Penelope
Frío, tengo mucho frío…Eso es lo único que mi cerebro puede procesar, mientras me acurruco más contra la pared de la habitación, que más parece un calabozo, dónde me lanzaron.No me he permitido dormir nada en toda la noche. No necesito verme en un espejo para saber que tengo los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, siento el cuerpo entumecido por estar tirada en el suelo y el estómago me duele debido al hambre.No sé cuánto tiempo pasa hasta que escucho pasos afuera de mi puerta y de inmediato todo mi cuerpo entra en tensión. Decir que ahora mismo me siento aterrada sería quedarse cortos.No entiendo cómo es que mi madrastra consiguió darme como esposa del lobo exiliado. Ni siquiera sé cómo llego eso a colisión, nadie habla de ese lobo, es como si no existiera, yo solo era una niña cuándo lo exiliaron y su hermano, nuestro alfa llegó al poder.Sin embargo, tengo algunos recuerdos de haberlo visto, en los desfiles y eventos de la manada. Siempre distante, siempre serio. No parecía encajar con el resto de su familia.El sonido de la puerta siendo abierta me hace salir de mis pensamientos y la imagen de mi madrastra se alza sobre mí. Una sonrisa satisfecha curvando sus labios en cuento me ve.—Nunca pensé que pudieras verte peor de lo que ya eres—me dice, y tengo que hacer puños mis manos para no contestarle, sé que eso solo empeoraría las cosas.Ella al ver que no digo nada, hace una mueca de disgusto antes de caminar hasta mi y tomarme con fuerza del brazo haciendo que me levante y consiguiendo que mi cuerpo entumecido duela de inmediato.—¡Ahhhh!—Deja de quejarte, niña. A los hombres no le gustan las mujeres quejumbrosas y al que va a ser tu marido creo que menos.La bilis sube por mi garganta y el miedo se atenaza en mi pecho mientras soy arrastrada por un pasillo antes de que entremos a una habitación, dónde dos chicas de rostro angelical y mirada vacía me reciben.Entonces, ya no puedo más y me aferro con fuerza a las manos de mi madrastra.—Por favor, Anastasia, puedo hacer lo que quieras, pero no me hagas esto, por fav…No alcanzo a terminar de hablar pues la bofetada que me da silencia mis palabras.
—No vuelvas a tutearme, tu y yo no somos nada, para lo único que me serviste fue para venderte, al menos he sacado algo de dinero de ti, ahora cierra la boca, una buena esposa no habla de más.
Después de eso todo pasó como un borrón para mí, las mujeres que estaban en la habitación me bañaron y enfundaron en un vestido blanco y sencillo, luego trenzaron mi cabello y mi rostro lo dejaron al descubierto, sin maquillaje ni nada que pudiera ocultar lo que ellos querían mostrar: Mi fealdad.
Quisiera poder decirle a mi padre ahora mismo que todo lo que hicimos por años, al final no ha servido de nada. Que al parecer la belleza no es lo único maldito aquí.
La puerta de la habitación se abre y siento como mi cuerpo entero se paraliza cuando el rostro del alfa aparece enfrente mío.
Las chicas que me estaban atendiendo se apresuran a salir de la habitación y casi quiero gritarles que no se vayan, que no me dejen sola, pero sé que sería una perdida de tiempo, porque nadie se enfrenta al alfa.
El hombre de cabello castaño y ojos negros y sin nada de humanidad, me regala una sonrisa que consiigue que la bilis se suba a mi garganta, en especial cuando da un paso más cerca de mí.
—Mira nada más, pero si eres una criatura de lo más peculiar—habla finalmente al tiempo que me rodea, como si quisiera ver cada centímetro de mi—Debo admitir que te imaginaba mucho peor, por la forma en que te describieron casi pensé que serías un pequeño monstruo, pero no estás tan mal, creo incluso que si quitamos los granos podría haberme quedado contigo.
Aprieto la quijada con fuerza para evitar dejar salir cualquier cosa y no mostrar el miedo que me causan sus palabras, pues entre el hermano y él, prefiero quedarme en el exilio.
Sin embargo, no digo nada, contestar solo va a hacer que me gane un castigo.
—¿Sabes por qué estás aquí?—me pregunta directamente entonces—¿Ya te lo han dicho?
—Quieren casarme con… con su hermano, alfa.—digo, tratando de mantener la calma.
—No queremos, vamos a hacerlo y tú, por tu propio bien, no vas a causarnos problemas. Los guardias que te trajeron me dijeron que pusiste resistencia, eso no puede volver a pasar. ¿Entendido?
La rabia se entreteje en mi interior y tengo que respirar profundamente antes de poder hablar.
—Entendido, alfa.
—Muy bien, entonces vamos, querida, ha llegado el momento, espero que cumplas muy bien tu rol de esposa.
Los nervios amenazaban con hacerme vomitar y el miedo de lo desconocido estaba haciendo estragos en mi interior. No tenía idea de a dónde me llevaban, pero en el instante en que empezamos a caminar por los pasillos del palacio hacia la puerta principal, un mal presentimiento me embargó.
Y se hizo realidad en el instante en que las puertas se abren y la multitud de habitantes de la manada se hace presente, entre ellos mi madrastra y su hija, asi como los dos hijos del alfa, todos viendo lo que pasaba, probablemente sabiendo que no era por propia voluntad, pero nadie haría nada.
Entonces mi mirada se va hacia el hombre que estaba al otro lado del camino, esperando al lado del anciano que oficiaría la ceremonia. Mis recuerdos del hombre con quien me voy a casar son muy pocos, y en la actualidad de lo único que se habla de él es para mencionar su rostro marcado y su exilio.
La mano del alfa se ancló con fuerza a mi brazo y es ahí que me doy cuenta que me está prácticamente arrastrando hacía su hermano, aunque a ojos de todos parezca un gesto honorífico ir de la mano del alfa, no pueden estar más equivocados.
BUM.BUM.BUM
Los latidos de mi corazón se hacen cada vez más rápidos con cada paso y en el instante en que mis ojos se encuentran con los del príncipe exiliado, siento que la respiración se queda atascada en mi garganta.
Es grande, mucho más que el alfa, lo que me recuerda que él es el mayor. Su cabello negro lo lleva atado en una coleta baja, una barba de días cubre sus mejillas y cuando me mira siento que me corta el aliento., pues en esos ojos oscuros como la noche no hay más rabia y desprecio cuando me ve.
El alfa se inclina hacia mí y siento como sus labios rozan mi cabeza, antes de susurrar:
—Recuerda tu lugar, omega, o me encargaré de que no vivas un día más.
Y como si no acabara de amenazarme me regala una sonrisa antes de alejarse, dejandome a la merced del hombre de intensos ojos oscuros que me mira con odio.
Escucho al lobo anciano iniciar la ceremonia, pero no estoy prestando atención a nada, mi mente no puede hacer más que recrear todas las desgracias que he vivido en la última semana, empezando por la muerte de mi padre.
Mis ojos se mueven curiosos sobre el hombre enfrente mío, es alto, muy alto, el cabello castaño le cae en ondas hasta los hombros y su mirada gris hace que se me hiele la sangre al tiempo que un cosquilleo me recorre el cuerpo.
Mis ojos siguen inspeccionando su rostro y me sorprendo al darme cuenta que, aunque efectivamente tiene una enorme cicatriz que atraviesa la mitad derecha de su rostro, eso no le quita atractivo. Ni un poco.
Santa Luna, no sé ni siquiera porque estoy pensando eso, cuándo es obvio que el hombre me desprecia.
—¿Señorita? —Escucho y levanto la mirada para encontrarme con los ojos interrogantes del anciano—¿Acepta al príncipe Nicklaus como su esposo y renuncia a la búsqueda de su compañero?
Mi pecho se oprime al saber que nunca estaré con la persona que la diosa creo para mí, pero ahora mismo no puedo hacer más.
Mis ojos van nuevamente al hombre enfrente mío que no me ha dicho una palabra, tiene la quijada muy apretada y su mirada es tan intimidante que debo ver a otro lado antes de decir:
—Acepto.
NicklausEsto no puede estar pasando.Mis ojos ven a la niña enfrente mío y al imbécil de mi hermano a su lado mientras se acercan, si antes dudaba de que la mujer fuera una espía del alfa, ahora ya no tengo la menor duda. ¡LA ESTÁ TRAYENDO DE LA MANO!Cuando finalmente está junto a mi, los ojos de ella se alzan y se topan con los míos, y debo admitir que el miedo que veo en ellos me deja momentáneamente paralizado y casi, casi me hace dudar de su identidad.Sin embargo, hay algo más detrás de todo ese miedo, algo que no alcanzo a vislumbrar porque ella aparta la mirada de mí y solo puedo ver su perfil, ese en donde un morado se filtra en su piel blanca, junto a las marcas en su piel debido al acné.Ella no vuelve a mirarme en todo el tiempo y yo simplemente puedo rogar para que todo este m4ldito circo se acabe lo antes posible.Es entonces que su voz, como un susurro melódico se filtra en mis oídos cuándo dice:—Acepto.Después de eso no pude hacer más que aceptar y el resto fue com
PenelopeEl eco de la puerta cerrándose tras Nicklaus resonó en mis oídos como un trueno en medio de una tormenta silenciosa. Mi cuerpo aún temblaba ligeramente por la intensidad de nuestro intercambio. "Despelleja el ciervo y prepara la cena"Sus palabras resonaban en mi mente. Estaba claro que él no me quería aquí, pero no tenía elección sobre ello. Yo tampoco.Con una profunda inhalación, dejé mi pequeña mochila en el suelo y me dirigí a la cocina. La cabaña era modesta, con muebles toscos y una sensación de abandono que se filtraba en cada rincón. En la mesa de la cocina, un ciervo muerto yacía como una carga silenciosa de mi nueva realidad.Nunca antes había hecho algo así. Mi padre me había enseñado muchas cosas, pero despellejar un ciervo no estaba entre ellas. Sin embargo, no podía permitirme fallar. No podía darle a Nicklaus otra razón para despreciarme más de lo que ya lo hacía.Me acerqué a la mesa y, tras tomar aire varias veces, empecé a trabajar. Mientras iba des
NickalusEstoy casado con una mujer que no es mi compañera. Una mujer que fue escogida por mi hermano y aunque sigo pensando que lo hace para tratar de mantenerme controlado, aún hay algo en todo esto que no me cuadra.Había otras maneras de hacerlo que incluían un matrimonio, ¿Entonces por qué? Y mejor ni hablar de la chica en cuestión. Solo llevo unas horas con ella y ya siento que estoy enloqueciendo.Sin embargo, debo admitir que quedé realmente sorprendido al ver la cena. Joder, ella en realidad había despellejado al animal y había conseguido hacer una comida deliciosa y ni siquiera se había quejado. Creo que ha sido lo mejor que he comido en años. Claro hasta que volví a comportarme como un capullo energúmeno.Pero ella me dio dos bofetadas sin siquiera tocarme, la chiquilla, a pesar de todo, parece tener el caracter suficiente para intentar ponerme en mi lugar.No sé qué tiene esa chica que consigue sacarme de mis cabales y al mismo tiempo me intriga. No puedo decir que sea su
PenelopeUna semana, llevo una semana viviendo en la cabaña con Nicklaus y la tensión sigue estando palpable, si hemos cruzado palabra cinco veces en los siete días es mucho decir y de esas pocas veces la mayoría fue para gruñirme o pedirme que me callara.Sin embargo, debo aceptar que vivir aquí es mucho mejor que estar con mi madrastra. A diferencia de ella, Nicklaus no me golpea. Si, puede ser grosero y amargado, pero nunca me ha levantado la mano y por alguna tonta razón me siento… segura a su lado.Además he descubierto cosas de él que no me esperaba, como por ejemplo que ayuda a algunas lobas y familias pobres de la manada con comida para ellas y sus cachorros, todo proveniente de las verduras que tiene sembradas y los animales que caza. Se supone que yo no debería saber eso, pero puedo ser bastante curiosa si me lo propongo.Dejando salir un suspiro me pongo manos a la obra y como todos los días hago el desayuno mientras él está cazando, solo que hoy no pienso salir corriendo, e
Nicklaus“No quiero que me odies”Esas palabras no dejan de repetirse en mi mente y no entiendo por qué demonios me afectan tanto. No sé por qué ella lo hace.Desde el instante en que supe que me obligarían a casarme tuve todo claro, me iba a dedicar a hacer la vida de la chica espía un infierno y me encargaría de darle la menor información posible sobre mí.Sin embargo, en la última semana debo admitir que Penelope ha resultado muy distinta a lo que esperaba.—¿Qué vamos a hacer?—Su voz me hace girar el rostro hacia dónde ella se encuentra.Decir que parece asustada sería quedarme corto, la cuestión es ¿qué es lo que le da miedo? Hay tantas preguntas sin respuestas alrededor de esta chica, que solo pensarlo hace que me ponga de mal humor.—No creo que tengamos opción—respondo, encogiéndome de hombros, pues conozco al enfermo de mi hermano y sé de lo que es capaz si no vamos.Mis palabras parecen terminar de quebrar a la chica enfrente mio. Veo como todo el rostro de Penelope pierde el
PenelopeDecir que tengo los nervios de punta sería quedarme corta.Desde el día anterior cuándo tuve esa extraña conversación con Nicklaus, no he podido sacarme sus palabras de mi cabeza. La forma en que dijo que era suya, las sensaciones que eso dejó en mi cuerpo, todo es demasiado nuevo y no sé qué pensar al respecto.Sin embargo, ahora mismo tengo algo más de lo que preocuparme y es la dichosa fiesta que tenemos esta noche.Hoy al levantarme, como de costumbre, Nicklaus no estaba, pero a diferencia de otros días no llegó a desayunar y no sé cómo sentirme al respecto, una parte de mí deseaba poder verlo y la otra se siente aterrorizada por la simple idea de querer estar cerca de él.—Voy a enloquecer—digo en un susurro, mientras sostengo la toalla sobre mi cuerpo y me miro en el espejo.Desde el momento en que cumplí los 12 años estoy cargando con más secretos de los que una persona puede soportar. Pero lo más importante es la verdad sobre mi rostro, sobre mi apariencia.Mis ojos mi
NicklausMuy pocas cosas me dejan sin palabras, pero desde que conocí a Penelope y hemos estado viviendo juntos por casi dos semanas, podría decir que se ha vuelto casi una costumbre que me deje callado.Todavía no puedo borrar de mi mente la manera en que tomó mi mejilla, la forma en que me miró y me dijo sin ningún tipo de burla que le parecía atractivo. No, absurdamente atractivo y aunque quiero creer que solo estaba burlandose de mí, en el fondo sé que no es así.Ahora me encuentro como un adolecente nervioso esperando a que ella salga de la habitación para ir a la m4ldita fiesta, pues aunque no tengo ni el más mínimo entusiasmo por asistir, debo aceptar que este es un buen momento para saber qué demonios trama mi hermano y si aún cuento con alguno de los hombres que me eran leales, por lo que se puede decir que es un mal necesario.Miro la hora en el reloj de pared y decido que es suficiente, se supone que debimos haber salido de aquí hace quince minutos y ella aún no sale de la h
PenelopeOdio ser el centro de atención y ahora mismo, mientras veo como Nicklaus se aleja, puedo sentir las miradas curiosas y burlonas de la gente puestas en mí. Solo espero que el tal Blake regrese pronto.Mis ojos se pasean por el lugar viendo como las chicas hermosas que fueron robadas de sus hogares sirven bebidas y empujan carritos mientras todo el mundo actúa como si nada pasara, como si esto estuviera bien.Estoy a punto de alejar la mirada, cuándo mis ojos se topan de frente con uno de los rostros que hace parte de mis pesadillas y en el instante en que este me sonríe, siento que la sangre abandona por completo mi rostro.—No, no… No puede ser real. no aquí—susurro, mientras siento como el miedo empieza a expandirse en mi interior, porque, aunque no quiera aceptarlo, sé que ese es el hombre que me atacó el día del entierro de mi padre.Sin saber qué más hacer doy media vuelta y empiezo a alejarme lo más rápido de que puedo, moviéndome entre el gentío, tropezando con esas mism