puede ser grosero y amargado, pero nunca me ha levantado la mano y por alguna tonta razón me siento… segura a su lado.Además he descubierto cosas de él que no me esperaba, como por ejemplo que ayuda a algunas lobas y familias pobres de la manada con comida para ellas y sus cachorros, todo proveniente de las verduras que tiene sembradas y los animales que caza. Se supone que yo no debería saber eso, pero puedo ser bastante curiosa si me lo propongo.Dejando salir un suspiro me pongo manos a la obra y como todos los días hago el desayuno mientras él está cazando, solo que hoy no pienso salir corriendo, e
Nicklaus“No quiero que me odies”Esas palabras no dejan de repetirse en mi mente y no entiendo por qué demonios me afectan tanto. No sé por qué ella lo hace.Desde el instante en que supe que me obligarían a casarme tuve todo claro, me iba a dedicar a hacer la vida de la chica espía un infierno y me encargaría de darle la menor información posible sobre mí.Sin embargo, en la última semana debo admitir que Penelope ha resultado muy distinta a lo que esperaba.—¿Qué vamos a hacer?—Su voz me hace girar el rostro hacia dónde ella se encuentra.Decir que parece asustada sería quedarme corto, la cuestión es ¿qué es lo que le da miedo? Hay tantas preguntas sin respuestas alrededor de esta chica, que solo pensarlo hace que me ponga de mal humor.—No creo que tengamos opción—respondo, encogiéndome de hombros, pues conozco al enfermo de mi hermano y sé de lo que es capaz si no vamos.Mis palabras parecen terminar de quebrar a la chica enfrente mio. Veo como todo el rostro de Penelope pierde el
PenelopeDecir que tengo los nervios de punta sería quedarme corta.Desde el día anterior cuándo tuve esa extraña conversación con Nicklaus, no he podido sacarme sus palabras de mi cabeza. La forma en que dijo que era suya, las sensaciones que eso dejó en mi cuerpo, todo es demasiado nuevo y no sé qué pensar al respecto.Sin embargo, ahora mismo tengo algo más de lo que preocuparme y es la dichosa fiesta que tenemos esta noche.Hoy al levantarme, como de costumbre, Nicklaus no estaba, pero a diferencia de otros días no llegó a desayunar y no sé cómo sentirme al respecto, una parte de mí deseaba poder verlo y la otra se siente aterrorizada por la simple idea de querer estar cerca de él.—Voy a enloquecer—digo en un susurro, mientras sostengo la toalla sobre mi cuerpo y me miro en el espejo.Desde el momento en que cumplí los 12 años estoy cargando con más secretos de los que una persona puede soportar. Pero lo más importante es la verdad sobre mi rostro, sobre mi apariencia.Mis ojos mi
NicklausMuy pocas cosas me dejan sin palabras, pero desde que conocí a Penelope y hemos estado viviendo juntos por casi dos semanas, podría decir que se ha vuelto casi una costumbre que me deje callado.Todavía no puedo borrar de mi mente la manera en que tomó mi mejilla, la forma en que me miró y me dijo sin ningún tipo de burla que le parecía atractivo. No, absurdamente atractivo y aunque quiero creer que solo estaba burlandose de mí, en el fondo sé que no es así.Ahora me encuentro como un adolecente nervioso esperando a que ella salga de la habitación para ir a la m4ldita fiesta, pues aunque no tengo ni el más mínimo entusiasmo por asistir, debo aceptar que este es un buen momento para saber qué demonios trama mi hermano y si aún cuento con alguno de los hombres que me eran leales, por lo que se puede decir que es un mal necesario.Miro la hora en el reloj de pared y decido que es suficiente, se supone que debimos haber salido de aquí hace quince minutos y ella aún no sale de la h
PenelopeOdio ser el centro de atención y ahora mismo, mientras veo como Nicklaus se aleja, puedo sentir las miradas curiosas y burlonas de la gente puestas en mí. Solo espero que el tal Blake regrese pronto.Mis ojos se pasean por el lugar viendo como las chicas hermosas que fueron robadas de sus hogares sirven bebidas y empujan carritos mientras todo el mundo actúa como si nada pasara, como si esto estuviera bien.Estoy a punto de alejar la mirada, cuándo mis ojos se topan de frente con uno de los rostros que hace parte de mis pesadillas y en el instante en que este me sonríe, siento que la sangre abandona por completo mi rostro.—No, no… No puede ser real. no aquí—susurro, mientras siento como el miedo empieza a expandirse en mi interior, porque, aunque no quiera aceptarlo, sé que ese es el hombre que me atacó el día del entierro de mi padre.Sin saber qué más hacer doy media vuelta y empiezo a alejarme lo más rápido de que puedo, moviéndome entre el gentío, tropezando con esas mism
NicklausUn desastre, eso es lo que fue esa estúpida fiesta. Desde la revelación de los planes de mi hermano, hasta el ataque que le hicieron a la chiquilla, cosa que espero que me explique ya, pues si tiene enemigos necesito saberlo.Ahora vive en mi casa, joder, y ya tengo suficiente con mis propios demonios para tener que cargar con los de ella.—Muy bien, empieza a hablar—le digo a Penelope que se encuentra sentada en el sillón de la sala con una bolsa de hielo contra su mejilla.No paso por alto la forma en que traga saliva nerviosa, ni como sus manos tiemblan y rehuye de mi mirada. Y lo peor de todo es que no sé qué es lo que más me molesta de toda esta situación, si es el hecho de que no me haya dicho que hay gente que la busca, o el hecho de que le hayan puesto la mano encima.No voy a mentir y decir que siento algo por la mujercita, porque no es así. No soy un macho sentimental, y si he de sentir algo solo es rabia y sed de venganza. Sin embargo, soy un lobo y ella fue entr